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Fanáticos

En este caso del fanatismo, el dinamismo de contagio puede encadenarse y desarrollarse en un proceso paulatino, particularmente a través de redes sociales u otros mecanismos. El fanatismo, no aparece en el DSM-5, pero no debemos confiarnos, es peor que otras enfermedades o psicopatías más complejas. Evite acercarse, convencer o discutir con un fanático, suelen bajarte a su nivel y te ganan por experiencia...

Por Óscar Picardo Joao

El fanatismo se define como la conducta apasionada o actividad que se manifiesta con exageración y actitud desmedida, irracional y tenaz de una religión, causa política, idea, teoría, cultura, estilo de vida, persona, celebridad o sistema, entre otros aspectos que podrían desencadenar este fenómeno.


Según diversos especialistas, el fanatismo es un estado mental caracterizado por la adhesión tenaz y prolongada a determinadas creencias. En la mente un fanático, estas creencias adquieren una relevancia superior a las demás ideas, hasta el punto de transformar sus actos en formas de manifestar estas abstracciones o aspiraciones. Creen de un modo absoluto e incondicional en un tema o cuestión determinada y muestran una fuerte adhesión afectiva hacia él.
Existen dos claves para entender las conductas fanáticas: 1) Dimensión cognitiva, está constituida por el conjunto de ideas con determinadas características y creencias que hace suyas al sujeto fanático. El creyente suele creer no solo que el mundo es de una forma sino que él puede transformarlo mediante esa creencia en lo que él quiere; y 2) Dimensión emocional, en la actualidad, no existe evidencia suficiente que clasifique el fanatismo como un trastorno de la personalidad. Si es cierto que algunas personas fanáticas pueden presentar trastornos de personalidad, pero no significa que el fanatismo lo sea, pero es evidente la pasión, el entusiasmo exagerado y el apego desmedido, del fanático frente a su referente.


Usualmente nos encontramos con una diversidad de fanáticos: religioso, deportivo, político, antirreligioso, conspirativo, anti-ciencia o enfocado en una personalidad, líder o figura. En opinión de la criminóloga Marina Fernández, la mayoría de estos fanáticos poseen ciertos rasgos: a) Autoimagen combativa; b) Comportamiento suspicaz o explosivo; c) Estilo cognitivo dicotómico y dogmático; d) Irascibilidad; d) Comportamiento interpersonal que va desde la sumisión a lo extra punitivo; e) Ciertos mecanismos de defensa como la racionalización y la sublimación; y f) Cierta fragilidad del yo.


El fanático tiene una “distorsión perceptiva” o padece de “disociación cognitiva”; las reglas se subvierten; se modifican los valores y la percepción se distorsiona progresivamente hasta límites complejos, conductas desafiantes e inclusive capacidad de cometer actos violentos.


Algunas investigaciones en el campo de neurociencias señalan que un neurotransmisor químico llamado dopamina podría jugar un importante papel en los procesos cerebrales que conducen comportamientos fanáticos, independientemente de la forma en que se expresen. La Dra. Andrea Aguirre, psiquiatra infanto-juvenil, señala que “las neuronas que manejan la dopamina están muy relacionadas con las emociones que experimentamos y se activan cuando el organismo obtiene placer con alguna acción”.


No podríamos dejar de lado en el análisis los aportes de Zimbardo; en efecto, el experimento de la cárcel de Stanford (1971) es un conocido estudio psicológico acerca de la influencia del ambiente extremo, la internalización de nuevos roles y el cambio de conductas hacia actitudes sádicas. El resultado del experimento demuestra la impresionabilidad y la obediencia de la gente cuando se le proporciona una ideología legitimadora y el apoyo institucional. También ha sido empleado para ilustrar la teoría de la disonancia cognitiva y el poder de la autoridad.

En psicología se suele decir que el resultado del experimento apoya las teorías de la atribución situacional de la conducta en detrimento de la atribución disposicional. En otras palabras, se supone que fue la situación la que provocó la conducta de los participantes y no sus personalidades individuales. De esta forma sería compatible con los resultados del también famoso experimento de Milgram, en el que gente ordinaria cumple órdenes de administrar lo que parecen shocks eléctricos fatales a un compañero del experimentador.


Frente al fanatismo descubrimos tres elementos, ya señalados por Albert Ellis (Activating event; Beliefs; Consequence): Una personalidad débil, ignorante, en crisis o resentida; el aparecimiento de un elemento iluminador, inspirador o que posibilita pertenencia; y el cambio de conducta como consecuencia. Agreguemos a lo anterior el fenómeno de la “satisfacción vicariante”: es decir, cuando alguien pusilánime se proyecta en un ideal, basado en sus carencias o necesidades. Aquí se despliega una relación emocional e incondicional.

El fanatismo genera “conductas contagiosas”. Desde el punto de vista psicosocial, el contagio conductual suele analizarse desde las reacciones emocionales en situaciones caóticas ocasionadas por emergencias o alarmas; así, grupos humanos reaccionan con agitación motriz, desorientación, compulsión, sugestionabilidad y otras alteraciones o distorsiones perceptivas.


Desde otro punto de vista, la histeria colectiva (enfermedad psicogénica de masas) es un caso de ataque de ansiedad en grupo. Se caracteriza porque aparecen una serie de síntomas psíquicos y físicos que se van propagando en un colectivo. Como en un efecto dominó, los síntomas se van contagiando.

Pero en este caso del fanatismo, el dinamismo de contagio puede encadenarse y desarrollarse en un proceso paulatino, particularmente a través de redes sociales u otros mecanismos que contribuyan a encuentros de afinidad de ideas y, sobre todo el “sesgo de confirmación”: buscar y oír lo que confirma mis propias ideas.
El fanatismo, no aparece en el DSM-5, pero no debemos confiarnos, es peor que otras enfermedades o psicopatías más complejas. Evite acercarse, convencer o discutir con un fanático, suelen bajarte a su nivel y te ganan por experiencia.


Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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Opinión Psicología

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