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Las tristezas abundan

Solo falta que, comparando la elegantísima cárcel “más mejor” de todo el mundo mundial, en relación con la descalabrada escuela a la que tienen que asistir, prefieran convertirse en delincuentes y no en aventajados estudiantes.

Por María Alicia de López Andreu
Empresaria

“Sólo el 2% de la población encuestada, de entre las 1273 personas entrevistadas por el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), en el marco de la Encuesta de Evaluación del año 2022 de diciembre 2022, cree que “la falta/deficiencia de la educación en el país” es el principal problema que enfrenta El Salvador”, expresa la doctora Mirella de Wollants en su artículo “Sólo el 2 por ciento”, publicado en EDH el 01/02/2023.

Esto significa, añade, que “no comprenden cómo se genera riqueza; desconocen qué es salud y cómo se puede conservar por actos propios y hasta dónde; no entienden el origen de la violencia, la corrupción y la criminalidad y, mucho menos, que cuidar la fauna y la flora genera bienestar para la vida humana; no terminan de asimilar la enorme importancia del respeto a las leyes, la cívica y los derechos humanos y que a la larga esta es la plataforma para la paz social y la seguridad de todo tipo”.

Las palabras de la doctora De Wollants se suman a los miles de palabras que, desde este periódico, se vienen escribiendo en las columnas del doctor Picardo, del ingeniero Manuel Hinds, de la educadora Tere de López, del doctor Lara y de tantas otras personas que, aunque no hayan sido encuestados, están representados en ese raquítico 2 por ciento que tiene conciencia de la gravedad del problema que representa el pésimo nivel educativo de nuestra población. Y, además, requerimos con urgencia de formación integral: humana, mental, espiritual.

Por supuesto, ningún funcionario del actual gobierno forma parte de los preocupados por el tema. Ellos están demasiado atareados, coreando a viva voz o mediante sus redes sociales, todas las alabanzas que a diario les son dictadas para elevar, adornar, endiosar, etc., la figura de su idolatrado presidente.

Mientras, nuestra población deberá contentarse, a lo mucho, con medio aprender a leer (aunque carezcan de comprensión), en garabatear su nombre, sumar con los dedos, pero eso sí, ninguna escuela les ha enseñado, pero son ases en el manejo del celular. Importantísimo, porque les sirve para  contemplar las maravillas que nos muestran en los bien montados teatros del gobierno, que no se reducen a las pregrabadas cadenas presidenciales, sino a toda aparición de cualquier funcionario. Vea cuando van a rellenar un bache, cómo el alcalde respectivo, más el presidente de la DOM, más el ministro de Obras Públicas, aparecen rodeados de todo un ejército de empleados resplandecientemente uniformados. Y para ese teatro, suspenden el tránsito, llevan podio, muchas veces también tarima y todo un séquito que muestra el inmensurable poder del que se han apoderado. Y así, para todo. Y nuestra población, que siga ignorante, contentándose con las maravillas que ven en sus pantallitas, porque así forman parte del alto porcentaje que aplaude todas las barbaridades que estamos contemplando. Solo falta que, comparando la elegantísima cárcel “más mejor” de todo el mundo mundial, en relación con la descalabrada escuela a la que tienen que asistir, prefieran convertirse en delincuentes y no en aventajados estudiantes.

Bueno, ejemplos sobran, y en las más altas esferas, de quienes no estudiaron, pero ahora, desde sus cargos públicos, resultaron genios para la vivianada. Por supuesto que no mencionaré nombres, pero usted ya hizo mentalmente una larga lista. ¡Qué tristeza!

Empresaria.

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