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Pobrecitos nuestros jóvenes

Cuando nuestros adolescentes pierden la esperanza por educarse, el brillo en sus ojos comienza a apagarse. En el contexto salvadoreño, la indiferencia y el abandono hacia el futuro es lo que se percibe que viene en camino. Al no querer comenzar a empeñarse por algo, ya no encuentran alternativas que les prometan una futura abundancia después del coraje de la persistencia.

Por Eleonora Escalante

Cualquier cosa que no tenga matemática”… fue su respuesta ante la pregunta, ¿qué quieren estudiar al graduarse de bachiller este año? Así comenzó la conversación con estos jóvenes. Luego les consulté su opinión ante la situación política local actual del país. Sus respuestas: “No se puede hacer nada”. “Ni siquiera expresar disentimiento”. “Te persiguen e insultan en redes sociales”. “Te pueden dañar, cortar trabajos y clausurar para que nunca puedas ejercer tu trabajo profesional”. “Con el régimen de excepción, la cosa está peor, porque te confunden con marero y terminas en la cárcel siendo inocente”.

Después de esta conversación, sentí una gran tristeza, un dolor y pena a la vez, al entender los sentimientos de estos adolescentes cuyas expresiones se aferran al miedo, la indiferencia y la apatía en la que estamos.


Estos sentires surgen de lo que estos pequeños ven, leen o se enteran a través de sus padres. Son opiniones que no solo expresan miedo de lo que perciben, sino que algo peor, una profunda displicencia por tratar de siquiera tener sueños para su vida. Poco importa que detesten las matemáticas, el problema es que tampoco ven nada claro en las otras carreras que no tienen números ni ecuaciones. Ellos ven a su alrededor todo el sufrimiento, la pobreza y la persecución que alcanza el ejemplo de sus adultos buenos que navegan con una ética impecable, cuales optaron por carreras relacionada al arte, literatura, periodismo, sociología o la filosofía. Ante tal injusticia, comprendo su desidia y su desinterés por seguir estudiando. Estos chavales también se comparan con otros que han hecho dinero fácil usando plataformas de redes sociales. O con aquellos youtubers, quienes, al subir videos virales, se hacen millonarios de la noche a la mañana. Finalmente, en sus mentes tan ingenuas, el fenómeno de criptomonedas les ha quitado las ganas por ilustrarse, ya que se hace más plata redituando de sus apuestas digitales, que estudiando.


Cuando nuestros adolescentes pierden la esperanza por educarse, el brillo en sus ojos comienza a apagarse. En el contexto salvadoreño, la indiferencia y el abandono hacia el futuro es lo que se percibe que viene en camino. Al no querer comenzar a empeñarse por algo, ya no encuentran alternativas que les prometan una futura abundancia después del coraje de la persistencia. Sus referentes adultos de bondad infinita son perseguidos por el estatu quo. Y ven otras opciones de dinero fácil por la tecnología a la vuelta de la esquina. ¡Qué angustia para ellos, no! Y cuando a tan temprana edad se es indiferente ante el proceso de cultivarse, se corre el riesgo de recibir en los próximos 20 a 30 años a una futura clase de líderes sin propósitos, que habrán aprendido de lo que están viviendo hoy. Lo más inhumano es que su indiferencia y desánimo les hará impasibles al dolor humano de los demás en el contexto de una nueva clase de esclavitud moderna, la que surge a través del uso excesivo de las tecnologías disruptivas (nanotecnología, inteligencia artificial, la supremacía quantum y el Internet).


Esta clase de esclavitud moderna está asociada a la soledad, a causa del encierro como el canon de vida. Estos pequeñines desamparados ya ven el aislamiento social desde el estudio y trabajo en casa como algo estándar. Y esa aceptación de soledad como “lo normal” es la nueva constitución de la esclavitud moderna de la gente buena. Mientras los malos yacen hacinados en una cárcel, todos los buenos viviremos tal cual lo pasamos en la pandemia del covid-19, con salarios de “call-center”. Casi que no hay diferencia ¿verdad? Pobrecitos nuestros jóvenes. Honestamente, ya he visto a muchos angelicales de El Salvador que viven así.


Eleonora Escalante.

CEO-Founder Eleonora Escalante Strategy Studio

Corporate Strategy Reflections, Arts & Publishing

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Jóvenes Opinión

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