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¿El álibi nuclear iraní para distraer al mundo ante las protestas?

Mahsa Amini, quien fue detenida el 13 de septiembre pasado, en Teherán, por la policía moral de la República islámica, murió en circunstancias no aclaradas tres días después, en un hospital. Las redes sociales difundieron este deceso despertando una ola de protestas.

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

¿Será la temática nuclear iraní un álibi para ocultar la represión de la ola de manifestaciones en ese país importante ubicado entre Medio Oriente y Asia central ? La cuestión está sobre la mesa desde que Irán anunció que aumentará el nivel de enriquecimiento de su uranio a 60% (se necesita llegar a 90% para poder acceder a un arma nuclear). Esto anuncia una nueva degradación regional. Muchos piensan que se trata, sobre todo, de crear una forma de pantalla internacional sobre un tema central de preocupación sobre la proliferación nuclear para que se preste menos atención a la represión vigente después de dos años de manifestaciones en esa teocracia.


La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) confirmó el 23 de noviembre pasado el inicio de la producción de uranio enriquecido a 60% en la planta de Fordo, en Irán. Es decir que, según la AIEA, Irán está proveyéndose de los medios para tener el producto indispensable para un programa nuclear militar, lo cual es una violación a los compromisos que habían sido tomados en el acuerdo de Viena de 2015.


En abril de 2021, Irán había empezado a producir esta calidad de urania en otro sitio, el de Natanz. Se está aproximando al 90% indispensable para fabricar una bomba nuclear. El acuerdo de Viena de 2015 autorizaba un nivel de 3.67%, lo cual muestra cuán distante es la diferencia con la situación presente. Los países comprometidos en el acuerdo de 2015, es decir los Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania han condenado lo anterior.


La elevación del nivel de enriquecimiento de uranio de Irán ha sido presentada por Teherán como una medida de presión en contra de la resolución adoptada por el consejo de los gobernadores de la AIEA que “ordena” a Irán “a cooperar” con esta instancia para que se lleve una investigación sobre el origen de “partículas de uranio sospechosas” y descubiertas en tres sitios que no han sido declarados por Irán. Es decir que otra vez se está usando una retórica de victimización contra un Occidente que, para ellos, sería prepotente y finalmente ilegítimo. Pero los resultados están plantados: la decisión iraní revela una falta de respeto del acuerdo de 2015 (Joint Comprehensive Plan of Action / JCPoA), del cual, por cierto, los EE.UU. salieron en mayo de 2018 reforzando en contraparte sanciones masivas contra Irán, en nombre de una estrategia de “presión máxima”.

El tema se ha vuelto sensible, tanto en el contexto nacional iraní, caracterizado por violentas manifestaciones y represión desde hace dos meses a raíz de la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial, y una situación internacional de guerra a las puertas de la Unión Europea. Por cierto, el conflicto en Ucrania, las tensiones entre EE.UU. y China habían ocultado por un tiempo las crisis en Medio Oriente, donde la situación sigue siendo peligrosa. La última cumbre del G20 en Indonesia, la de la ASEAN, Corea del Norte, las crispaciones en la región indo-pacífica, tantos temas que pusieron en el segundo plano, otras realidades potencialmente, explosivas. Entre varias, está la de Teherán que alimenta la idea de una “escalada nuclear”. Constituye una falta de respeto a la obligación legal de poner en marcha un acuerdo de garantías hacia el titulo del Tratado de no proliferación nuclear (TNT, establecido en 1968).


Como dijimos, se inscribe en la crisis interna provocada por la muerte de la joven Mahsa Amini, el 21 de septiembre pasado, mientras ella estaba bajo custodia de la policía.


El proceder iraní podría ser una operación para desviar la atención del mundo mientras el régimen está intentando reprimir la ola de protestas.


Quién no habrá visto desde hace dos meses a las mujeres iraní quitándose su “hijab” o recortándose los cabellos, en signo de resistencia al régimen. Un “brazo de hierro” civil como patriótico se está levantando en Irán desde entonces. Usando todos los medios para guardar el control, el régimen puede perfectamente hacer uso de la cuestión nuclear para obligar la comunidad internacional a concentrarse sobre un tema de seguridad global y debilitar así una solidaridad con el movimiento civil de protesta. Desde que comenzaron las manifestaciones serían 326 los muertos (datos de la ONG Irán Human Rights).

Mahsa Amini, quien fue detenida el 13 de septiembre pasado, en Teherán, por la policía moral de la República islámica, murió en circunstancias no aclaradas tres días después, en un hospital. Las redes sociales difundieron este deceso despertando una ola de protestas. Se cree que murió de los golpes que habría recibido estando arrestada. En la calle, la dimensión cambió cuando decenas de mujeres, en la región del Kurdistán, región de origen de Mahsa Amini tanto como en Teherán o en el este del país, surgieron llamando a la “vida, la libertad”.


La sociedad iraní está cansada de años de sanciones y de medidas contra la covid 19: a pesar del bloqueo de internet, las manifestaciones siguen desde entonces, incluso para demandar el fin de la teocracia. El presidente Ebrahim Raïssi afirmó querer “detener el caso”. El propio guía supremo del país, el Ayatollah Ali Khamenei, acusó el 3 de octubre pasado a los EEUU e Israel de “pilotear a distancia” las manifestaciones que tendrían el propósito de “desestabilizar” al régimen.


Reforzamiento del dispositivo penal, amenazas de condenas a muerte, tantas contestaciones a una situación que tiene un potencial peligroso para un régimen que construyó una influencia regional en favor de los movimientos chiitas contra los regímenes sunitas. Las manifestaciones aparecen como una amenaza al régimen que por todos los medios, debe controlarlas y mucho más, pararlas. En medio de las tensiones internacionales, ocupando una posición cercana a Rusia (es un proveedor de drones Shaheds) , llevar al primer rango la cuestión nuclear permite ocultar la situación interna y la represión que tiene vocación en ahogar el movimiento de protestas.

Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.

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