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La suerte está echada

¿Por qué, pues, la Oposición se comporta erráticamente, sin rumbo fijo? La explicación es fisiológica: cuando un individuo es reducido a la supervivencia se atrofia su humanidad, no es ya un hombre, es una víctima de la fatalidad, una criatura invertebrada arrastrada a los últimos peldaños de la pirámide de Maslow

Por Darío Cardona
Abogado

Hemos visto a los partidos de la oposición corriendo de un lado a otro con las afiliaciones, las planillas, los plazos, las negociaciones de alianzas y coaliciones, los análisis jurídicos y políticos y los pronósticos electorales. Con cada tweet del déspota anunciando cambios en las reglas electorales, usted verá a los opositores sobrerrevolucionados como avispas volando alrededor del panal ahumado, como hormigas recién fumigadas; con la adrenalina a tope y la inteligencia en piloto automático; reaccionando inconscientemente a los estímulos calculados del Régimen cual pez a la carnada, víctimas del instinto primario de la supervivencia política.

La oposición partidaria está reaccionando exactamente como el Régimen espera que reaccione, es decir controlada bajo las urgencias del sistema digestivo y del sistema nervioso. Permítanme, pues, prescribir como receta médica unos cuantos miligramos de este ansiolítico filosófico que el pensador surcoreano Byung Chul Han denomina: “vida contemplativa o elogio a la inactividad”: FRENEN EL POTRO, deténganse un momento, sustráiganse de la vorágine de los acontecimientos espurios y hagan un ejercicio profundo de autorreflexión para que puedan ser dueños de sí mismos, y para que puedan examinar los eventos políticos desde una perspectiva histórica y sociológica, para que puedan vivir, como en el cine una experiencia panorámica inmersiva en Full HD 4K

Chul Han afirma que “la obligación de actuar, y aún más la aceleración de la vida” se ha convertido en un eficaz “medio de dominación”, pues la capacidad de reformularse es imposible cuando nos encontramos asediados por la actividad constante: reaccionando siempre a los tweets del presidente, a las notas de El Faro, a las comidillas de las redes sociales -esa suerte de algodón de azúcar de gran volumen pero poca densidad-. Contrario a lo que sucede con el oficialismo, la Oposición carece de una estrategia de mediano y largo plazo y de una filosofía común. En parte porque no se ha detenido a meditar y en parte porque la fricción de tantos egos monumentales caldea los ánimos de los principales actores del juego político, lo cual es perfectamente imaginable pues el declive de la Oposición se debe, principalmente, a la arrogancia y a la desconexión total de sus liderazgos con la realidad.

Las elecciones del 2024 son un distractor, el globo rojo con que el payaso Pennywise atrae al inocente Georgie a la alcantarilla; son el señuelo del Régimen para apartar a los líderes sociales y políticos del único proyecto que verdaderamente importa: la restauración gradual de la cultura cívica; y para dividirlos mediante la búsqueda mezquina del poder colocando en el centro de la mesa “la manzana electoral de la discordia”, pese a que dichos resultados electorales han sido calculados y definidos por el Oficialismo hace mucho tiempo, siendo toda esta parafernalia un mero espejismo. En esta búsqueda mezquina del poder, los partidos de Oposición se canibalizan y desatienden el clamor de la gente que está siendo injustamente oprimida y a la que no le importa de qué color es la bandera de su redentor. Con cada fórmula presidencial que presenta la Oposición le demuestran al pueblo salvadoreño que son incapaces de anteponer los intereses generales a los propios intereses; que son incapaces de ponerse de acuerdo hasta en las sugerencias más elementales del sentido común, y que como Ramsés, ninguno dará su brazo a torcer así nos azote el Régimen con las siete plagas de Egipto.

¿Por qué, pues, la Oposición se comporta erráticamente, sin rumbo fijo? La explicación es fisiológica: cuando un individuo es reducido a la supervivencia se atrofia su humanidad, no es ya un hombre, es una víctima de la fatalidad, una criatura invertebrada arrastrada a los últimos peldaños de la pirámide de Maslow, apenas más inteligente que un coyote o un cerdo salvaje; reacciona instintivamente y se vuelve, por ende, perfectamente predecible pues obedece a los estímulos que recibe del exterior; su autoconciencia y su capacidad de prever el futuro se atrofian, y pierde, sobre todo, el atributo humano de la dignidad.

Los líderes que son reducidos a la supervivencia son incapaces ya de liderar, pues, al ser incapaces de gobernarse a sí mismos se vuelven, con mayor razón, incapaces de dirigir a los demás; retornan al instinto primario del egoísmo y riñen entre sí, quedando así a entera merced del déspota. La suerte está echada porque quien divide vence; y nunca la Oposición política ha estado tan dividida. 

Abogado.

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