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El proceso de negociación de la paz

Las Naciones Unidas introdujeron un importante grado de confianza y de legitimidad al proceso, así como método, estructura, organización y recursos, pese a que su papel en conflictos no internacionales no era explícitamente parte de sus atributos.

Por Francisco Galindo Vélez

Durante el proceso de negociación el papel del Dr. Álvaro de Soto fue fundamental, y su labor demostró que el secretario general de las Naciones Unidas había acertado al escogerlo para una tarea tan delicada y complicada.

La función de intermediador o mediador exige gran conocimiento y habilidad para ayudar a las partes a dejar atrás sus narrativas bélicas y la carga emocional que resulta de las penurias, sufrimiento y horror de una guerra, para poder concentrarse en la tarea de negociación. Y para que esa tarea tenga posibilidad de éxito, las partes han de comprender que no se puede negociar desde posiciones, porque como bien explican Roger Fisher, William Ury y Bruce Patton, Obtenga el sí: El arte de negociar sin ceder (1998), eso convierte un proceso de negociación en una batalla de voluntades, ya que cada parte se limita a repetir lo que hará y lo que no hará cuando la tarea es de idear una solución conjunta que solo se logra si se negocian los temas. También insisten en que es fundamental entender las necesidades de la otra parte, superar la idea de un “pastel” que solo permite repartir un número determinado de porciones, inventar opciones que benefician a las partes y ser duros con el problema y suaves con la gente.

Así las cosas, era fundamental que las partes vieran que una negociación no es un tira y afloje y que la paz solo podía negociarse en base a la realidad, no en base a emociones o la propaganda que después de tanto repetirla algunos en ambos bandos, por fortuna no todos, habían terminado creyéndola y confundiéndola con la realidad. Al mismo tiempo era importante evitar declaraciones públicas dirigidas a seguidores para asegurarles que no serían ellos los que cederían, o para tratar de influir en la mesa de negociación a través de los medios de comunicación, ya que eso podía repercutir de manera negativa en la mesa. Para no correr este riesgo, se decidió que solo las Naciones Unidas podrían hablar con la prensa.

Hay una realidad que tiende a repetirse en procesos de resolución de conflictos: negociadores ansiosos por demostrar en público que son muy duros que tarde se enteran de que ellos mismos se han atado de manos porque estos son procesos de creación y, entonces, se aferran a posiciones intransigentes, pues el público inevitablemente percibiría como rendición cualquier cambio que se pudiera acordar en la mesa.

A la vez, saber diferenciar entre el proceso de negociación y acontecimientos externos fue fundamental, pues de lo contrario esos acontecimientos podían poner en riesgo el propio proceso de negociación. No se debe permitir que acontecimientos aislados descarrilen un proceso de negociación, y, en el caso de El Salvador el riesgo era grande, ya que de cada lado había opositores, incluso saboteadores, dispuestos a todo para desrielar el proceso e impedir un acuerdo negociado. Así, era fundamental llegar al fondo de las cosas y hacer la lectura correcta, pero también era importante cumplir con la norma de no abandonar la mesa por ninguna razón.

La confidencialidad fue otro tema determinante, pues las filtraciones son negativas para un proceso de resolución de conflictos. Así, se acordó que todo lo que se dijera en la mesa sería secreto, y que los partidos políticos y las organizaciones sociales a las que las partes brindaran información sobre el proceso o que consultaran también debían respetar la confidencialidad de la información y de las consultas.

Además, fue vital que las partes superaran sus miedos, incluso el de descubrir que en algunas cuestiones estaban mucho más cerca de lo que habían imaginado. El Dr. David Escobar Galindo ha recordado en varias ocasiones que durante una ronda de negociación en Guastepeque, México, el Dr. Álvaro de Soto, con muy buen sentido pidió a las partes que hicieran propuestas sobre el tema de las Fuerzas Armadas, pero que cuando las comparó quedó en evidencia que estaban mucho más cerca de lo que imaginaban, entonces se asustaron y al día siguiente cada una presentó posiciones extremadamente duras.

En relación con el método, el gobierno y el FMLN reconocieron la importancia de permitir al secretario general y a su representante tener contactos confidenciales con países miembros de las Naciones Unidas, grupos e individuos que podían contribuir a que el proceso avanzara.

Además, el Dr. Álvaro de Soto utilizó la diplomacia itinerante (shuttle diplomacy), viajando constantemente entre San Salvador, para reuniones con el gobierno, y México, para reuniones con el FMLN, porque en un primer momento las partes no estaban sentadas en una misma mesa.

En su libro Principled Leadership and Business Diplomacy: Values-Based Strategies for Management Development (que puede traducirse libremente como liderazgo basado en principios y diplomacia empresarial, estrategias basadas en valores para el desarrollo gerencial, publicado en 1999), Manuel London afirma que en ese tipo de situación las ventajas de la diplomacia itinerante son que las partes pueden compartir sus ideas con el diplomático de manera confidencial, y que el diplomático puede explicar ideas y perspectivas de manera clara y sencilla con tiempo para adaptarse a los estados de ánimo y sentimientos de las partes. Las desventajas, señala también, son que exigen mucho tiempo y energía al diplomático y que los frutos pueden tardar en llegar.

El Dr. De Soto también utilizó el método del texto único que había aprendido, según su propio decir, durante la Tercera Conferencia sobre el Derecho de Mar. De acuerdo con Mark Klein, Peyman Faratin, Hiroshi Sayama y Yaneer Bar-Yam, en su escrito Negotiation algorithms for collaborative design settings (algoritmos de negociación para entornos de diseño colaborativo), parte del libro titulado Complex Engineered Systems: Science Meets Technology (sistemas de ingeniería complejos, la ciencia se encuentra con la tecnología, publicado en 2006), que editaron Dan Braha, Ali A. Minai y Yaneer Bar-Yam, el texto único es un enfoque estándar para abordar negociaciones complejas y consiste en que un mediador propone un acuerdo que luego critican las partes y entonces el mediador, basándose en esas críticas, propone un texto mejor hasta alcanzar un punto de acuerdo.

El papel de otros externos también fue significativo. Por ejemplo, después de abril de 1991 el proceso de negociación se estancó, así que en agosto de ese año, afirma Diana Villiers Negroponte en su libro Seeking Peace in El Salvador: The Struggle to Reconstruct a Nation at the End of the Cold War (buscando la paz en El Salvador, la lucha por reconstruir una nación al final de la Guerra Fría, publicado en 2011), los ministros de asuntos exteriores de los Estados Unidos y de la Unión Soviética reiteraron su compromiso de buscar una paz negociada a la guerra civil en El Salvador, recalcaron que no había habido ningún avance desde las enmiendas constitucionales de abril de ese año e hicieron hincapié en que sin avances se ponía en riesgo lo que se había logrado hasta ese momento.

Además, como continúa diciendo Diana Villiers Negroponte, el secretario de Estado James Baker, el subsecretario de Estado Bernard Aronson y el Embajador Thomas Pickering presionaron al presidente Alfredo Cristiani para que aceptara la negociación sin cese al fuego previo, lo que representó un cambio de la línea anterior de una negociación en dos etapas en que se insistía en que no habría concesiones sustanciales antes de que el FMLN dejara de disparar. Así, el subsecretario Aronson, muy respetado por ambas partes, propuso una agenda comprimida que consistía en juntar los dos tiempos y permitir que el proceso siguiera sin un alto al fuego para lograr acuerdos antes del fin del mandato del secretario general Pérez de Cuéllar el 31 de diciembre de 1991.

Añade que de manera simultánea el equipo del secretario de Estado se acercó a los soviéticos y a los mexicanos, pues ambos tenían influencia con el FMLN-FDR y, así, los externos persuadieron tanto al gobierno como al FMLN para concluir el acuerdo en la fecha establecida. Paradójicamente, afirma Luc Chounet-Cambas en su escrito titulado Negotiating ceasefires: Dilemmas & options for mediators (negociar un alto al fuego, dilemas y opciones para los mediadores, publicado en 2011), permitir que las partes siguieran luchando durante las negociaciones contribuyó a la confianza y a la seguridad del proceso.

El enfoque del mediador fue integral, pero hay que decirlo, coincidió con el interés de las partes de dar toda posibilidad de éxito al proceso de negociación. Además, la decisión de permitir la participación de otros países, si bien indirecta, tuvo un efecto tranquilizador, pues, para el gobierno, por ejemplo, Estados Unidos era primordial, pero para el FMLN la presencia de los Países Amigos del secretario general ayudaba a equilibrar, aunque fuera un poco, la abrumadora influencia de Estados Unidos.

Sea como fuere, las Naciones Unidas introdujeron un importante grado de confianza y de legitimidad al proceso, así como método, estructura, organización y recursos, pese a que su papel en conflictos no internacionales no era explícitamente parte de sus atributos.

Exembajador de El Salvador en Francia y Colombia, exrepresentante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia y exrepresentante adjunto del ACNUR en Turquía, Yibuti, Egipto y México. También fue jurado del premio literario Le Prix des Ambassadeurs en París, Francia.

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