Seguro Social entrega cadáver equivocado a familia de pastor

Cuando lo iban a velar, un hijo abrió el ataúd y se percató de que el cadáver no era el de su padre. Tras buscarlo por cinco horas en la morgue y el Hospital General, la familia halló el cuerpo bajo otro nombre, el de Luis Alberto Padilla.

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Él era Marco Tulio Deras; falleció el domingo en el Hospital General del Seguro Social. Era el pastor de la Iglesia Evangélica Pentecostal Unida de San Roque, municipio de Mejicanos. Foto EDH / Cortesía

Por Jorge Beltrán Luna

2020-07-06 5:22:06

De no ser por la acuciosidad de Moisés, a Marco Tulio Deras lo hubiese sepultado la familia de Luis Alberto Padilla. Y la familia de Marco Tulio hubiese enterrado a un desconocido. Todo por un error de algunos empleados del Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).

Marco Tulio tenía 67 años; era pastor de la Iglesia Pentecostal Unida de San Roque, municipio de Mejicanos. El sábado anterior fue ingresado en el Hospital General del ISSS por dolencias ocasionadas por la diabetes y bronquitis, enfermedad que padecía desde niño.

¿Cómo es posible que ahora cuando por fin encuentro el cadáver de mi padre me digan que no lo podemos velar pero sí nos permitieron velar el cuerpo equivocado que nos dieron?

Moisés Deras, hijo del pastor

Al siguiente día, la familia recibió el aviso de que Deras había fallecido. Cuando la familia fue a retirar el cadáver, les dijeron que, aunque no había muerto de coronavirus, por protocolo no lo podían reconocer, es decir que no podían abrir la bolsa.

Cuando la funeraria contratada por la familia retiró el cadáver, era la 1:00 a.m. del lunes. Les repitieron que no podían abrir la bolsa aunque sí podían velarlo. Diez horas después, la funeraria lo entregó a la familia. El pastor sería velado en la misma iglesia que dirigía bajo las medidas sanitarias, guardando la distancia corporal, y luego lo sepultarían.

A Moisés Deras, uno de los hijos del pastor, le dijeron que su padre no había muerto de COVID-19, por ello decidió abrir el ataúd y la bolsa blanca. Su sorpresa fue mayúscula al ver el rostro de otra persona, no el de su progenitor.

De inmediato se fueron a la morgue del Hospital General a reclamar.

Los mandaron a Conserjería, que, según la familia del pastor, es donde registran la entrega de todos los cadáveres; allí no supieron explicar la equivocación.

Luego los mandaron al lugar donde habían registrado el ingreso. Allí les mostraron un libro en el que aparecía registrado el deceso a las 11:30 del domingo, pero en la boleta de defunción se indicaba que había muerto a las 6:30 p. m. de ese mismo día.

Como no lo encontraban ni vivo ni muerto, les dijeron que, si se arriesgaban podían entrar a revisar bolsa por bolsa a la morgue, donde están todos los fallecidos, incluyendo por coronavirus.

Moisés se arriesgó. En el hospital solo le proporcionaron una bata, unas medias de plástico para los pies y un gorro que no es el adecuado para entrar a esa área, afirmó Hazel, hija del pastor Deras.

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Moisés aseguró a El Diario de Hoy que luego de cinco horas de buscar a su padre, de entrar y salir a la morgue a revisar cadáveres embolsados y de revisar cada cuerpo que entregaban a las funerarias, logró encontrar a su padre.

La bolsa había sido etiquetada con el nombre de Luis Alberto Padilla.

Moisés dice que le sorprende que su padre tuviera el rostro morado, como si se hubiese caído.

“No sé por qué nos mintieron”

Moisés dice que no comprende por qué en el hospital le mintieron diciendo que su padre estaba bien cuando en realidad ya estaba muerto. Agrega que a las 12:00 del mediodía del domingo fue al hospital a preguntar por su padre.

Le dijeron que lo habían trasladado al Área 34, camilla 27, que estaba en observación y que en ese momento “estaba dormidito”.

“Eso nos dejó a nosotros tranquilos”, afirmó Hazel, añadiendo que por la noche les avisaron que había muerto.
Moisés afirmó ayer que su padre falleció a las 11:30 a. m. y no a las 18:30 como dice la boleta de defunción que les dio el hospital.

El pastor Marco Tulio Deras Manzano acudió al Seguro Social a pasar consulta por dolencias de diabetes y bronquitis. Su familia no lo encuentra ni vivo ni muerto. Foto Facebook: Templo Galaad“Es indignante lo que nos están haciendo”, reclamó Hazel, quien la tarde de este lunes dijo que fue a la oficina de la Fiscalía General de la República, ubicada en la colonia La Sultana, en Antiguo Cuscatlán, a denunciar el caso.

Según Moisés, luego de encontrar el cuerpo de su padre, empleados del Ministerio de Salud le dijeron que se lo entregarían hasta este martes en la mañana, que no lo podían velar y que lo debían enterrar con protocolo de COVID-19.

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¿Cómo es posible que sí nos permitieran velar el cuerpo que nos dieron equivocadamente y ahora que tenemos realmente el de mi padre, nos dicen que no lo podemos velar?, se preguntó.

Este caso se suma al de una señora de Ciudad Delgado, que fue llevada al hospital Zacamil, de donde la remitieron al hospital de Jiquilisco, aquí no la admitieron y la llevaron al de Ahuachapán, donde un médico logró tomarle fotos y compartirlas con familiares, estaba en su cama sin respirador artificial, pero media hora después la familia recibió una llamada de una funeraria, en la que les dijeron que Margarita Matamoros, de 89 años, había fallecido. Y ahí inició otro calvario para enterrarla, al punto de que a esta familia le queda la duda de si enterraron a Margarita o a otra persona.

 

  • Esta nota fue publicada originalmente a las a las 17:22 y fue actualizada a las 20:20 horas del 6 de julio con información proporcionada por Moisés Deras.