De usar baños públicos a una mejora de vida: la historia de la Cristo Redentor 2
El proyecto “Mejora de saneamiento ambiental” permitió a 89 familias acceder a infraestructura sanitaria digna gracias al trabajo de vecinos e instituciones.
Por
Lissette Figueroa
Publicado el 16 de octubre de 2025
El proyecto “Mejora de saneamiento ambiental” transformó la vida de 89 familias de la comunidad Cristo Redentor 2, en San Salvador. A través del trabajo conjunto entre la Fundación Rafael Meza Ayau (FRMA), FUNDASAL, la Parroquia Cristo Redentor, la Alcaldía de San Salvador y aliados privados, se construyeron 91 módulos sanitarios, se instalaron 500 metros de tubería y se fortaleció la organización comunitaria. Más de 1,000 horas de trabajo voluntario y la participación activa de los vecinos permitieron mejorar la salud, el entorno y la calidad de vida, demostrando el poder de la cooperación para generar cambios sostenibles.
Con un mensaje de esperanza y trabajo conjunto, la Fundación Rafael Meza Ayau (FRMA) y sus aliados estratégicos celebraron el 15 de octubre de 2025 la inauguración del Proyecto Alto Impacto Cristo Redentor 2, una intervención integral que está cambiando la realidad de 89 familias y más de 245 personas en la comunidad Cristo Redentor 2, ubicada en la Colonia Escalón, San Salvador.
Antes del proyecto, las familias de Cristo Redentor 2 vivían en condiciones precarias y que ponían en peligro su salud. La comunidad, con más de 40 años de existencia, que está ubicada en los perímetros de la quebrada El Carmen, carecía de un sistema de aguas negras domiciliar. Las aguas residuales circulaban a cielo abierto y las 89 familias que habitan en esta comunidad compartían apenas 13 baños públicos. Una situación precaria y difícil, en medio de una de las zonas más desarrolladas de la ciudad.

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Hoy, la realidad es diferente. Gracias a esta intervención integral, las familias cuentan con un sistema de saneamiento ambiental digno, funcional y sostenible, que incluye 91 módulos sanitarios construidos, la instalación de 500 metros lineales de tubería PVC, 10 pozos de registro, la rehabilitación estructural de cárcavas y bóvedas, y 100 metros de cama de agua en la quebrada El Carmen.
Las acciones también incluyeron la mejora de espacios públicos y recreativos, la restauración de fachadas de locales de emprendedores locales y la capacitación en temas de cuidado ambiental, asegurando que el proyecto tuviera un impacto integral en la calidad de vida y en la revitalización del entorno urbano.
Claudia Hernández es parte de la comunidad Cristo Redentor, y en su vivienda viven 4 personas que ahora tienen un baño propio, que aunque suene como algo esencial como en cualquier hogar, las familias de esta zona de la Colonia Escalón no lo tenían.
"El apoyo fue excelente. Nosotros comenzamos a gestionar con la alcaldía, luego vino la Fundación Rafael Meza Ayau con el proyecto. Gracias a Dios se dio el proyecto, y ayuda a toda la comunidad, más que todo a los niños", aseguró Hernández.
Además, emocionada, agregó que este proyecto comenzó con personas que ya no están. Sin embargo los mantienen en mente, y reconocen que ellos hicieron una parte importante de la gestión. También agradeció al padre de la Parroquia Cristo Redentor que estuvo al tanto de todo el proceso.
Un modelo de impacto colectivo
Este proyecto no solo marca la culminación de una obra de infraestructura sanitaria, sino que también representa un ejemplo concreto de cómo la cooperación entre comunidades, organizaciones civiles, empresas privadas y entidades públicas puede generar transformaciones sostenibles y duraderas.
En ese mismo espíritu de colaboración, el trabajo cooperativo detrás de este cambio sumó más de 1,000 horas de trabajo voluntario, además del desarrollo de manuales de uso y mantenimiento del sistema para garantizar su sostenibilidad. A la par, la ADESCO y el Comité de Proyecto fueron capacitados y conformados como estructuras locales activas mediante la metodología de ayuda mutua, fortaleciendo competencias en liderazgo, gestión comunitaria, mantenimiento y sostenibilidad ambiental.

Gracias a este proceso de formación, la comunidad asumió un papel cada vez más protagónico. Su participación en la toma de decisiones y en la ejecución de las actividades permitió consolidar un modelo de trabajo donde la corresponsabilidad social y el sentido de pertenencia se convirtieron en pilares fundamentales del éxito del proyecto.
Este esfuerzo colectivo fue posible gracias a la articulación de múltiples actores bajo un modelo de impacto colectivo, donde cada institución, aliado y miembro de la comunidad aportó recursos, conocimiento y compromiso. En total, la inversión social que hizo posible el proyecto alcanzó los $652,365 dólares, provenientes de la Fundación Rafael Meza Ayau (FRMA), donantes privados, aliados institucionales y la propia comunidad organizada.
Finalmente, la FRMA lideró todo el proceso junto con FUNDASAL y la Parroquia Cristo Redentor, en coordinación estrecha con la Comunidad Cristo Redentor y la Alcaldía de San Salvador Centro —Distrito 3—, sumando además el apoyo de aliados estratégicos como Agrisal, Dimarti, Fundación SIMAN, World Vision, entre otros. Este entramado de colaboración demuestra que cuando los esfuerzos se alinean bajo un propósito común, las soluciones se vuelven posibles y sostenibles en el tiempo.
“El verdadero impacto nace cuando muchas voluntades se alinean en torno a un propósito mayor. En Cristo Redentor 2, lo que inició como una visión compartida se convirtió en una causa que unió manos, conocimientos y corazones.” — aseguró Carla Meyer, directora ejecutiva de la Fundación Rafael Meza Ayau.
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Un camino de siete años hacia un futuro sostenible
El Proyecto Alto Impacto Cristo Redentor 2 fue el resultado de un proceso planificado y sostenido durante siete años. Desde 2018 hasta 2021 se realizaron los estudios técnicos, diagnósticos y planificación, que incluyeron levantamiento de información sanitaria, diseño de soluciones y búsqueda de financiamiento.
En 2022 se formuló el plan de trabajo conjunto entre FRMA, FUNDASAL y Parroquia Cristo Redentor, incorporando la participación de la comunidad organizada, conformando el Comité de Proyecto y la integración de la ADESCO como actor clave.
Durante 2023 se ejecutó la primera fase, con la construcción de 52 módulos sanitarios y la instalación de la red principal de tuberías, con más de 500 metros lineales de tubería PVC. En este año también se construyó 10 pozos de registro y obras complementarias.

El año 2023 también marcó el inicio de jornadas de ayuda mutua y voluntarios comunitarios, junto a actividades formativas sobre uso y mantenimiento del sistema que se estaba construyendo.
En 2024 se desarrolló la segunda fase de infraestructura y fortalecimiento comunitario. En la parte técnica, se hizo la conexión con ANDA, y en 2025 ha sido la inauguración oficial, con la comunidad completamente conectada al sistema formal de drenaje.
