La historia de Cecilia Aznar, conocida como la asesina de la plancha

Tenía 21 años cuando cometió el crimen, fue condenada a muerte pero el juez decidió imponer la condena de 30 años para que su hijo no quedara huérfano.

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Foto Centro de Estudios Bojanos

Por N. Hernández / Agencias

2020-05-23 11:41:59

Un día de 1916 los periódicos de toda España informaron sobre la huida de Cecilia Aznar de la cárcel de mujeres de Alcalá de Henares, todos recordaban su “crimen de la plancha”, a pesar que ya habían pasado 14 años desde que ocurrió.

Cecilia había sido la única sirvienta de Pascual Manuel Pastor, un caballero acomodado que vivía en la calle de Fuercarral, Madrid.

Una mañana de 1902 Pastor fue encontrado muerto en su cama, su cabeza estaba destrozada y no había señales de lucha, eso denotaba que había sido sorprendido mientras dormía.

Cecilia, quien tenía 21 años, había desaparecido sin dejar rastro. La Policía la buscó durante semanas y cuando el periódico de la época “Blanco y Negro” publicó un retrato de ella vendió miles de ejemplares porque a toda la sociedad le interesaba el caso.

Cecilia, que había matado a Pastor a golpes de plancha para robarle, había huido a Barcelona, dejando aquí y allá rastro de compras y despilfarros. Acabó por ser detenida en Puigcerdá. Convicta y confesa, fue condenada a muerte. Pero el Rey se compadeció del hijo de Cecilia, quien había dejado con sus padres, y conmutó su pena por la de 30 años de prisión, que cumplía en el presidio de Alcalá de Henares. Hasta su rocambolesca (exagerada, extraordinaria) fuga.

Foto Centro de Estudios Bojanos

Después de su primer intento de fuga fue trasladada a una celda de castigo en un ala de la parte antigua del edificio. Una estancia de dos metros cuadrados y sin ventana en la que logró hacer un agujero junto al marco de la puerta con un clavo de gran tamaño y una cuchara. “Arrancó la hembra del cerrojo y de un empujón pudo abrir la puerta y salir”.

En la celda contigua se encontraba la joven Antonia Hernández Martín, de 25 años, que había sido condenada a tres años por adulterio y con quien Cecilia había planeado la fuga durante horas.

“Fácil fue a su compañera franquear la salida a Antonia y entre ambas arrancaron un montante de la escalera, se descolgaron hasta el primer peldaño, descendieron al patio de entrada, pasaron al de la iglesia, cuya puerta no había sido cerrada, por descuido, sin duda, y sin perder momento encaramáronse a una ventana y desde allí a la tapia del patio del lavandero”, relató una publicación de ABC.

Luego usaron tablas para hacer una escalera improvisada y para alcanzar el borde del muro añadieron a una cuerda sábanas y a estas jabón para que se deslizaran sin problema alguno y sin dañar sus manos. Así lograron descolgarse al exterior desde una altura de cuatro metros.

Las fugitivas fueron a caer al campo de equitación militar y desde allí escaparon ya sin obstáculos.

Su fuga fue descubierta a las cinco de la madrugada, con el recuento que hacían las hermanas de la Caridad, encargadas del régimen interior de la cárcel.

Foto Centro de Estudios Bojanos

Pocas horas después, las reclusas fugadas eran detenidas por dos guardias civiles en un lugar próximo a Loeches, a unos 15 kilómetros de Alcalá.

Ambas afirmaron que a la fuga solo las había impulsado el anhelo de gozar de libertad durante un día o dos y añadió Cecilia que además ella había querido demostrar a sus guardianes lo inútiles que eran llaves y cerrojos para aprisionarla.

Cecilia recobró la libertad en octubre de 1926. Tenía 46 años y un hijo que le esperaba fuera, ya hecho un hombre.

Recuperado del archivo de ABC La rocambolesca fuga de la asesina de la plancha

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