Ted Bundy, reconocido como el “adicto al crimen” por su meticulosa forma de asesinar a sus víctimas

Secuestró, violó y asesinó a niñas y mujeres, confesó los homicidios que cometió en siete estados entre 1974 y 1978.

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Theodore Robert Bundy fue un asesino en serie estadounidense que secuestró, violó y asesinó a numerosas mujeres y niñas durante la década de 1970 y posiblemente antes. Foto The Grosby Group

Por N. Hernández / Agencias

2020-05-19 1:59:17

A Ted Bundy le comprobaron 36 muertes y esto lo convirtió en el mayor asesino serial de los Estados Unidos, fue condenado a muerte y cuando vio la silla eléctrica tembló.

En cambio, el segundo criminal del sangriento ranking, no esperó. Condenado al mismo fin, se cortó las venas y se ahorcó en su celda el 2 de diciembre de 2012, mientras en el tribunal lo juzgaba por el asesinato de Samantha Koenig, que acabó por ser su ineludible ratonera.

Israel Keyes empezó a asesinar en Richmond el 7 de enero de 1978 y se identificaba como Bundy. Además, llevaba una marca de fuego como las de las  reses. En su curriculum figuraba como asesino, violador, pirómano, ladrón, asaltante de bancos y los policías después de uno de sus asesinatos en Oregón lo definieron como “mentiroso, desfachatado y capaz de negociar sus crímenes”.

“Todo parecía lloverle. Se encogía de hombros, se reía a carcajadas y encaraba los interrogatorios como una función de circo” dijo uno de los policías, según publicación de Infobae.

Cuando Keyes elegía su víctima preparaba y escondía un kit de muerte dentro de un balde. Ahí tenía armas silenciosas, bolsas plásticas, cinta adhesiva ancha y cuando estaba en la casa de la víctima cortaba los cables de teléfono.

Keyes fue militar durante dos años en Fort Lewis, Fort Capote y Egipto, obtuvo cinco premios y otras condecoraciones. Sus compañeros lo describieron como tranquilo y reservado y los fines de semana bebía a solas mientras escuchaba un indeseable grupo llamado Los Pavos Dementes.

Fue detenido como sospechoso de asesinato y acabó por confesar que mató a cuatro personas en Washington y una en Nueva York. Se le atribuyó más de 15 asesinatos a sangre fría y varios cuerpos fueron encontrados.

Su último asesinato empezó el primer día de enero de 2012 con el secuestro de su última víctima Samantha Koening de 18 años. Ella trabajaba en un kiosco en Anchorange, Alaska, un día después la mató en un cobertizo.

Según los informes policiales descuartizó el cadáver en el lago de Matanuska, amparado por la distancia entre Alaska y las grandes ciudades del vasto territorio norteamericano. Dos meses después del asesinato fue capturado en una playa de Lufkin, Texas, por usar una tarjeta de crédito de Koening que la policía rastreaba desde Nuevo México y Arizona.

Uno de los psicólogos forenses describió al criminal como “una especie de adicto al asesinato” porque cazaba a sus víctimas en lugares remotos como senderos, campamentos, pequeñas ciudades y a veces parques.

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Según la investigación, mataba a sus víctimas a golpes o las estrangulaba. En una reciente entrevista difundida por el FBI, el hombre recordó con detalle sus crímenes e incluso dibujó los rostros de algunas de sus víctimas.