Samuel Little es un antiguo boxeador de 79 años y es considerado uno de los mayores asesinos en serie de la historia de Estados Unidos, según los analistas del FBI.
Cumple tres cadenas perpetuas en una cárcel de Texas, desde donde ha hablado con detalles sobre su macabro historial. Recuerda nombres, fechas, lugares y circunstancias en las que mató a sus víctimas, muchas de ellas mujeres.
Little no ha tenido ningún problema en confesar 93 asesinatos que cometió durante 1970 y 2005, la mayoría fueron mujeres jóvenes, y hasta la fecha aún puede enumerar con frialdad los lugares donde se llevaron a cabo los asesinatos e incluso ha sido capaz de dibujar los rostros de algunas de sus víctimas.
Lo único que le ha sido imposible es establecer una cronología para sus atrocidades, en ese aspecto le falla la memoria y a pesar que ha confesado 93 crímenes, el FBI solo ha podido confirmar 53.
En una de las entrevistas con el FBI, Little da detalles de cómo conoció y luego asesinó a una de sus víctimas en Louisiana en los años ochenta. La describe como una mujer “alta y amigable” a quien conoció en una fiesta.
“Es la única a quien he ahogado”, dijo Little sin inmutarse, al referirse a la manera en que asesinó a la joven en un río.
Little también es conocido como Samuel McDowell y fue arrestado por primera vez en 2012 en un albergue para personas sin hogar en Kendtucky. Luego fue enviado a California, cuando se estaba investigando un caso por asunto de drogas.
La sorpresa fue que al comparar su ADN la policía logró vincularlo con tres investigaciones de asesinatos de mujeres que no estaban resueltas en Los Ángeles entre 1987 y 1989. Las tres víctimas habían sido golpeadas y estranguladas.
Little fue condenado por las tres muertes a cadena perpetua, pero “aunque está en prisión, el FBI cree que es importante buscar justicia para cada víctima, cerrar todos los casos posibles. (…) Durante muchos años, Samuel Little creyó que no lo atraparían porque pensó que nadie estaba contando a sus víctimas”, señaló Christie Palazzolo, analista de delitos del FBI.
Según las investigaciones, mataba a sus víctimas a golpes o las estrangulaba, después abandonaba sus cuerpos en una cuneta, garaje o arrojándolo por un acantilado. Al no usar más arma que su fuerza brutal, muchos de sus homicidios fueron considerados entonces como sobredosis, accidentes o causas naturales.
“Muchas de las muertes de sus víctimas fueron declaradas por sobredosis o atribuidas a causas accidentales o indeterminadas y algunos de los cuerpos nunca fueron encontrado”, se lee en la página del FBI.
Fue posible vincular los casos porque se encontró un patrón y nexos convincentes con muchos otros asesinatos. Entre ellos, la mayoría era “mujeres vulnerables y marginales dedicadas a la prostitución y adictas a las drogas”.
Hace meses, Little fue interrogado de nuevo, accedió a cooperar a cambio de un traslado penitenciario. Así fue como el FBI y los Rangers de Texas pudieron ubicar algunos de los casos que aún siguen en investigación.
“Repasó ciudades y estados y les entregó a los ‘rangers’ el número de personas que mató en cada lugar. Jackson, Misisipi, una; Cincinnati, Ohio, una; Phoenix, Arizona, tres; Las Vegas, Nevada, una”, explicó Palazzolo.
En total, Little confesó otros 90 asesinatos en un lapso de 35 años y repartidos por toda la geografía estadounidense. De ellos, se han podido verificar 50, pero aún quedan muchas confesiones por confirmar.