Este martes, una corte rusa sentenció que Alexéi Navalny deberá cumplir una pena adicional de nueve años de prisión, además de su condena original de dos años y medio.
Este juicio ha sido considerado como políticamente motivado por organizaciones de derechos humanos, las que consideran que el gran “pecado” de Navalny es haber hecho oposición abierta al régimen del presidente ruso, Vladimir Putin.
Este opositor guarda prisión desde 2020 cuando retornó de Alemania, donde fue tratado de emergencia por un envenenamiento con el agente químico Novichok, algo por lo que el mismo opositor culpó al régimen de Putin.
En febrero, los fiscales del caso anunciaron que buscaban una pena de 10 por desacato y malversación de fondos en su Fundación Anticorrupción, la cual incomodó al gobierno con sus investigaciones sobre la riqueza no reportada del presidente ruso. Esto lo colocó en el ojo del huracán.
Esta organización que ha liderado el reconocido activista fue considerada una institución terrorista en su país, por lo que todo aquel que mostrara apoyo a su causa también podía enfrentar penas de prisión.
Pero esto no ha implicado que su organización retroceda en su trabajo. Mientras Navalny estaba recibiendo su sentencia adicional de cárcel, su organización estaba presentando nuevos hallazgos de un megayate en construcción en Italia que supuestamente pertenece al presidente Putin, cuya riqueza es secreta pero presumiblemente abultada.
Esta sentencia llega junto a una ola de represión de organizaciones de sociedad civil y periodistas que desafían la línea oficialista con respecto a la invasión de Ucrania, la cual se aproxima a su primer mes y ha estado llena de crímenes de guerra y múltiples abusos a derechos humanos fundamentales.