“Avatar: Fuego y cenizas” llega a los cines apostando por la familia y un nuevo conflicto en Pandora

Dieciséis años después del estreno de Avatar (2009), James Cameron regresa al universo de Pandora con “Avatar: Fuego y cenizas”, la tercera película de la saga, con una duración de 3 horas y 14 minutos. El filme apuesta nuevamente por un despliegue visual ambicioso y por temas que han sido la columna vertebral de la franquicia: la relación con la naturaleza, la identidad y el conflicto entre mundos opuestos.

A continuación, cinco elementos clave de esta nueva entrega.

Una historia centrada en la familia

La película vuelve a situar al espectador en Pandora, hogar de los Na’vi, humanoides de piel azul cuyas riquezas naturales continúan siendo codiciadas por los humanos.

Jake Sully (Sam Worthington), exmarine que abandonó su vida humana para integrarse al pueblo Na’vi, enfrenta ahora el duelo por la muerte de su hijo mayor, asesinado en la batalla contra la RDA (Administración de Desarrollo de Recursos) al final de la película anterior. Junto a su esposa Neytiri (Zoe Saldaña), sus tres hijos y Spider —un joven humano al que han acogido— deberá afrontar nuevos desafíos.

“Vemos a los hijos afirmarse y tratar de encontrar su lugar en un mundo donde son mestizos. La madre es 100% Na’vi, una tradicionalista pura y dura. El padre viene de otro sistema estelar”, explicó Cameron durante una rueda de prensa en París.

El director definió a la familia como “refugiados, esencialmente migrantes desplazados”, una situación con la que, asegura, muchas personas pueden identificarse.

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Una nueva antagonista en Pandora

En su travesía, los protagonistas se encuentran con los Mangkwan, conocidos como el pueblo de las cenizas, una comunidad Na’vi cuyo territorio fue devastado por un volcán y que ahora sobrevive mediante el saqueo.

Este grupo está liderado por Varang, interpretada por Oona Chaplin, nieta del legendario Charles Chaplin. El personaje introduce un matiz distinto en la visión de los Na’vi, mostrando un lado más oscuro y violento, alejado de la imagen de armonía absoluta con la naturaleza que había predominado en la saga.

Varang “se cree una reina, pero está hundida en la desesperación al ver sus tierras cubiertas de cenizas, donde toda forma de vida está condenada a desaparecer”, explicó Chaplin.

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El mensaje ecologista vuelve al centro

La resistencia de los habitantes de Pandora frente al “pueblo del cielo”, como llaman a los humanos de la RDA, vuelve a ser un eje central. En esta ocasión, la corporación busca cazar a los Tulkuns, criaturas marinas gigantescas y pacíficas, dotadas de conciencia, para extraer de su cerebro la amrita, una sustancia de alto valor comercial.

Cameron recordó que la historia original de Avatar, escrita en 1995, ya tenía un fuerte mensaje medioambiental. “Llevaba un mensaje muy medioambiental, mucho más explícitamente, creo, que las historias siguientes”, reconoció el cineasta, conocido por su activismo ecológico.

Sigourney Weaver, quien interpreta a Kiri, establece un paralelismo con la realidad actual: “Sentimos que la urgencia está aumentando en nuestro mundo porque el océano está sufriendo, y no podremos vivir sin el océano”.

Sin inteligencia artificial generativa

Aunque el debate sobre la inteligencia artificial domina hoy la industria audiovisual, Cameron aclaró que esta tecnología no fue utilizada en las películas de Avatar.

“No reemplazamos a los actores”, afirmó, defendiendo su técnica de performance capture, desarrollada por él mismo, que permite trasladar con precisión las interpretaciones de los actores a los personajes digitales.

Críticas recurrentes al guion

Como ocurrió con las entregas anteriores, algunas críticas apuntan a un guion considerado simple, maniqueo o repetitivo. El propio Cameron se refirió al tema con humor: “Solo tuve unas cinco buenas ideas en mi vida. Me limito simplemente a rehacerlas una y otra vez”.

Con Avatar: Fuego y cenizas, James Cameron apuesta por reforzar el universo que ha construido durante más de una década, confiando en que el espectáculo visual y su mensaje ecológico continúen conectando con el público mundial.