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El Festival de la Cochinita llenó de sabor, música y tradición el parque central de Atiquizaya, celebrando el legado afrodescendiente salvadoreño.

Festival de la Cochinita en Atiquizaya: sabor, historia y orgullo afro

El Festival de la Cochinita en Atiquizaya honra más que un platillo: celebra identidad, legado afrodescendiente y la fuerza de una comunidad salvadoreña.

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Por Betty Carranza
Publicado el 27 de octubre de 2025

 

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Cada domingo en Atiquizaya se desayuna cochinita: cerdo horneado durante 12 horas, acompañado de arroz y pan francés. Esta tradición ancestral fue celebrada en grande durante el Festival de la Cochinita, que tuvo su tercera edición el 26 de octubre. El evento reunió gastronomía, música afro, moda y cultura en el Parque 5 de Noviembre. Fue organizado por la Fundación AFROOS para visibilizar el legado afrodescendiente. Entre las cocineras destacadas estuvo niña Mary, de 80 años, quien lleva tres décadas preparando el platillo. El festival honra la identidad salvadoreña a través del sabor, la historia y la fuerza de su gente.

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Cada domingo en Atiquizaya, Ahuachapán Norte, el aroma del cerdo al horno despierta al pueblo desde las cinco de la mañana. Es día de cochinita, una tradición culinaria profundamente arraigada que ha sido preservada por generaciones. Pero una vez al año, esta costumbre trasciende lo cotidiano y se transforma en una gran fiesta: el Festival de la Cochinita.

Este domingo 26 de octubre se celebró la tercera edición de este evento que rinde homenaje al sabor, la memoria y la identidad afrodescendiente del occidente salvadoreño. El parque 5 de Noviembre, ubicado junto a la Parroquia Inmaculada Concepción de María, fue el epicentro de una jornada que combinó gastronomía, cultura y comunidad.

La cochinita, ese suculento platillo elaborado con carne de cerdo cocinada por 12 horas en horno de barro y leña, fue el alma del festival. “Tiene un legado de más de 300 años”, explica Ana Yency Lemus, directora de la Fundación Afrodescendientes Organizados Salvadoreños (AFROOS), entidad organizadora del evento. “Este plato tiene raíces en la cocina afrodescendiente. En Atiquizaya se ha conservado como símbolo de dignidad, identidad y resistencia cultural”.

Así se vivió el Festival de la Cochinita en Atiquizaya. ¿Ya has probado este plato típico de este distrito? Conoce su historia acá. Vídeo: Steven Anzora.

Durante el festival, seis puestos ofrecieron su versión del platillo por apenas dos dólares el plato. Los comensales lo disfrutaron acompañado de arroz y pan francés recién horneado, tal como se consume todos los domingos en este municipio. “Aquí es a las seis de la mañana, los días domingo. Pero hoy, en este festival, tenemos la oportunidad de comerlo a cualquier hora”, comentó Lemus con entusiasmo.

El ambiente fue vibrante. Las calles aledañas al parque estaban llenas de vida, con stands coloridos que ofrecían desde minutas hasta artesanías. No faltaron las pupusas, el chuco, las quesadillas ni los vinos artesanales. El evento fue además un mosaico cultural con presentaciones de danza y música africana, una pasarela de moda del diseñador Diego Chacón (Azul Pipil) con trajes teñidos en añil y delegaciones de Colombia, Costa Rica, Guatemala, Belice y México.

Uno de los momentos más emotivos fue la entrega de reconocimientos a las “guardianas de la cochinita”, mujeres que cada semana mantienen viva esta tradición culinaria. Entre ellas, destaca con cariño y admiración una figura icónica: la niña Mary de Figueroa, quien lleva más de 30 años preparando cochinita desde su hogar.

Niña Mary: la esencia del sabor y la historia

Niña Mary, de 80 años, junto a su familia, mantiene viva la tradición de la cochinita en Atiquizaya, con más de 30 años de preparar el platillo cada domingo.
Niña Mary, de 80 años, junto a su familia, mantiene viva la tradición de la cochinita en Atiquizaya, con más de 30 años de preparar el platillo cada domingo. / Foto elsalvador.com

A sus 80 años, niña Mary representa no solo la memoria gastronómica de Atiquizaya, sino también la fuerza de una mujer salvadoreña que, desde la necesidad, construyó un legado. “Nadie me enseñó. Yo me las ingenié por salir adelante con mis hijos”, cuenta con orgullo. Su negocio, “El sabor de la niña Mary”, inicia cada sábado a las 5 de la tarde, cuando enciende el horno de barro. Doce horas después, la carne de cerdo está lista: suave, jugosa, deshecha por el calor y el tiempo, sazonada con tomates, ajos, chiles, relajo molido y un toque de margarina. “El secreto está en el horno de barro y en el amor que le ponemos”, dice.

Madre de cuatro, abuela de doce y bisabuela de siete, su receta es también un acto de amor familiar. “Con sacrificios los he sacado adelante. Hago panes rellenos, empanadas, pastelitos… y así los fui criando”, relata mientras sus nietas y nuera la ayudan en la venta.

Una experiencia que despierta todos los sentidos

Para muchos, asistir al Festival de la Cochinita fue una experiencia reveladora. Andrés Landaverde, originario de Santa Tecla, lo vivió por primera vez. “Está bien rica. Buen sabor, fácil de comprar y comer. ¡Qué buena experiencia poder sentarme con la bolsita en la mano y el pan francés cerca!”, exclamó entre sonrisas. Su hermana, Irene, también quedó encantada: “Se siente la sazón, se siente que está fresco. Esta salsita me recuerda a los caldos salvadoreños, pero tiene un saborcito distinto, delicioso”.

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Más allá del sabor, el festival transmite una energía especial. Es una muestra de cómo la comida puede ser un vehículo de memoria, de encuentro y de afirmación cultural. “Este festival no solo rescata nuestra gastronomía ancestral”, afirma Yency Lemus, “también promueve el turismo, la economía local y fortalece el tejido social desde lo afro”.

El Embajador de Colombia en El Salvador recibió un reconocimiento por su apoyo al legado afrodescendiente durante el Festival de la Cochinita en Atiquizaya.
El Embajador de Colombia en El Salvador recibió un reconocimiento por su apoyo al legado afrodescendiente durante el Festival de la Cochinita en Atiquizaya. / Foto elsalvador.com

El evento incluyó una emotiva ceremonia donde se le entregó un reconocimiento al embajador de Colombia, Carlos Rodríguez Bocanegra, por su apoyo a la cultura afrodescendiente en El Salvador. El obsequio fue una pintura que simboliza el legado de la cochinita: un platillo que no solo alimenta, sino que une y honra.

Una invitación a descubrir lo auténtico

Si querés vivir esta experiencia, cualquier domingo podés madrugar y probar la cochinita en Atiquizaya. Eso sí, llegá temprano, porque “a las 7 ya no hay”, advierte Lemus. Podés buscar en Google “cochinitas Atiquizaya” para conocer los puntos de venta: desde el mercado, hasta la colonia La Quinta o las inmediaciones de la escuela Sucre.

El festival ofreció música de marimba, moda con identidad, visitantes de varios países y sabor auténtico en cada porción de cochinita compartida con alegría.
El festival ofreció música de marimba, moda con identidad, visitantes de varios países y sabor auténtico en cada porción de cochinita compartida con alegría. /Fotos elsalvador.com

El Festival de la Cochinita es, sin duda, una cita con el sabor, la historia y el alma salvadoreña. Una oportunidad para celebrar nuestras raíces, honrar a nuestras mujeres y compartir con orgullo un pedacito de lo que somos.

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