Después de superar una hemorragia producto de várices esofágicas en agosto pasado, el reconocido bailarín salvadoreño se recupera en medio de una dura realidad, que ha minado la economía doméstica de todo el sector artístico-cultural del país.
Los artistas nacionales, como él, se han visto obligados a buscar nuevas fuentes de ingresos para sostener sus hogares desde que se decretó el confinamiento obligatorio por coronavirus el pasado mes de marzo.
Lo más difícil para Bonilla ha sido asimilar que la forma de impartir clases de danza no volverá a ser la misma, sobre todo para los bailarines especializados en géneros como el clásico y el tango, que conllevan una interacción muy cercana entre los bailarines. “No es lo mismo que hacer una clase formal…”, enfatizó en entrevista con Trends.
Para él es impensable crear sus coreografías y realizar los ensayos a través de las plataformas digitales, por eso la apertura de su Studio Ballet es incierta. No obstante, su compañía de baile ha comenzado a trabajar en actividades bien puntuales, pero espera que en noviembre y diciembre las ofertas de trabajo incrementen.
Con ellos sí ha logrado trabajar de forma digital, porque ya tienen un conocimiento básico de las diferentes coreografías que ofrece el ballet.
Sin embargo, no todas son malas noticias. En octubre pasado, su maestra y amiga Alcira Alonso le propuso volver a trabajar juntos a finales de este inusual 2020. La propuesta le ha llenado de ilusión y las ideas han comenzado a danzar en su mente. “Ella está encantada…”, manifestó. Bonilla y Alcira se conocen desde que el bailarín tenía 16 años.
Asimismo, y pese a la crisis de salud que enfrentó, ha logrado mantener su cargo de asesor cultural de la Secretaría Cultural de la alcaldía de San Salvador. Y aunque la crisis económica que han arrastrado los concejos edilicios a nivel nacional lo han enfrentado a los cobros incesantes de proveedores y artistas, los proyectos municipales artístico-culturales han vuelto a surgir y eso lo anima.
Para poder financiar los medicamentos, la asistencia médica y la dieta especializada que necesita para concluir con éxito su recuperación ha tenido que vender parte de sus pertenencias, que algunos de sus conocidos han adquirido con gusto.
Asimismo, se ha unido a otros artistas y amigos para crear fuentes de ingresos que les permitan salir avante de la crisis económico por coronavirus. Es así que Bonilla y su hermana Teresita también le han apostado a la venta de miel de abeja y tapabocas de diseñador.
La miel es producida en San Miguel y las mascarillas de tela son fabricadas por el bailarín y amigo Juan Carlos Hernández. Bonilla también ha invertido el tiempo en casa para recuperar su salud jardineando, cocinando y elaborando manualidades.
Otra opción que han aprovechado él y su hermana es alquilar el vestuario y los disfraces que han acumulado a través de los años.
Los interesados en apoyar a este reconocido bailarín y gestor cultural pueden conectarse con él o su hermana a través de sus redes sociales o de su Whatsapp 7778-5836.