“Tomé valor cuando me dijeron que el seno se podía reconstruir”: Elba de Torres y su valiente testimonio

Elba de Torres, de 62 años, se enfrentó a una cirugía para superar el cáncer de mama y luego se colocó un tatuaje: un testimonio lleno de coraje

Elba es sobreviviente de cáncer de mama. Cuenta que siempre realizó chequeos constantes pero nunca esperó ser diagnosticada con la enfermedad.

Por Evelyn Chacón

2020-10-18 10:50:29

Elba de Torres tiene 62 años, es esposa, madre, profesional, creyente y muestra con orgullo su seno con un tatuaje. Nada tiene que ver con moda o vanidad, sino como recordatorio de su lucha contra el cáncer y el camino para vencerlo. Este es su testimonio:

“El día que me tocaba mi mamografía de control, a las 7:00 de la mañana, se me olvidó. Tenía programado un viaje, cuando salgo de San Martín tenía que pasar por Ilopango; entonces le digo a mi esposo que pasáramos al Seguro para reprogramar la cita. La persona que me atendió, esa tarde, me dijo: ‘Si quiere se la reprogramo ya’. Ahí es donde empieza. La persona que da la hojita con los resultados me dice: ‘usted no se vaya todavía’. Ahí es donde uno empieza a pensar… ¿qué pasa?

Me volvieron a tomar el examen y, entonces, la técnico me dice: ‘usted es sospechosa de cáncer’. Ahí comienza la angustia, qué será, cómo estará, no me palpaba nada.

Solo le conté a mi esposo. Como los resultados se tardarían, tuvimos tiempo de hacer el viaje programado para una peregrinación.

Al regresar lo primero que hice fue ir al Seguro. La mamografía la tenía la trabajadora social, porque las cosas ya habían cambiado, me dijeron que tenía un problema y debía pasar con el ginecólogo. Él me remitió al (hospital) Primero de Mayo, luego vienen los estudios, hacer la biopsia y todo va urgente.

El resultado de la biopsia tarda 15 días; mientras tanto uno está esperando y pidiendo a Dios que la cosa no sea tan grave. Lo mantenía en silencio con mis hijos porque no quería afligirlos.

Soy católica practicante y les dije a mis hermanos de comunidad que me habían diagnosticado cáncer y que oraran por mí. Ellos empezaron a orar. Yo empecé a sentir paz y tranquilidad.

A los 15 días me dieron los resultados de la biopsia y ocho días después tenía la cita con el oncólogo. Luego, más exámenes. Uno pasa en el Seguro prácticamente. Mi esposo andaba conmigo. El apoyo de la familia es importante pero aún no le decíamos a nuestros hijos, para no angustiarlos.

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Pero mi esposo estaba muy mal. Una vez tomó y mi hija le preguntó: ¿papá y usted por qué está tan mal? Y él le respondió: “Es que tu mamá tiene cáncer”.

Yo siento que hay un momento en que es peor para la familia que para quien lo tiene.

Pero después de que todos se enteraron, mis hijos, mi nuera, mi yerno, oraron conmigo. Eso nos acerca como familia, nos acerca a Dios. La ayuda de la familia es importantísima.

"Yo me siento normal. No es tan fácil decir, yo tuve cáncer, de hecho yo no lo digo, no lo cuento, pero pende en las personas que están pasando esta experiencia, porque el cáncer es cruel, pero si le tocó a uno hay que enfrentarlo"

Elba Torres, .

El oncólogo me dijo que el cáncer no estaba tan avanzado. En noviembre me dijo que me dejaría para intervenirme en febrero.

Fui con el sacerdote a que me aconsejara y le conté que me habían diagnosticado cáncer. ¡Elba!, me dijo.

Yo leí en internet, en una asociación, que lo ideal sería que en la cirugía que le están extirpando la mama deberían reconstruirla. Yo solo deseé que así fuera conmigo.

El sacerdote me confirmó que sí se podía hacer aquí. Yo ya me miraba sin la mama, ya me miraba así y solo decía ¡Dios mío!

En una de las citas le pregunté al oncologo si era posible la reconstrucción y el solo me dijo: ¡Santo Dios! Y me dio la referencia con el cirujano plástico William Chicas.

Él me evaluó y me dijo que sí era candidata para hacer la reconstrucción. Inmediatamente me quitaron el tumor. Bien recuerdo cuando me entraron a la sala de operaciones, yo sentía tranquilidad porque me decía que gracias a Dios no iba a ver eso, yo ya había visto a otras personas así, sin sus senos.

Desde el momento que me dijeron que me podían hacer la reconstrucción yo estaba feliz, los ánimos se me levantaron, ya tuve el valor de decirles a mis hijos lo que me iba pasar en la operación.

Yo soy casada. ¡Mi esposo! ¡Dios mío! !Ver eso! Aunque ellos (esposos o parejas) le dicen a uno “no te preocupes, vos tranquila”, pero uno sabe que no es lo mismo. En la cirugía me bastaba con que me hicieran la mama, aunque no tuviera pezón. Pero el cirujano me dijo que había otra cirugía para hacerme el pezón.

Yo no quería entrar otra vez a cirugía, pero por curiosidad lo hice. Luego me dice: ‘ahora hay que hacerle la aureola’. ¡La aureola también! ¿Pero cómo la hacen? Ahí el oncólogo me dijo que había dos posibilidades. Una era un tatuaje o que me la hiciera un cirujano.

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Yo le pregunte al doctor Chicas qué quedaba mejor, y él me dijo que el tatuaje.

Entonces fui a que me lo hicieran. Le pregunté a una sobrina y ella me recomendó un lugar. Yo fui al lugar para ver las medidas de higiene, permisos de seguridad, cómo trabajaban, les hice muchas preguntas, ellos me mostraron el material esteril; después les dije que llegaría al siguiente día. Cuándo les explique mi caso, ellos entendieron lo que quería.

Cuando me veo sin ropa digo: qué maravilla lo que hace Dios. El proceso valió la pena”.