Entre quimioterapias y tareas de la universidad, Majo Castro venció el cáncer y logró terminar su carrera

Un doctor le dijo que no pospusiera su cirugía por asuntos de la universidad, "que de todos modos moriría", contó la joven.

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Majo se graduó como licenciada en Relaciones Públicas y Comunicaciones con especialización en Diseño Gráfico. Foto EDH / Húber Rosales

Por Vanessa Jurado

2019-07-02 6:34:25

“¿Por qué yo?”, “¿Por qué a mi edad?”, “No hay historial en mi familia”, “¿por qué me pasa esto?”. Fueron solo algunas de las preguntas que cruzaron por la mente de María José Castro, tras ser diagnosticada a sus 22 años con carcinoma papilar invasivo grado 3, un tipo de cáncer de mama que medicamente aparece en la mujer después de los cuarenta o los cincuenta años, poco frecuente, a temprana edad, como le sucedió a María José.

De acuerdo con el Dr. Leandro Rodríguez, en el año 2018, el Hospital Nacional de la Mujer, cerró con aproximadamente 30 pacientes menores de 30 años con cáncer de mama, y este año, ya se registran, hasta la fecha 10 pacientes menores de 30 de años.

En dicho hospital se atiende a un 80% de pacientes con cáncer de mamá a nivel nacional. Majo, como cariñosamente le llaman, entró en el reducido grupo de casos con cáncer de mama a temprana edad.

Fue en 2017, justo cuando empezaba su proceso de grado en la universidad y después de consultar por un bulto que se encontró en el seno cuando se autoexaminaba, que se enfrentó a una dura realidad, además de llevar la carga académica para lograr graduarse, debía de luchar contra un cáncer invasivo.

El proceso indudablemente no le fue fácil, en la carrera por llegar a la meta de uno de sus sueños personales, se encontró con un obstáculo, que por un momento nubló su camino, pero no le quitó su valentía para enfrentarse al difícil diagnóstico y lograr graduarse de licenciatura en Relaciones Públicas y Comunicaciones, con especialización en Diseño Gráfico.

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“Estaba sacando el proceso de graduación de la U, llevar esa carga y la enfermedad fue difícil, porque a veces eran días que quería descansar o estar acostada y no podía”, relata Majo.

“Llegué sin saber absolutamente nada del proceso que comenzaría (quimioterapias). Me cambió la vida, son tantos recuerdos que se me vienen a la mente que digo, a la edad de 22 años pasar por todo esto, creo que no cualquiera”, sostiene.

Tras someterse a una serie de chequeos e iniciar sus quimioterapias, Majo se enfrentó a una de secuelas más duras del tratamiento, cuando en su cumpleaños comenzó a perder su cabello.

“Fue difícil levantarme verme sin pelo, sin cejas, sin pestañas, fue una gran impresión, a veces no quería salir de la casa, no quería ir a la u, pero si me atrasaba me iba a tardar un año más y ya no iba a graduarme”, reflexionaba.

Para la fotografía de su título Majo decidió no usar peluca. Foto Húber Rosales

En su proceso también se enfrentó a la decisión de someterse a la mastectomía (cirugía para extirpar la glándula mamaria). “Aceptar que me estaban quitando una parte de mi para vencer el cáncer y sobrevivir, fue crucial en mi vida”, asegura Majo.

¿Universidad o “morir”?, las palabras de un doctor

Majo ya tenía fecha para la mastectomía, pero solicitó reprogramarla para no perder un módulo de su proceso de graduación, su oncólogo, le dijo que su caso se llevaría a comité (reunión de todos los doctores). Unos sí accedieron, pero hubo un doctor que le dijo: para qué reprogramar cirugía por cosas de la universidad, si de todas maneras algún día me podía morir”, recuerda Majo.

Cuenta que tras escuchar esas duras palabras, firmaron una carta y los doctores aceptaron dar una quimioterapia más, para luego proceder a la mastectomía.

Sus ganas de obtener su título era tan claras que con todos los malestares que tenía, incluso las fuertes palabras que recibió del médico, no dejó de responder a cada una de sus obligaciones como estudiante universitaria y paciente oncológica.

Foto Húber Rosales

Relación paciente-médico

“Un paciente tiene sus propios sueños, nosotros a veces cometemos el error de que queremos dar recomendaciones, de lo que yo como médico quiera. Lo mejor es siempre respetar las expectativas del joven, no debemos cohesionar al paciente”, dice el Dr. Leandro Rodríguez.

Agrega que “la oncología ya debe de dejar de ser “paternalista”, donde el paciente no puede opinar ni decidir. Es algo que tenemos que educar. Mi deber, no es obligarlo a que tome una decisión es orientarlo a que tome una buena”, asegura.

A pesar de las fuertes palabras que recibió Majo de uno de los médicos, asegura que contó con el apoyo de su doctor de cabecera, quien comprendió su anhelo de culminar su carrera universitaria.

“Tuve mi defensa final en noviembre 2017, gracias a Dios la pasé con 9.2. Siento que cada segundo del sufrimiento valió la pena”, dice con orgullo Majo.

Majo contó con el apoyo incondicional de su madre Morena Castro. Foto Húber Rosales

Para la mamá de Majo, Lorena Castro saber que su hija luchaba con el cáncer “fue una prueba difícil pero siempre con la confianza en Dios. Lo más difícil fue cuando la diagnosticaron y comenzaba su especialización, que era en diseño y pasaba horas preparando sus proyectos, aún con dolores. Ella quería lograr su objetivo, a uno le tocaba apoyar moralmente”.

Fue como un mal sueño. A pesar del sufrimiento y por un momento querer abandonar el tratamiento, nunca perdió la sonrisa ni las ganas de salir adelante. La mayor bendición es verla feliz con salud y su carrera coronada, vemos que su esfuerzo no fue vano”, dice contenta la mamá de Majo.

Majo venció el cáncer de mama a finales de 2017 y en 2018 logró cumplir su sueño de graduarse con un título universitario, ahora entre sus proyecciones está encontrar un empleo que le permita aplicar todos sus conocimientos adquiridos y crecer como una profesional exitosa. 

“Entendí que los planes de Dios son correctos y son perfectos, aunque no quiera, él sabe porqué lo hizo, el propósito es para concientizar a las personas que el cáncer no tiene edad, el cáncer te puede atacar en cualquier momento. Me pasó a los 22 años”, asegura.