Cómo lograr que los niños coman, supera los errores más comunes

Niños entretenidos en teléfono o en una tableta mientras comen y usar la comida como premio o castigo son parte de los errores que los padres cometen en la educación alimentaria. En este artículo te contamos qué hacer para que los pequeños tengan buenos hábitos alimenticios.

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Foto EDH / Shutterstock

Por M. De la o / EFE

2019-11-16 8:05:36

La tecnología, los estilos de vida apresurados y diferentes distracciones están pasando factura en la alimentación, y no sólo en los adultos sino también en los niños, ya que es en la familia donde se forman los hábitos alimenticios. De allí que ya es costumbre ver a los niños comiendo y atentos en sus dispositivos móviles, uno de los errores más común, de acuerdo a los expertos en nutrición.

La principal problemática, según Healthy Children, es que los niños no son conscientes del proceso de alimentación y tampoco desarrollan las habilidades sociales que conlleva compartir una mesa.

“Los niños quieren jugar, moverse, conocer a otros niños (…) y la solución de la tableta o el móvil surge cuando queremos llevarlos a un contexto que no es el suyo: sentarlos durante dos horas en una mesa rodeados de adultos y que no nos molesten”, consideró el dietista-nutricionista Aitor Sánchez en el artículo “Comer viendo el móvil y otros errores en la alimentación infantil”, de EFESALUD.

En dicha nota se abordan los principales desaciertos que los padres comenten a la hora de alimentar a sus hijos y desglosa:

¿Tenemos que obligar a comer al niño?
El “esto no me gusta” o “no tengo hambre” son dos de las frases comunes a la hora de comer, pero ¿hay que obligarles a comer?

“La Academia Americana de Pediatría recomienda no obligar a un niño a comer. No se trata de un correctivo”, explicó dietista-nutricionista Lucía Martínez, y añadió que si el niño se queda con hambre lo hará saber, así que es mejor esperar a que el pequeño exprese dicha necesidad.

Para la nutricionista, cuando a un niño se le obliga a comer o se le distrae con la tele para ir metiéndole cucharadas en la boca se corre el riesgo de “cargarnos el mecanismo de apetito y saciedad que les indica cuándo tienen hambre y cuándo parar”; y el problema es que así se forman las relaciones poco saludables con la alimentación.

El capricho ante la comida de parte de los infantes es otra experiencia usual, pero para Martínez es responsabilidad de los cuidadores tener en casa opciones de alimentos que sean saludables, así no habrá tentaciones.

“Dejemos que elija, pero controlando la oferta”, subrayó la dietista.

La comida como premio o castigo
Los nutricionistas hicieron hincapié en que nunca se debe utilizar la comida como premio o castigo.
“Además el premio nunca es una manzana, es comida insana como golosinas, mientras que el castigo serán las lentejas o las acelgas. Lo malo te lo doy como premio y lo sano como castigo, una incongruencia”, señaló Lucía Martínez.

La dietista advirtió de que usar la comida como premio o castigo también nos puede predisponer a tener una mala relación en el futuro con la comida.

“No usemos la alimentación, que es algo absolutamente necesario, a modo de chantaje como tampoco lo hacemos con obligaciones diarias como vestirse o bañarse”, agregó.

Además, al caer en el error de usar la comida como castigo facilita la aparición de fobias alimenticias, asegura el sitio Obesidad Infantil de Consumer España.

Foto EDH / Shutterstock

Involucrar a los niños en la comida
Las normas son necesarias para que el niño conozca los límites, unas normas que deben cumplir todos, pequeños y adultos, pero ante esto Obesidad Infantil explica que se debe tener cuidado, ya que el momento debe ser relajado —no por ello carente de algunas normas—, de encuentro familiar, de diálogo y de disfrute personal.

Martínez y Sánchez señalan que lo mejor es incluir a los pequeños en las diferentes facetas de la alimentación: a la hora de pensar el menú, ir a comprar, cocinar, emplatar y decorar.

En su libro “¿Qué le doy de comer?”, los autores advierten de que esa participación activa no se convierta en una alternancia (“Un día hacemos el plato que toca y al siguiente hacemos tu comida favorita”, por ejemplo).

Ese modelo de elección alternativa ya está predisponiendo al niño a que elija la comida “compensatoria” porque el plato familiar será el saludable.

Hay que tomar medidas y comportamientos ejemplares para dar al niño una educación alimentaria que le ayude a protegerse ante el ambiente obesogénico de la sociedad actual.