EPAPER Puente de Baltimore | Precios de la gasolina | Eclipse parcial solar | Selecta

Encuentro con la esfinge

.

Por Carlos Balaguer |

Fatigado de tanto morir, se durmió, rendido, bajo la sombra de unos helechos. Al despertar —después de haber soñado con tigres que salían de su pecho— buscó un estanque de agua clara. No era la sed la que le condujo al manantial, sino el deseo de ver su rostro en la superficie del agua. Dorado y brillante como el oro que pagó al destino, su rostro era el de la misma quimera, relatora de enigmas. Kania quiso gritar en la soledad del erial, pero de su garganta sólo brotó el mismo rumor del viento en las montañas. Quiso huir de sí mismo, palpando constante y ansiosamente su rostro, sus fauces, sus blancos y afilados colmillos de animal eterno. También palpó su lengua, con la que pronunciaría los enigmas fatales a sus víctimas, aquellos que morirían al no resolver el acertijo. “Vengo a matarte —dijo Kania a la quimera, cuando la encontró en su guarida. He de asesinarte, porque tienes mi mismo rostro, la misma sangre, el mismo palpitar en las venas, la misma voz del viento. Somos uno solo: los mismos ojos; el mismo deseo inaudito.” (IV) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>

KEYWORDS

Filosofía Opinión

Patrocinado por Taboola

Inicio de sesión

Inicia sesión con tus redes sociales o ingresa tu correo electrónico.

Iniciar sesión

Hola,

Bienvenido a elsalvador.com, nos alegra que estés de nuevo vistándonos

Utilizamos cookies para asegurarte la mejor experiencia
Cookies y política de privacidad