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Eliminaron al cabecilla de Al Qaeda, pero quedan más monstruos

Hay muchos Zawahiri en el mundo que son una maligna amenaza para sus vecinos y para los pueblos sobre los cuales se han impuesto. Ortega de Nicaragua, Díaz-Canel de Cuba, Maduro de Venezuela...

Por El Diario de Hoy |

Un drone estadounidense despachó a los infiernos al terrorista Ayman al Zawahiri, sucesor de Bin Laden como jefe de Al Qaeda. Se trata del individuo a quien la inteligencia estadounidense atribuye haber sido la cabeza de los atentados contra Washington y Nueva York el 11 de septiembre de 2001, un hecho que cambió al mundo en múltiples formas.


El ejecutado terrorista, médico de profesión, entró en contacto con Bin Laden para rendirle servicios profesionales, pero muy pronto su endemoniado paciente fue indoctrinándolo sobre el jihadismo hasta fanatizarlo, lo que le llevó a montar atentados y movimientos terroristas en el Medio Oriente y África.


La extraordinaria labor de inteligencia, que literalmente equivale a buscar una aguja en un pajar, recoge indicios aquí y allá, testimonios de quienes “oyeron”, vieron, asumen… más cuando se creía que Zawahiri estaba escondido en Pakistán, país dividido en regiones donde habitan tribus que en su mayoría se rechazan unas a otras, lo que facilitaría los movimientos de Zawahiri.


Cuando se logró información sobre el paradero de Bin Laden gracias a un médico que en más de una ocasión lo visitó, un operativo de Navy Seals estadounidenses planificó el ataque al que en ese momento era el terrorista más buscado del mundo; los Seals llegaron al lugar por la noche, mataron a uno de los hijos de Bin Laden y luego subieron a un segundo piso, donde estaba el terrorista, que por su altura de casi dos metros fue identificado y aniquilado en el acto.
Los Seals se llevaron el cadáver para examinarlo y asegurarse de su identidad. Más tarde fue lanzado al mar en un lugar muy profundo, para evitar crear un sitio de “peregrinaje” de los enloquecidos que veneran a tal clase de crápulas.


El ataque del drone contra Zawahiri fue una “limpia” operación —aunque no sería extraño que alguna de las chancletas o trapos del objetivo pudieran aparecer tres kilómetros adelante—, lo que ha suscitado protestas de los talibanes ahora en el poder en Afganistán, alegando, como es de esperarse, que se violó su espacio aéreo, etcétera.


Los dictadores de la droga, con sangre inocente en sus manos


Pero hay muchos Zawahiri en el mundo que son una maligna amenaza para sus vecinos y para los pueblos sobre los cuales se han impuesto. Ortega de Nicaragua, Díaz Canel de Cuba, Maduro de Venezuela, todos señalados como parte del engranaje de la droga que envenena a jóvenes y adultos en nuestro Hemisferio y el resto del mundo.


Tómese el caso de la banda de militares asesinos y corruptos que han tomado el poder en Birmania, llegando al extremo de imponerle cárcel a Aung San Suu Kyi, la expresidenta de la nación, blandiendo la serie de cargos que esa clase de monstruos inventa para justificar sus mortales atropellos, que llegan a imponer la pena de muerte a quienes encabecen movimientos de rebeldía contra la dictadura.

Allá, como en nuestro suelo, a los que capturan los dejan incomunicados mientras montan cargos inventados, de los cuales, como hemos ya dicho, el primero es acusarlos de “lavado”, cuando precisamente son sus captores y no sus perseguidos los que “lavan” el enorme botín acumulado en su robo de dineros públicos.


De “lavado” es que el régimen de Guatemala, cuya corrupción ha venido siendo denunciada por los medios independientes del país, acusa al director de El Periódico, el destacado periodista José Rubén Zamora, a quien han confinado en una dependencia militar.

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