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Un enfoque humanitario y comunitario frente a los efectos de la violencia

Las actividades que han propiciado los cambios al interior de las comunidades han fortalecido su organización, por lo que cualquier problema pueden abordarlo y resolverlo de manera pacífica y buscando el bienestar común. 

Por David Quesne |

El mundo está en proceso de grandes transformaciones sociales impulsadas por la urbanización, el cambio climático y los avances tecnológicos que, si bien tienen impactos positivos, podrían abrir las brechas de exclusión y privar de la dignidad, la seguridad y las oportunidades de una vida mejor a muchos grupos. Esto sin mencionar la violencia armada que genera graves consecuencias e incrementa los niveles de estigmatización disminuyendo oportunidades de desarrollo comunitario.

Como parte de su cometido humanitario y en un esfuerzo por reducir los efectos de la violencia armada, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) trabaja desde 2018 de la mano de la Cruz Roja Salvadoreña y de algunas comunidades urbanas en el país, en diversos proyectos para ayudar a reconstruir vidas golpeadas por la violencia y fortalecer el tejido social de las comunidades para hacerle frente.

La violencia armada tiene su manifestación más visible en los homicidios y heridos, pero también genera otras consecuencias graves como desplazamiento (forzado), desapariciones, restricciones de movilidad, en particular por las fronteras invisibles, y otras totalmente invisibles como afecciones a la salud mental, limitaciones para conseguir empleo y falta de acceso de las comunidades a servicios esenciales como salud y educación. Cada comunidad tiene una necesidad específica, por eso es importante que un abordaje que contribuya a mitigar las consecuencias de esta violencia tenga en cuenta las opiniones de sus habitantes.

Nuestros proyectos para mejorar el acceso a servicios básicos como salud, educación, agua y saneamiento, adecuar lugares para que sean más seguros y fomentar actividades para fortalecer la cohesión social y organizacional a nivel comunitario, han permitido mejorar las vidas de algunas colonias convirtiendo a sus habitantes en protagonistas del cambio.

En colonias de El Salvador, tras un proceso de participación comunitaria, la comunidad priorizó unos proyectos, que nos han permitido trabajar de manera conjunta el último año en la habilitación de pasos peatonales para facilitar el camino seguro de niñas, niños y adolescentes a las escuelas; la construcción de canchas para la práctica deportiva y la sana convivencia; colocación de luminarias para reforzar la seguridad; desarrollo de brigadas médicas y cursos de primeros auxilios comunitarios para garantizar la atención de heridos o de emergencias médicas mientras llegan las ambulancias.

Más de 6 mil personas de comunidades afectadas por la violencia en El Salvador se beneficiaron en 2021 de estas acciones. Ninguna sería posible sin la colaboración cercana con instituciones de gobierno local y del Estado además de la Sociedad Civil. Adicionalmente, todo este trabajo comunitario ha tenido el apoyo de la Cruz Roja Salvadoreña como socio de siempre y aliado estratégico para todos estos procesos.

El resultado de este trabajo de acción coordinada entre varias instituciones que pone a disposición de la comunidad recursos técnicos, financieros y humanos son personas que se sienten incluidas, escuchadas, satisfechas y tomadas en cuenta.  Como ejemplo de esto, podría referirme a un señor de edad adulta que, con la acción de encomendarle la tarea de dirigir el comité de bodega de las obras en la comunidad, constantemente envía reportes sobre el uso del material de construcción y está pendiente de las obras. Cada noche envía fotografías incluyendo la del torneo deportivo que se realiza en la nueva cancha restaurada, con el mensaje: "cada niño más en la cancha es un niño menos en la calle”.

Las actividades que han propiciado los cambios al interior de las comunidades han fortalecido su organización, por lo que cualquier problema pueden abordarlo y resolverlo de manera pacífica y buscando el bienestar común.  La autonomía y motivación de quienes participan en las obras y e cualquier otra actividad es fruto del esfuerzo de la gestión comunitaria, de cada uno de sus integrantes, quienes han ido adquiriendo un compromiso por ver mejorado su entorno, motivando a más personas a incorporarse al proceso.

El trabajo del CICR y la CRS en comunidades tiene un impacto directo en la mejora de su calidad de vida, por eso cobra tanta vigencia y pertinencia. Como organización humanitaria, imparcial y neutral buscamos que las acciones pongan en el centro las necesidades de las personas atendidas, estamos convencidos que solo así las soluciones podrán ser sostenibles y duraderas.

Jefe de Misión del CICR en El Salvador

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