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El consumo excesivo de alimentos ultraprocesados puede generar dependencia y afectar la salud física y mental en adultos mayores de 50 años.

Adicción a alimentos ultraprocesados: el desafío oculto para la Generación X

Nuevos estudios revelan que adultos de 50 a 80 años muestran síntomas de adicción a alimentos ultraprocesados, con impacto en su salud física y mental.

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Por Betty Carranza
Publicado el 30 de septiembre de 2025

 

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La Generación X, hoy entre 50 y 80 años, enfrenta un nuevo desafío de salud: la adicción a los alimentos ultraprocesados. Un estudio citado recientemente por DW.com, realizado por la Universidad de Michigan, reveló que el 13 % de los adultos mayores cumple criterios de adicción, mostrando antojos intensos, dificultad para reducir el consumo y síntomas de abstinencia. Investigaciones en revistas como JAMA Neurology y BMC Medicine vinculan estos productos con declive cognitivo, depresión y enfermedades metabólicas. Aunque el diagnóstico aún es debatido, los expertos coinciden en la importancia de promover cambios graduales hacia una dieta más fresca y equilibrada.

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La Generación X, hoy en sus cincuenta y sesenta años, enfrenta un reto inesperado: la posible adicción a los alimentos ultraprocesados. Según un informe publicado recientemente por la agencia de noticias alemana DW.com, basado en datos de la Universidad de Míchigan, uno de cada ocho adultos mayores muestra síntomas como antojos intensos, incapacidad para reducir su consumo e incluso abstinencia, lo que evidencia la magnitud global de este fenómeno.

Según el National Poll on Healthy Aging, alrededor del 13 % de adultos entre 50 y 80 años cumple criterios de adicción a ultraprocesados. Los participantes reportaron síntomas como antojos intensos, incapacidad para reducir su ingesta y hasta señales de abstinencia, entre ellas irritabilidad o dolor de cabeza al intentar dejarlos. Casi la mitad reconoció al menos un síntoma vinculado a este patrón de consumo.

El estudio también identificó que las mujeres y las personas entre 50 y 64 años son las más afectadas. Además, los adultos con problemas de salud física o mental, exceso de peso o sensación de aislamiento social mostraron mayor propensión a esta dependencia alimentaria.

Investigaciones recientes advierten que los ultraprocesados activan los circuitos de recompensa del cerebro, lo que favorece el consumo repetitivo en la Generación X.
Investigaciones recientes advierten que los ultraprocesados activan los circuitos de recompensa del cerebro, lo que favorece el consumo repetitivo en la Generación X. / Shutterstock

El atractivo irresistible de los ultraprocesados

Los ultraprocesados no son solo bebidas gaseosas o golosinas. Incluyen cereales azucarados, embutidos, snacks empaquetados, comidas instantáneas y una gran variedad de productos diseñados para ser irresistibles. El British Medical Journal publicó en 2023 un análisis en el que señala que estos alimentos activan los circuitos de recompensa del cerebro de manera similar a sustancias como el alcohol o la nicotina.

Según ese mismo artículo, se calcula que cerca del 14 % de los adultos y 12 % de los niños podrían cumplir criterios de adicción a ultraprocesados. Aunque la categoría no está reconocida oficialmente en manuales de diagnóstico como el DSM-5, los síntomas observados coinciden con los que se usan para identificar trastornos de consumo de sustancias: pérdida de control, persistencia a pesar de efectos negativos y aparición de abstinencia.

Consecuencias en la salud de los adultos mayores

El impacto de los ultraprocesados en la salud va más allá del sobrepeso. Investigadores de la Universidad de São Paulo demostraron en un estudio publicado en JAMA Neurology que un consumo elevado de estos productos en la mediana edad se asocia con un mayor riesgo de declive cognitivo.

Por su parte, un estudio australiano difundido en BMC Medicine en 2025 concluyó que las personas mayores de 70 años con dietas ricas en ultraprocesados tenían más probabilidades de desarrollar síntomas depresivos en los años siguientes. En tanto, revisiones publicadas en el American Journal of Clinical Nutrition han relacionado este tipo de alimentación con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, además de una reducción en la esperanza de vida saludable.

Cómo avanzar hacia soluciones

A pesar de los riesgos, especialistas insisten en que el panorama es esperanzador. La propia Universidad de Michigan recomendó que los profesionales de salud detecten los síntomas de adicción alimentaria durante las consultas médicas, para ofrecer apoyo a quienes lo necesiten. Esto incluye educación nutricional y acceso a recursos que promuevan cambios graduales y sostenibles.

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Es importante atender a las personas adultas mayores en cuanto a sus hábitos, para que no tengan caídas de salud. Foto: Shutterstock

El psicólogo Ashley Gearhardt, coautor del estudio y creador de la Yale Food Addiction Scale, explicó que el problema no radica en la falta de voluntad individual, sino en un sistema alimentario diseñado para dificultar las decisiones saludables. Reconocerlo, afirma, abre la puerta a intervenciones más eficaces y libres de estigmas.

Pequeños pasos pueden marcar la diferencia. Planificar las compras semanales, cocinar en casa, hidratarse con agua y priorizar frutas, verduras y proteínas frescas son estrategias que ayudan a reducir el consumo de ultraprocesados sin necesidad de eliminarlos de forma abrupta.

Un desafío global con un futuro posible

El debate científico sobre si la adicción a ultraprocesados debe ser reconocida como un trastorno formal sigue abierto. Sin embargo, existe consenso en la necesidad de políticas públicas que limiten la publicidad de estos productos, garanticen un etiquetado claro y faciliten el acceso a opciones saludables. Experiencias como el etiquetado frontal en países de América Latina muestran que los consumidores responden positivamente cuando reciben información clara y visible.

En paralelo, la investigación continúa explorando los mecanismos detrás de este fenómeno. El eje cerebro-intestino-microbioma, los biomarcadores metabólicos y el papel de la hiperpalatabilidad son áreas que podrían ofrecer nuevas respuestas en los próximos años.

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La Generación X ha sido testigo de cambios sociales y tecnológicos profundos, y ahora se enfrenta al reto de repensar su relación con la comida en una etapa clave de la vida. Reconocer los riesgos de los ultraprocesados no significa renunciar al placer de comer, sino abrir paso a un estilo de vida más equilibrado, donde los alimentos frescos y la conciencia nutricional sean aliados para un envejecimiento saludable.

El futuro no está escrito. Con más información, mejores políticas y decisiones personales conscientes, los adultos de hoy pueden construir una vejez plena y activa. La ciencia ya lo está señalando: es posible cambiar el rumbo hacia una vida más saludable.

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