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Las sobras

Es penoso cómo en nuestro tiempo se dedique tanto esfuerzo por cultivar la propia imagen social. Los medios son los nuevos escenarios donde los supuestos grandes de la Tierra se dan de codazos (figuradamente) por “robar cámara”, como se dice. .Esas páginas sociales llenas de gente brillante que aspira a inmortalizarse o deslumbrar, y así despertar envidias.

Por Heriberto Herrera
sacerdote salesiano

Muchas sobras se tiran a la basura. Otras se guardan por si se necesitarán a saber cuándo. Otras se regalan a quien vive en la escasez. En cualquier caso, las sobras no ocupan un lugar importante en nuestra vida. Podemos prescindir de ellas y nada pasa.

A veces las sobras son muy importantes para tranquilizar nuestra conciencia. Damos una monedita al pordiosero y nuestra conciencia sonríe satisfecha. Hay también sobras algo gordas de las que podemos desprendernos sin que se descompongan nuestras finanzas. Mas bien, ese “generoso” desprendimiento nos ayuda a cultivar nuestra imagen social (bien nos va aparecer en el periódico o televisión como grandes benefactores.)

Jesús no andaba con remilgos cuando denunciaba con pelos y señales a los ilustres personajes de su tiempo, cuya generosidad llamativa era un truco para hacerse publicidad. O para encubrir elegantemente sus conciencias sucias.

No hay que hacer mucho esfuerzo para entender por qué los dirigentes religiosos – escribas y fariseos – la tenían contra Jesús. En más de una ocasión les desenmascara su barniz piadoso sin andar con lo políticamente correcto. Por eso se la tenían jurada. Y su rabia estalló cuando acuden a pagarle al traidor para poder deshacerse del Jesús incómodo.

El contraste es de fuerte impacto. El aplauso de Jesús va para la ancianita que deposita unos centavos en la alcancía del templo. Económicamente, esas insignificantes monedas tenían escaso valor. Pero qué generosidad: dio todo lo que tenía. Buen ojo tenía Jesús para valorar el gesto de esa pobre viuda. Tanto que llama a sus discípulos para comentarles ese gesto admirable.

Es penoso cómo en nuestro tiempo se dedique tanto esfuerzo por cultivar la propia imagen social. Los medios son los nuevos escenarios donde los supuestos grandes de la Tierra se dan de codazos (figuradamente) por “robar cámara”, como se dice. .Esas páginas sociales llenas de gente brillante que aspira a inmortalizarse o deslumbrar, y así despertar envidias.

¿Y nuestras actuales viudas pobres pero generosas, dónde están? Afortunadamente son legión. Personas de toda edad que sacrifican su tiempo en el cuidado de los necesitados, en la animación de grupos religiosos o de promoción humana. Líderes comunitarios que se preocupan por el bienestar de sus vecinos. Personal de salud que se sacrifica más allá de un sueldo para aliviar el dolor de los enfermos. Y un largo etcétera Todas en el umbral del anonimato.

Lo que diferencia a unos de otros es la discreción. Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha Nada de cámaras ni publicidad La riqueza del corazón no necesita alardear ni brillar. Esta clase de gente es la que salva al mundo. Son el genuino orgullo de la raza humana.

Sacerdote salesiano y periodista.

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