Dormir bien por las noches es fundamental para el bienestar general. Muchas personas sufren de insomnio o han descompensado sus horarios de descanso, lo que afecta su capacidad para lograr un sueño profundo. Otros, sin saberlo, realizan hábitos que perjudican su descanso. Aquí te compartimos algunos trucos para dormir mejor, pero antes, conoce los beneficios de un buen sueño.

Durante el sueño, el cuerpo lleva a cabo la reparación celular, el crecimiento y la regeneración de tejidos. Por eso, un buen descanso es esencial para fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la recuperación muscular y acelerar la sanación de lesiones.
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El descanso también es clave para procesar la información adquirida durante el día y consolidar la memoria. Dormir adecuadamente mejora la concentración, la toma de decisiones y la capacidad para resolver problemas. Además, optimiza el rendimiento en el ámbito académico, laboral y personal.

Otro gran beneficio es el equilibrio emocional. Un sueño adecuado ayuda a regular las emociones y reduce el riesgo de padecer ansiedad o depresión. También contribuye a mantener un estado de ánimo estable y gestionar mejor el estrés.
Por último, dormir bien aumenta la energía y la productividad diaria. Un descanso reparador restablece los niveles energéticos, proporcionando mayor vitalidad y eficiencia. En contraste, la falta de sueño puede generar fatiga, disminuyendo el rendimiento en las actividades diarias.
Ahora que conoces los beneficios de un buen descanso, te compartimos algunos trucos para mejorar tu calidad de sueño:
Establecer una rutina de sueño es clave. Acostarse y despertar a la misma hora cada día ayuda a regular el ritmo circadiano. También es importante evitar las pantallas antes de dormir, ya que la luz de los dispositivos electrónicos interfiere con la producción de melatonina, la hormona del sueño.

El ambiente influye mucho en el descanso. Mantén tu habitación oscura, fresca y silenciosa. Evita el consumo de cafeína y alcohol al menos seis horas antes de acostarte, ya que pueden alterar la calidad del sueño. Si practicas ejercicio, evita entrenamientos intensos antes de dormir y opta por rutinas más suaves.
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Además, podrías probar técnicas de relajación como la meditación, respiraciones profundas o escuchar sonidos calmantes. Evita siestas largas por la tarde; lo ideal es que no superen los 20 o 30 minutos y que no sean demasiado tarde. También es recomendable no cenar de forma pesada para facilitar la digestión y evitar interrupciones en el sueño. Por último, reduce el estrés antes de acostarte. Leer un libro o escuchar música relajante puede ayudarte a desconectar y preparar tu mente para un descanso reparador.