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Investigaciones señalan que algunos factores biológicos pueden influir en la infidelidad, aunque el ambiente, las decisiones personales y la cultura juegan un papel clave.

Infidelidad y genética, qué revelan los estudios sobre su relación

Investigaciones señalan que algunos factores biológicos pueden influir en la infidelidad, aunque el ambiente, las decisiones personales y la cultura juegan un papel clave.

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Por elsalvador.com
Publicado el 30 de agosto de 2025

 

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La infidelidad es un fenómeno común que afecta tanto a hombres como a mujeres, y diversos estudios han explorado si existe un componente genético que influye en este comportamiento. Investigaciones citadas por Univisión señalan variaciones como el alelo 334, vinculado a la vasopresina, y el alelo 7R+ del receptor de dopamina D4, asociado a conductas de riesgo y mayor número de parejas sexuales. Sin embargo, los especialistas aclaran que no hay un “gen de la infidelidad”. La genética puede aumentar la predisposición, pero el ambiente, las oportunidades y las decisiones personales son determinantes en la conducta.

La infidelidad conyugal es más frecuente de lo que se suele admitir en público. De acuerdo con distintos estudios, y citados por Univisión, medio digital de Estados Unidos, entre un 20% y un 40% de los hombres casados, y entre un 20% y un 35% de las mujeres, han cometido algún acto de infidelidad hacia sus parejas. Estas cifras reflejan que no se trata de un fenómeno aislado, sino de un comportamiento que atraviesa fronteras culturales y generacionales.

Más allá de los números, algunos investigadores sugieren que en ciertas familias los patrones de infidelidad se repiten, lo que plantea la pregunta de si existe un componente genético que podría predisponer a estas conductas. Ejemplos históricos alimentan esta discusión: la familia Kennedy, en Estados Unidos, no solo es recordada por su rol político, sino también porque varios de sus miembros estuvieron involucrados en casos de infidelidad pública.

Aunque no todos los hermanos o descendientes repiten este tipo de conductas, hay quienes ven en la repetición familiar un indicio de que la genética, junto con el entorno social y las enseñanzas recibidas, podría tener un papel en la predisposición a la infidelidad.

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Infidelidad, ¿herencia biológica o aprendizaje social?

La pregunta sobre si la infidelidad es un comportamiento aprendido o si tiene raíces biológicas sigue siendo objeto de debate científico. Algunos investigadores apuntan a factores sociales como el éxito económico, el acceso a mayores recursos o las oportunidades, mientras que otros ponen la mirada en la biología y en ciertas variaciones genéticas que influyen en la conducta.

De acuerdo con un análisis citado por Univisión, varios especialistas coinciden en que los estudios genéticos no buscan justificar la infidelidad, sino comprender por qué algunas personas parecen tener más predisposición que otras a cruzar los límites de la fidelidad.

En este sentido, la investigación científica abre la puerta a matices: si bien puede haber predisposiciones, la decisión final recae en la persona y en su contexto de vida.

Pareja peleando por infidelidad
Los estudios coinciden en un punto clave, que la genética puede ser un factor de influencia, pero no es un destino ineludible. Foto: Shutterstock

La investigación sobre el alelo 334 y la vasopresina

En 2011, un estudio realizado en la República Checa encontró un posible vínculo entre la genética masculina y la probabilidad de infidelidad. El foco estuvo en un compuesto conocido como alelo 334, una variación genética que interfiere en el procesamiento de la arginina vasopresina, un neuroquímico relacionado con la conducta monógama.

Los investigadores concluyeron que los hombres con dos copias del alelo 334 tenían el doble de probabilidad de atravesar crisis de pareja en comparación con quienes solo poseían una copia. Además, las parejas de estos hombres reportaron niveles menores de satisfacción en la relación, lo que sugiere que la variación genética no solo influye en la conducta individual, sino también en la percepción de la relación por parte de la pareja.

Este hallazgo reforzó la hipótesis de que ciertos factores biológicos pueden condicionar la forma en que algunos hombres experimentan y gestionan la vida en pareja.

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El papel de la dopamina y las conductas adictivas

Otra línea de investigación se enfocó en la dopamina, un neurotransmisor asociado al placer, la motivación y las adicciones. Científicos identificaron una variación genética del receptor de dopamina D4, conocida como alelo 7R+, vinculada a conductas de búsqueda de novedad y riesgo.

Según los resultados, los individuos con mayor número de copias del alelo 7R+ tendían a tener más parejas sexuales a lo largo de su vida. Sin embargo, el estudio aclaró que esta variación genética no aumenta directamente la probabilidad de ser infiel, sino que influye en la cantidad de relaciones extramaritales una vez que la persona ya ha cruzado la línea de la infidelidad.

Este matiz es importante porque indica que la genética no determina de manera absoluta el comportamiento, sino que puede modularlo en combinación con factores externos como el ambiente, la cultura y las oportunidades.

Genética, ambiente y decisión personal

Los estudios coinciden en un punto clave, que la genética puede ser un factor de influencia, pero no es un destino ineludible. La conducta humana es el resultado de una interacción compleja entre predisposiciones biológicas, experiencias de vida, contexto cultural y decisiones individuales.

En otras palabras, tener ciertas variaciones genéticas podría aumentar la predisposición hacia determinados comportamientos, pero no determina que una persona necesariamente los adopte. El entorno social, los valores aprendidos en la familia y la capacidad de autocontrol desempeñan un papel fundamental en la toma de decisiones.

Los especialistas también subrayan que la infidelidad no puede explicarse únicamente desde un ángulo biológico o psicológico. Más bien, es una conducta multifactorial que combina elementos emocionales, culturales, de oportunidad y, en algunos casos, de predisposición genética.

La infidelidad va más allá de la genética

La idea de que la infidelidad pueda estar influenciada por factores genéticos despierta interés porque conecta con una de las preguntas más antiguas sobre el comportamiento humano, ¿qué tanto elegimos y qué tanto heredamos?

Aunque la ciencia ha encontrado evidencias de que ciertos compuestos como el alelo 334 o el alelo 7R+ de la dopamina influyen en la vida de pareja, la conclusión general es que no existe un “gen de la infidelidad” que determine el destino de las relaciones. La fidelidad o infidelidad sigue siendo, en gran medida, una decisión personal influida por múltiples variables.

Así, más allá de lo que pueda decir la biología; la confianza, la comunicación y el compromiso se mantienen como pilares esenciales para construir relaciones de pareja sólidas y duraderas.

TAGS:  Amor | Dolor | Infidelidad | Ruptura amorosa

CATEGORIA:  Vida | Cuerpo y mente

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