Dejar de posponer la felicidad con el "no tengo tiempo": el momento es ahora
Aplazar lo que nos hace felices es una trampa emocional común. Reconocerla y actuar hoy puede transformar nuestro bienestar.
Por
Betty Carranza
Publicado el 08 de octubre de 2025
Muchos posponen su felicidad esperando el “momento perfecto”, pero este rara vez llega. La psicóloga Montse Cazcarra advierte que hemos aprendido a priorizar lo urgente sobre lo importante, dejando de lado lo que nos ilusiona. Esta procrastinación emocional, motivada por el miedo, la culpa o el perfeccionismo, puede llevarnos al autoabandono. Para evitarlo, expertos proponen acciones concretas: identificar lo que deseamos, dividirlo en pasos pequeños, agendar el disfrute y actuar sin esperar motivación. Disfrutar no es un lujo, sino una necesidad. El momento para empezar es ahora, con lo que tengás y sin esperar hacerlo perfecto.
No es casualidad que tantas personas posterguen decisiones o actividades que podrían llenar su vida de alegría. La tendencia a procrastinar no solo afecta el ámbito laboral o las responsabilidades cotidianas, también impacta nuestras emociones y deseos más profundos: aprender algo nuevo, viajar, cambiar de rumbo o simplemente disfrutar. Procrastinar la felicidad es más frecuente de lo que parece, y suele disfrazarse de excusas como "no tengo tiempo", "no es el momento adecuado" o "cuando termine esto, lo haré".
La psicóloga Montse Cazcarra explica en una entrevista para Vogue España que "hemos aprendido que ser responsables significa priorizar siempre lo urgente por encima de lo importante y esto puede traducirse en dejar de lado aquello que nos ilusiona si lo asociamos al ocio, como si disfrutar fuera un lujo que debemos ganarnos". Esta mentalidad refuerza la idea de que la felicidad solo es válida si se logra tras el sacrificio y el cumplimiento de obligaciones interminables.
La necesidad constante de productividad ha distorsionado nuestra relación con el placer. La culpa por elegirnos a nosotros mismos y no al deber también pesa. "Mucha gente tiene una mala relación con el pasarlo bien, es decir, sentir que no merecemos o que necesitamos esforzarnos muchísimo para ser merecedores de la felicidad", sostiene Cazcarra.
Por qué procrastinamos lo que nos hace felices
En un artículo de Science News Today se explica que muchas veces la razón de fondo de esta procrastinación es emocional: no posponemos por falta de organización, sino porque nos da miedo el cambio que conlleva elegirnos, o nos cuesta tolerar la incomodidad de hacer algo nuevo, incluso si es algo bueno para nosotros.

El problema es que esa espera por el "momento perfecto" puede convertirse en una práctica crónica. "La verdad es que ese momento perfecto no existe. Siempre pueden surgir cosas", afirma Cazcarra. Y cuando posponemos constantemente lo que nos haría felices, también nos alejamos de nosotros mismos. "Procrastinar nuestra felicidad significa dejarnos para más tarde, dejar de cuidarnos y de elegirnos", resume la experta.
Desde la plataforma Jibble explican que esta tendencia también está relacionada con el sesgo del presente, es decir, damos más valor a la comodidad inmediata (como seguir en la rutina conocida) que al bienestar futuro (como aprender algo que nos emociona pero nos reta). Este mecanismo nos hace elegir lo fácil ahora, aunque signifique menos satisfacción a largo plazo.
El perfeccionismo como obstáculo para la felicidad
La psicóloga Alba Cardalda, entrevistada por El HuffPost, vincula este patrón con el perfeccionismo. "La autoexigencia nos dice algo así como: primero cumple, luego disfruta, y como nunca cumplimos todo lo que creemos que deberíamos para considerar que nos merecemos una recompensa, nunca llega el momento de disfrutar". Esa mentalidad es un autoboicot: si no lo hacemos perfecto, preferimos no hacerlo.
Entonces, ¿cómo dejar de aplazar nuestra felicidad? Los expertos ofrecen estrategias claras y posibles:
Claves prácticas para dejar de procrastinar la felicidad
1. Identificá qué has venido postergando. Desde algo pequeño como ver una película hasta un sueño grande como cambiar de trabajo. Ponerlo por escrito ayuda a tomar conciencia.
2. Derribá el mito del momento ideal. Como recuerda Cazcarra: ese momento no existe. Siempre habrá pendientes. El tiempo perfecto es ahora, con lo que tengás.
3. Dividí en pasos pequeños. En el portal Mejor con Salud recomiendan descomponer los objetivos en acciones simples, concretas y alcanzables. Eso disminuye el miedo al comenzar.
4. Agendá el placer como prioridad. No lo dejés a la suerte o la inspiración del día. Elegí un día y una hora para eso que tanto querés. Un ritual semanal de autocuidado es un buen inicio.
5. Aceptá la incomodidad inicial. En Psicología-Online se señala que el cambio genera tensión, pero también crecimiento. Estar dispuesto a sentir un poco de miedo o duda es parte del proceso de elegirte.
6. Celebrá los avances sin juzgar. No importa si hiciste mucho o poco. Cada paso hacia tu bienestar cuenta. La autocompasión es clave para sostener el cambio.
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Accionar aunque no haya motivación
La plataforma FacileThings también propone un enfoque simple pero eficaz: no esperes a estar motivado. Empezá, aunque sea con el mínimo viable. Porque la acción genera motivación, no al revés.
Cambiar este hábito no es fácil, pero tampoco imposible. Requiere primero reconocer que nos lo merecemos. Y que disfrutar no es un premio: es una necesidad básica para vivir una vida más plena.
Como dice Montse Cazcarra: no es el cuándo, sino el cómo. Lo verdaderamente importante es llegar a disfrutarlo.
Hoy puede ser ese día en que dejes de posponer tu felicidad. Con pequeños pasos, con valentía amable, con el simple acto de decirte: ahora sí.
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