Alrededor de 600 agentes, técnicos, pilotos, médicos y personal de la Policía Nacional han sido convocados para notificarles que, por haber cumplido sesenta años, serán cesanteados, como ya se hizo con un tercio de los jueces, magistrados y otros funcionarios judiciales, así como en la Asamblea Legislativa y otras instituciones, pues el aspirante a sultán vitalicio aparentemente no piensa que también llegará a esa edad y no le gustará que lo desechen por ello.
Esas “barridas” se venden como un medio para “renovar al personal”, pero hay quienes afirman que todo es para colocar en esas plazas a allegados ahora sin hueso confiable, el nepotismo que caracteriza al actual régimen.
Esos métodos recuerdan cuando los nazis eliminaban a ancianos, artistas, músicos, escritores, filósofos, porque no los consideraban “trabajadores esenciales”. Más recientemente Daniel Ortega no sólo llegó a sugerir que los pensionados se mueran de hambre, sino que les echó a sus esbirros uniformados a masacrarlos.
¿Son inútiles, incapaces de aportar nada al colectivo, al mundo, los mayores de sesenta años, máxime si son profesionales que se van especializando al través de los años? Usualmente para jóvenes de dieciocho o treinta años llegar a los cuarenta les parece utópico, una manera de vivir como los ancianos bíblicos que entregaban los tenis a los ochocientos y novecientos años, lo que se relata en ese fantástico libro que es el Génesis, cuando Dios, al final del día en que había separado la luz de las tinieblas o creado a Adán, “se sentía muy contento”, se daba palmaditas a sí mismo.
En su momento los hebreos tendrían que haber jubilado a Moisés, los griegos a Homero, Herodoto, Sócrates, Platón, Sófocles, Eurípides; los romanos, a César y a la mayoría de sus emperadores al igual que a Virgilio; los primeros cristianos, a San Pedro y San Pablo, San Jerónimo, San Agustín, Santo Tomás; los italianos, a Leonardo da Vinci, Dante, Boccacio, Santo Tomás, Miguel Ángel, Julio II y a muchos de sus grandes artistas. Don Miguel de Cervantes Saavedra cae en esa categoría bukeliana de inútil por viejo, al igual que escritores como Tolstoi...
“En la colada” se habrían ido los franceses Pasteur, Víctor Hugo, los dos Bonaparte, DeGaulle, al mismo tiempo que Churchill, la Reina Victoria, como grandes creadores musicales como Vivaldi, Tchaikovsky, Verdi, Stravinsky, Felix Mendelssohn que a los 17 años escribió la música para Una Noche de Verano de Shakespeare y la tradicional Marcha Nupcial...
La Universidad de Princeton habría tenido que mandar a su casa a Einstein, los alemanes a Konrad Adenauer y Angela Merkel....
El mundo es demasiado complejo para manejarlo por reglas sin sentido
El reverso de la moneda es ¿quiénes son esas jóvenes luminarias que llenan el firmamento del bukelismo? Casi nadie encuentra figuras de alguna relevancia en lo intelectual, como creadores o dando aportes de algún valor a nuestra saqueada sociedad.
Las grandes “metidas de pata” no suelen ser obra de personas experimentadas, sino de jóvenes que se dejan arrastrar por sus pasiones y por seguir a mercaderes de ilusiones...
A la inversa, muchas de las grandes innovaciones en arte, en ciencia, en música son obra de genios jóvenes, como fue Rafael Sanzio, el pintor Massacio (murió a los 28 años), el matemático francés Evaristo Galois, el poeta Rimbaud, que dejó de escribir a los dieciocho años...
La lección es que el mundo es demasiado complejo, la vida difícil, las circunstancias en permanente flujo como dijo el filósofo Heráclito, para andar pontificando y menos para sentar reglas que obligan a otros a acatar aunque no hagan ningún sentido...