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En Navidad pensemos en nuestros hermanos que sufren

Quienes en alguna medida llevan vidas tranquilas e inclusive felices deben considerarse afortunados, dadas las tragedias, guerras y persecuciones que muchos pueblos sufren, o inclusive aquellos entre nosotros que han caído en la pobreza a causa de las políticas del régimen.

Por El Diario de Hoy |

Muchos niños no tendrán una Navidad en el sentido tradicional, por lo que las campañas para recoger juguetes que niños afortunados ya no usan, son de mucho mérito; lo que podamos hacer para llevar una medida de alegría a otras familias “nos gana puntos” frente a la Divinidad que en algún lugar y puede ser muy cerca de donde Santa tiene su fábrica de juguetes, se regocijan con ello.

El mundo cristiano está alejado de las tragedias que sacuden otros pueblos, como en África donde apenas consiguen agua para beber o Irán, donde una casta de enloquecidos persiguen a la mujer y además financian movimientos terroristas en el Medio Oriente, como Hamás y Hezbollah.

Muy poco, empero, se compara al horror que se vive en Afganistán, donde los talibanes niegan la educación a la mujer mayor de doce años, sin que nadie en su sano juicio entienda el motivo de tales extremos de demencia ya que, se nos dice, en el Corán tal clase de imposiciones no se imponen explícitamente.

Debemos pensar, ahora en Navidad, en los pueblos que han sufrido espantosas inundaciones y que sus ciudades, muchas de ellas edificadas al borde del mar, pueden desaparecer si el nivel de los océanos sube, pese a que una mayoría ciudades y regiones de lo que conocemos como “Holanda” pero que ellos denominan “los Países Bajos” está bajo el nivel del mar que los circunda.

Hay grupos de cristianos en el mundo que pueden ejercer como tales sin estar sujetos a escarnio o persecuciones, aunque se ha dado el caso de enloquecidos musulmanes haciendo gala de una intolerancia sin paralelo en el mundo actual han atentado contra templos en Turquía y Egipto, pese a lo cual los coptos, una variante cristiana que data de siglos, ha perdurado.

Pero ser cristiano en la China de Xi Jinping (o para el caso profesar inclusive el islamismo) es otro asunto, pues el dictador trata que ellos antepongan a Jesús y sus enseñanzas — la enseñanza de la libertad—, el “amor por Xi”, lo cual es un contrasentido, lo que llevó al Papa Francisco a aconsejarles que “fueran buenos ciudadanos”, que le hagan caso a alguien que no da señas de estar totalmente “en sus cabales”, como lo comprueba su obsesión con Taiwán, una democracia que quieren arrastrar al totalitarismo aunque, como en el caso de Ucrania, cueste la vida a centenares de miles de personas.

Persecuciones como en la Roma de los césares

Ni el criminal de guerra Putin ni Xi corren el menor peligro personal...

Los cristianos perseguidos, los hombres de buena voluntad pueden adaptarse “de palabra” pero no de corazón a las circunstancias que los rodean, como en su momento hicieron cuando se les perseguía en Roma durante los césares, Lo esencial es que sigan las enseñanzas de Jesús, que entre otras cosas predicó el amor al prójimo, de ver como hermanos a sus semejantes...

Ahora en las navidades pensemos en los que sufren…

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