Quemar vivos y decapitar públicamente a los opositores de la banda de militares corruptos de Birmania, ahora llamada Myanmar, es la forma como estos caniceros se mantienen en el poder, reviviendo las prácticas de los tatascuras del Medioevo que, apoyándose en la “santa” inquisición, perseguían a quienes se desviaran de sus reglas.
Voltaire, abanderado del Iluminismo contra toda clase de dogmas, señaló con sarcasmo cómo los “autos de fe” de la Iglesia de entonces consistían en quemar vivos a “herejes”, fueran éstos judíos o connacionales, como el pintor Berruguete muestra a “santo” Domingo de Guzmán refocilándose de los tormentos que ese día iban a aplicar a dos indefensos personajes.
Conocer de tales casos, ver los instrumentos de tortura que se exhiben en museos, enterarse de los horrores aplicados a personas indefensas como fue el caso de Alejandro Muyshondt, debe hacer que quienes se enteran revivan en sus corazones compasión y solidaridad hacia ellos, como a toda víctima de intolerancia, como los muertos y violados tanto en el concierto de Israel como en el teatro atacado por miembros de las enloquecidas bandas de ISIS en Moscú.
En El Jorobado de Nuestra Señora, de Víctor Hugo, unos tatascuras condenan a la horca y la hoguera a Esmeralda por hacer pequeños trucos de magia con su cabrito…
En ninguno de estos casos las víctimas pudieron defenderse y quedaron a merced de salvajes torturadores…
Cuando el joven Lorenzo de Médici a los 20 años visitó al tirano de Nápoles, Fernando I, para convencerle de que, más que cristianos, la amenaza real sobre Italia eran los sarracenos, se encontró con que éste tenía en sus mesas los cadáveres embalsamados y bien vestidos de sus enemigos y fue solo debido a la elocuencia de Lorenzo, que ya en su tiempo era conocido como “Il Magnifico”, que se forjó un pacto y volvió el joven Lorenzo a Florencia, haciendo con su esfuerzo que la ciudad fuera la cuna del Renacimiento.
Ni Dante en su infierno imaginó la clase de demonios de hoy
Hay una especie de hermandad de malvados, torturadores y asesinos, pero no hay fuerzas que defienden efectivamente a pueblos atropellados, sometidos y literalmente desvalijados.
Los ayatolas iraníes, colocados en el poder por Jimmy “derechos humanos” Carter, son el sostén de las bandas de ISIS, armados y entrenados por ellos, al igual que Hezbolá, otra agrupación terrorista en Líbano. A esto se suman las persecuciones y arbitrariedades con que el narco-régimen venezolano está descalificando a todos los líderes opositores, pese “a las fuertes sanciones diplomáticas estadounidenses” y la presión de la Unión Europea, todo lo cual solo carcajadas le causa.
Pero que en nuestro tiempo una pandilla militar queme vivos y decapite públicamente a sus propios connacionales, es algo que espanta, pues evidencia que hasta el momento y hasta donde sepamos, ese horror no se ha expuesto en las Naciones Unidas ni en el Congreso de Estados Unidos.
Birmania es nominalmente budista y en su capital se levanta la inmensa pagoda del Shwedagon con una cúpula dorada, pero entre las enseñanzas del Gautama Buda y la realidad birmana hay una casi infinita distancia…
Nadie jamas podrá entender la clase de satánicas circunstancias que dan origen a los monstruos de maldad del presente, desde Putin y los ayatolas hasta los tiranos de toda medida del Siglo XXI…