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"Ponerles el dedo" a niños inocentes recuerda los horrores del Minotauro

Hacemos estas reflexiones a raíz de la inaudita ocurrencia del régimen de forzar a los maestros a “ponerles el dedo a alumnos”, como para asegurar que en los años venideros habrá nuevas víctimas en los campos de exterminio criollos, de hecho robándoles su niñez y juventud a decenas de miles de personas.

Por El Diario de Hoy |

Son innumerables las leyendas, que en muchos casos surgieron de hechos reales, de reinos que exigían a pueblos sometidos una cuota humana para ser sacrificados en siniestras ceremonias, lo que era una práctica de los aztecas, de los incas hacia tribus rivales (cuya alianza facilitó al conquistador Francisco Pizarro dominar Perú), del Rey Minos de Creta frente a las tribus jonias y dorias que fueron estableciéndose tanto en Italia como en la península griega y el Asia Menor.


La leyenda, sin duda basada en sucesos reales, es que anualmente se exigía un tributo de doncellas y jóvenes —muchos de éstos forzados a participar en ceremonias equivalentes a las corridas de toros de nuestro tiempo— que se enfrentaban al toro, saltaban sobre él, se repetía el juego… lo que sin duda dio origen a la leyenda del Minotauro, un monstruo mitad hombre-mitad toro vencido por el mítico Teseo, quien escapó del laberinto dejando un hilo tras sí.


El Rey Minos fue una leyenda que el arqueólogo británico Evans corroboró que existió y descubrió que las ciudades eran de callejuelas y pasajes intrincados pero donde hubo canales para abastecer agua potable y evacuar las aguas usadas.


La civilización de Creta fue destruida por la erupción del volcán de Santorini, una erupción tan fuerte que el volcán desapareció, dejando una ensenada que hoy en día es de los lugares más visitados por los turistas que llegan a Grecia.
Hacemos estas reflexiones a raíz de la inaudita ocurrencia del régimen de forzar a los maestros a “ponerles el dedo a alumnos”, como para asegurar que en los años venideros habrá nuevas víctimas en los campos de exterminio criollos, de hecho robándoles su niñez y juventud a decenas de miles de personas.


La mayoría de nosotros recordamos que en nuestros años como estudiantes de primaria, secundaria y luego en la universidad hubo compañeros amigables, otros difíciles, otros inquietos… cada ser humano es distinto pero, a Dios gracias, la mayoría al ser mayorcitos se portan bien y buscan encajar con el mundo donde les tocará vivir. Como dice un amigo, en el Instituto donde estudié “hubo compañeros difíciles, muchachos que hacían ‘bullying’ a sus compañeros (generalmente por la influencia de otros o por venir de hogares en problemas), traviesos… pero eso casi siempre se superó y ahora somos grandes amigos”.


Por eso, maestros, pedagogos, padres de familia, personas con sentido común rechazan como disparatada e infame la ocurrencia del régimen de forzar a los maestros a “ponerles el dedo” a niños de seis, siete, diez, doce años, pues nadie puede saber lo que será de un niño al llegar a adulto, aun cuando sus padres no tengan una conducta adecuada. Pueden venir sorpresas.


Casi literalmente, como el Rey Minos, el régimen quiere su cuota de jóvenes a quienes sacrificar, como si sus carceleros “no se las aguantan” para coger a palos y patadas tanto a inocentes como culpables de malos pasos… carceleros sicópatas.


Los problemas de conducta de niños y adolescentes se deben abordar desde la base de especialistas y científicos, no de individuos con crisis de personalidad que buscan regimentar las conciencias y que nadie piense ni discierna por sí mismo, mucho menos que se eduque y actúe según sus principios y anhelos.


Bien advierte el director de litigio estratégico de la organización Cristosal, Abraham Ábrego, que fichar a los alumnos es marcarlos, criminalizarlos, llevar un Estado policial a nuestras escuelas, en donde todos pueden sentirse vigilados, contrario a los principios de la Ley Crecer Juntos, que considera a los jóvenes, niños y niñas, como sujetos de derechos.


Los carceleros no “se las aguantan” para patear y torturar nuevas víctimas

Los especialistas en el tema consideran que es mejor promover programas de prevención de la violencia en las escuelas y de la erradicación del “bullying” o acoso, con la participación de maestros y sicólogos dedicados a esos casos, en lugar de convertir en “orejas” a los maestros, como en Cuba, Corea del Norte o cualquier sociedad regimentada por sicópatas.


Ya suficientes jóvenes llenan las cárceles para querer meter a más, los cuales entrarían a verdaderas escuelas del crimen. Por un problema de conducta superable se llevaría a jóvenes a sentirse discriminados, a ser marginados y empujados a volverse delincuentes de verdad, cuyo único destino es la prisión.


Hay otra clase de riesgos: puede que un maestro acosador se aproveche y quiera amenazar a sus alumnas con ficharlas si no acceden a sus pretensiones, o los padres ser sometidos a chantajes y extorsiones.


Ya suficiente tenemos con las capturas que se hacen bajo el estado de excepción “por una denuncia anónima o una llamada”, al buen estilo de los años 70.


El mismo régimen ha tenido que reconocer que desde que instauró el estado de sitio o “de excepción” capturó a 7,000 personas a las que no les pudo comprobar su pertenencia con pandillas y aún así las mantuvo hasta por varios meses tras las rejas.


Dejen en paz a los niños y jóvenes. No les reconstruyeron las 5,150 escuelas que les prometieron, no les proveen de internet y recursos para sus clases, les mantienen cerrada la Universidad y ahora quieren tenerlos bajo constante temor de ser estigmatizados como “antisociales” cuando su único pecado es querer educarse para pensar por sí mismos y no caer en las garras de farsantes y mercaderes de ilusiones…

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