Dos semanas después de la captura de la jefa anticorrupción de Cristosal, Ruth López, ahora detienen al también abogado constitucionalista Salvador Enrique Anaya, conocido por sus críticas al régimen de Bukele en diversos medios nacionales e internacionales, incluyendo sus columnas semanales en El Diario de Hoy.
De inmediato la policía lo exhibió públicamente como una manera de humillarlo y “enviar mensaje” a otros críticos y a todos los salvadoreños, para atemorizarlos y silenciarlos.
Pero de inmediato surgieron las denuncias internas e internacionales, las cuales resultan corrosivas para un gobierno que se vende como “modelo de plena seguridad pública y democracia” en el mundo, que pretendía impresionar a propios y extraños, comenzando por la diáspora desinformada.
El doctor Anaya se ha distinguido por su constante denuncia de la corrupción gubernamental, de los atropellos a los derechos humanos y de la constante sustracción de los ahorros de pensiones de los trabajadores. En las semanas previas denunció vigorosamente en las redes sociales y otros medios la captura de su colega Ruth López y las arbitrariedades y aberraciones en el proceso.
Al momento de su detención, el constitucionalista denunció que los captores “lo encañonaron” —cuando sus únicas armas son la razón y el derecho— y lo acusaron de “lavado”, de la misma manera que a la abogada Ruth López, aunque no sería extraño que le cambiaran delito, como ocurrió con ella misma al no hallar cómo fundamentarlo.
En una reciente entrevista televisiva Enrique Anaya comentó: “Quieren mandar un mensaje de miedo para todos. Aquí el que hable, el que critique, el que no se arrodille ante el ídolo, se va preso… por supuesto que tengo miedo. Quienes nos atrevemos a hablar, lo hacemos con temor”.
Vemos una escalada ya anunciada por el régimen desde el momento en que proclamó que no le importa que lo cataloguen como un “dictador”. Al fin y al cabo ya se le quemó el traje de “demócrata” al prestarse a la cuestionada deportación del salvadoreño Kilmar Abrego García y más de 250 venezolanos a quienes mantienen en el Cecot en un vergonzoso limbo jurídico sin el debido proceso, así como arremeter y gravar a organizaciones de apoyo a las comunidades (ONG) con la Ley de Agentes Extranjeros, apresar a ambientalistas, transportistas, dirigentes comunales y hasta a un pastor evangélico, además del exalcalde Ernesto Muyshondt y el exguerrillero Atilio Montalvo, quienes son catalogados como presos políticos.
De pretendidos “redentores” a represores de viejo cuño
De pretender a toda costa darle lecciones al mundo e impresionar a incautos dentro y fuera, el régimen no ha logrado más que posicionarse entre cruentos represores como Ortega y Maduro.
Al amparo del “estado de torturacion” o estado de sitio se han perpetrado miles de capturas de inocentes, han muerto más de 400 de ellos, se denuncian torturas, se amenaza con procesar como pandilleros a personas honradas para chantajearlas o silenciarlas, se intimida a periodistas y medios independientes y defensores de derechos humanos.
Este estado de cosas ha sido impuesto para someter, silenciar y aniquilar a pausas la democracia y a profesionales críticos como los doctores Ruth López y Enrique Anaya y todo el que piense y actúe como ellos.
Es lo mismo que hace el criminal de guerra Putin al haber encarcelado y propiciar la muerte a pausas del opositor Alexei Navalny y mandar a apresar a sus abogados por el solo hecho de haberlo defendido en el amañado juicio, u Ortega al apresar, exiliar y despojar de la nacionalidad a cientos de opositores nicaragüenses.
Profundizar la represión como está sucediendo solo terminará de exponer al régimen salvadoreño como tiránico y antidemocrático y marcar su destino, como le sucedió a las sangrientas dictaduras militares de derecha e izquierda de las últimas décadas.
El mundo civilizado debe observar y condenar estos atropellos…