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¿Usted cree que todos tenemos un precio…?

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Por Óscar Picardo Joao

“La única forma sensata de vivir en este mundo es sin principios…” (The Joker -Heath Ledger-)

En las encuestas de “Humor Social y político” hemos incluido múltiples preguntas complejas o difíciles de responder, para intentar comprender las formas de pensar de los salvadoreños (as). A la fecha hemos realizado 7 estudios -desde el año 2021-: I.- La cosmovisión e ideología; II.- Los paradigmas y creencias; III.- La posverdad y las creencias; IV.- La decodificación axiológica; V.- Mentalidad e importancias complejas; VI.- Estos son los datos, no se enojen; y VII.- Somos lo que pensamos.

Estos estudios experimentales se enmarcan en la línea de investigación de “Ciencias del Comportamiento Humano”. Nos interesa conocer, comprender y profundizar sobre el comportamiento humano -desde la Psicología Social- e identificar ese conjunto de dilemas, deseos, necesidades, predicciones, conocimientos y emociones que afectan las conductas, los hechos y las decisiones de la gente.

Nuestra base teórica se ha sustentado en los aportes de Albert Ellis (A-B-C Theory), Ignacio Martín-Baró (Psicología social e ideología); Kurt Lewin (campo de fuerzas); Mel Levine (constructos neuroevolutivos); entre otros.

A partir de las encuestas nacionales -hemos entrevistado a más de 9,500 personas) y del trabajo de lectura analítica, hemos logrado: crear dos aportes teóricos -Satisfacción Vicariante y Yo digital), hemos realizado un experimento de psicología social sobre “vulnerabilidad ideológica”, algunas descripciones e investigaciones, y también trabajo clínico a través del Instituto de Investigación para el Aprendizaje (IIA) y del Centro Universitario de Neurociencia (CUN).

Uno de los grandes temas de nuestras investigaciones es tener un acercamiento a los parámetros éticos y morales de la gente, conocer sus límites y posibilidades de pensar y actuar, y contar con referentes y evidencia de los rangos entre el bien y el mal, entre lo correcto e incorrecto; al fin y al cabo cada cultura y cada idiosincrasia establecen ciertas permisividades y límites.

Un editorial de “La Vanguardia” (2013) se planteaba lo siguiente: “¿Tenemos todos un precio? ¿Somos corruptos por naturaleza? Ni científicos ni filósofos se ponen de acuerdo acerca de las características que definen nuestra naturaleza, ni siquiera acerca de si hay una tal naturaleza humana. Es improbable pues que a la cuestión de si la inclinación a la corrupción forma parte de esa hipotética esencia pueda darse una respuesta definitiva. Afortunadamente, esa respuesta no es ni necesaria, ni iluminadora. Que algo forme parte de nuestra naturaleza no lo convierte en aceptable”.

La pregunta inicial de este artículo abre un profundo debate ético con implicaciones morales; se ha dicho que todos los seres humanos tienen un precio y que el asunto es saber el precio o monto…; ¿es probable que exista un patrón moral impoluto y rígido, basado en ciertos principios o valores?.

Veamos algunos datos de la VII encuesta de Humor Social y Político 2024:

El perfil de los que creen que SI todos tenemos un precio (52.2% de los encuestados) es:

Son personas mayores de 40 años de edad, sin diferencia de opinión entre las mujeres y los hombres, en su mayoría son personas que se consideran de religión evangélica, con formación académica de primaria y bachillerato.

El perfil de los que creen que NO todos tenemos un precio (43.1% de los encuestados) es:

Son personas adultas joven de 18 a 39 años de edad, sin diferencia de opinión entre las mujeres y los hombres, en su mayoría son personas que se consideran de religión católica, sin diferencia de opinión según su formación académica.

Por el momento no hay diferencia de sexo y poco en edad, los mayores son más realistas y los menores más rígidos; las diferencias en educación son poco relevantes; y el parteaguas está en la religión. Evangélicos sí, católicos no.

Estamos frente dos tipos de moralidad, entonces: ¿Incide en estas respuestas los modelos de predestinación protestante (Lutero) y providencia católica (Anselmo), en donde la primera privilegia el bienestar como salvación, mientras que la segunda lo pasa a un segundo plano de las circunstancias económicas?

Pero hay más preguntas: ¿Qué significa que alguien admita tener un precio y otro no?, ¿es malo o bueno…?; ¿se reconoce la fragilidad humana o la sinceridad ante estas posibles respuestas?.

Probablemente, no estemos dispuestos a traicionar creencias o principios a cambio de bienes materiales o posición social, al menos en teoría, pero ¿habrá un punto de inflexión?. Sin darnos cuenta llegamos a un terreno al que estamos muy acostumbrados: Corrupción…

El corruptor y el corrupto: ¿Quién da el primer paso? Como sabemos la corrupción es un mal endémico de nuestros sistemas políticos y detrás de estos fenómenos -corrupción, impunidad, compadrazgo, clientelismo- aparece el tema esencial nuevamente: ¿todos tenemos un precio?

No quisiera dejar de lado otro tema cercano y relevante: la “doble moral”; si bien somos un país muy conservador y religioso -un 90%- según las encuestas, el informe estadístico de Open.Trends nos indica que dentro de los 10 sitios más visitados por los salvadoreños (as), 3 son sitios de pornografía muy reconocidos. Esto nos hace recordar que hasta los narcotraficantes y terroristas se encomiendan a Dios antes de ejecutar sus misiones perversas.

El dinero o el poder no garantizan la felicidad, aunque ayudan; y parece que todos tenemos alguna debilidad y estos psicotrópicos potencian la escalada para caer fácil y rendidos en estos “pecados cotidianos” probables.

La frase “todos tenemos un precio” se le atribuye a Oscar Wilde o a Howard Hughes, no hay certeza de su verdadero autor; sea como fuere, la sentencia sigue dando mucho que hablar en las conversaciones teóricas. Recordamos la película de Adrian Lyne “Indecent Proposal” (1993), el dilema radica en que Diona (Demi Moore) está felizmente casada con David (Woody Harrelson). Atraviesan por un momento económico bastante difícil, así que se van a Las Vegas a probar suerte con el juego… Lo que no se esperaban era que John Cage (Robert Redford) les haría semejante oferta: un millón de dólares a cambio de pasar una noche con Diona. (También en la serie “Dilema” de Netflix, recrea este campo de batalla moral).

Fernando Gamboa decía: “La necesidad disuelve como azucarillos los más arraigados principios morales.” Entonces, ¿tenemos o no un precio…? y ¿cuál es?

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

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