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La eterna lucha contra la tuberculosis

El no requerir hospitalización, salvo situaciones especiales como la ocurrencia de complicaciones y manejarse mayormente en forma ambulatoria, no han reducido el problema de salud porque una cosa es el tratamiento y otra muy diferente la velocidad y magnitud de la generación de nuevos enfermos.

Por Rodolfo Chang Peña |

En el transcurso del sigo XIX y primera mitad del XX la tuberculosis pulmonar y ganglionar tenia una incidencia alta en la población de El Salvador, se consideraban como factores causales el pobre desarrollo humano, el alto porcentaje de pobreza, la desnutrición, el hacinamiento en covachas, tugurios, centros penitenciarios y bartolinas, ausencia de medidas higiénicas, escasa educación en salud y naturalmente la cobertura incompleta, irregular y discutible de servicios de salud a los habitantes.

En 1950 los pacientes procedían de todos los rumbos del país, mayormente de los polos de pobreza de los suburbios de las ciudades. Por lo general eran diagnosticados en los establecimientos del interior y referidos al Hospital Rosales para tratamiento que incluía hospitalización de dos a tres años. Al decir de médicos y enfermeras el hospital “hervía” de enfermos tuberculosos internados en las famosas y legendarias “Cuartas”, nombre genérico que se aplicaba a los pabellones de hospitalización 4° Servicio de Medicina Mujeres y 4° Servicio de Medicina Hombres. Ambos alojaban de 450 a 500 aquejados de la temible Peste Blanca.

A pesar que ya existía el Sanatorio Nacional Antituberculoso por el rumbo de Los Planes de Renderos que comenzó a funcionar en 1927 era evidente que se necesitaban mas camas hospitalarias para esta clase de enfermos. Y en ese sentido la construcción y puesta en marcha del Hospital Tisiológico de Soyapango fue la solución para dar un respiro al atestado Hospital Rosales. A Soyapango se trasladaron los enfermos de las “Cuartas”, los reos tuberculosos de las bartolinas de la Policía Nacional que constituían un buen numero, al respecto se decía que los reos entraban sanos y después de cierto tiempo salían tísicos. Finalmente se trasladaron los pacientes del mismo mal que al no conseguir cupo en el Hospital Rosales, se instalaron en grupo bajo un puente a pocos metros del costado sur del hospital privado Policlínica Salvadoreña.

En el Rosales, Sanatorio y Soyapango los enfermos eran atendidos por los médicos tisiólogos doctores Francisco Valiente también cirujano general y de tórax, José Antonio Saldaña también cirujano de tórax, Manuel Atilio Guandique, Joaquín Gabriel Santos, Humberto Ganuza, Salvador Miranda Galdámez, Jacinto Colocho Bosque, José Sinesio González, Ángel Gabriel Doño, Leonardo Lope Quezada, Rafael Vega Gómez que también era salubrista y Roberto Pacheco Araujo que como el anterior, también era salubrista.

En las “Cuartas” trabajaron  como Practicantes Internos con salario de noventa colones mensuales con derecho a alimentación y dormir en Casa de Médicos, los bachilleres Mauricio Martínez que al graduarse se especializo en gineco obstetricia, Reynaldo Conrado Lazo que posteriormente se inclino por la Salud Publica y la política, Francisco Espinoza que después se especializó en otorrinolaringología y José Heriberto Medina que también abrazó la especialidad de otorrinolaringología, cirugía de cabeza y cuello. De los practicantes Internos en Soyapango entre otros recuerdo al ya citado José Heriberto Medina, José Ricardo Chévez, oriundo de San Miguel, que luego se especializó en pediatría, Guillermo Alvarado, Edgardo Tenorio y otros.

Con la llegada de nuevos productos farmacéuticos antituberculosos por 1970 tales como la Rifampicina, Cicloserina, Dietambutol y otros de gran eficacia al punto que lograban negativizar de bacilos el esputo en mas del 80% de los casos tratados en menos de seis meses, las antiguas drogas se abandonaron y pasaron a la historia. Este hecho redujo el tiempo de tratamiento a la tercera parte del utilizado antes con la ventaja que el tratamiento podía hacerse en forma ambulatoria sin requerir hospitalización. Obviamente contribuyeron a disminuir la presión los nuevos protocolos para el diagnostico, tratamiento, seguimiento y rehabilitación, la vacuna BCG promovida por el salubrista Dr. José Ricardo Martínez, mayor educación en salud, etc.

Los hechos anteriores trajeron en consecuencia que de la noche a la mañana se redujera sustancialmente la necesidad de camas hospitalarias, de ahí que por 1980 ya no se necesitaba prácticamente el Hospital Tisiológico de Soyapango y sus instalaciones se reacondicionaron para convertirlo en Hospital Psiquiátrico. Tampoco se necesitó mas el Sanatorio Antituberculoso de Los Planes de Renderos habiendo sido remodelado para transformarlo en el Hospital Dr. José Antonio Saldaña dejándose un sector destinado a los pacientes de la especialidad de neumología.

El no requerir hospitalización, salvo situaciones especiales como la ocurrencia de complicaciones y manejarse mayormente en forma ambulatoria, no han reducido el problema de salud porque una cosa es el tratamiento y otra muy diferente la velocidad y magnitud de la generación de nuevos enfermos. En efecto el dimensionamiento del panorama causado por la tuberculosos estriba en la valoración de su tasa de incidencia, de prevalencia, de letalidad, impacto en la comunidad y otros aspectos. En suma el asunto de la tuberculosis es sombrío y se mantiene activo porque se hace muy poco, casi nada podría decirse, en sus factores causales entre los que destacan, por un lado casi la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, deficiente alimentación y hacinamiento que favorece la contagiosidad.

Médico.

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