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Cuidando a quienes nos cuidaron

Conforme nuestra sociedad evoluciona y se rompen techos de todo tipo, cambiando muchas veces las dinámicas familiares, el cuidado de quienes nos cuidaron también se ve modificado. Por eso es importante siempre tomar en cuenta que, en algún momento, seremos responsables de quienes un día nos enseñaron a caminar.

Por Carmen Maron
Educadora

El Salvador es, todavía, uno de los países dónde no es aceptable dejar a los padres mayores en un asilo, aunque más y más personas se están viendo obligadas a hacerlo, a raíz de la escasez de y falta de confianza en personas que los cuiden. También es uno de los lugares dónde los adultos mayores viven, en gran parte, con familia extendida (es decir, con uno de sus hijos y su familia).


Los cambios sociales de las últimas décadas y el alza del costo de la vida han añadido complejidad a algo tan importante para nosotros culturalmente, como es el cuidado de nuestros padres. Temas como distancia, trabajo, las pensiones y el hecho que cada vez nuestros adultos mayores gozan de mejor salud y viven más tiempo ha cambiado los paradigmas de cuido también. Ya no se espera que la “hija que se quedó a vestir santos” sea la cuidadora principal, como tampoco se espera que un adulto mayor sólo cuide nietos.


Quizás todo el tema del cuido de los adultos mayores comienza con su pensión, que varía dependiendo de su vida profesional. El tema de las pensiones es (y será) un tema complicado. Un ejemplo son las mujeres que nunca trabajaron y dependían del salario de su marido. Otra son las mujeres que fueron madres solteras y nunca se casaron y no tuvieron un trabajo que generara una pensión. Incluso, el hecho que en dado momento se prescinda de una entrada extra puede ser crítico. Una amiga mía me comentaba, preocupada, que nunca realmente pensó en incluir a su mamá en su seguro de salud. “Suena tan estúpido ahora”, me dice, “pero nunca salí del esquema que papá la cuidaba. Aun cuando el ya se había jubilado y trabajaba por servicios profesionales, me lo dijeron mil veces, pero nunca lo hice”. Mi amiga está pensionada, es viuda con hijos mayores que ya tienen su propio hogar, al igual que su madre. Solventó trayéndola a vivir a su casa, y generando un ingreso para ella alquilando la casa de sus padres. “Económicamente no estoy para lujos, pero vivimos decentemente”, me dijo,“sin embargo, es difícil ser la mamá de tu mamá. Ella no se encuentra en mi casa. Y la comprendo, su vida ha cambiado. Lo peor es que, aunque me alcanzara para dejarla en su casa, decime ¿con quién la dejo?”.


El acompañamiento del adulto mayor es otro tema que ha ido cambiando en El Salvador. En mi niñez, mi abuela vivía con nosotros, y, gracias a ella, tuve una niñez idílica. Pero esto era en 1977, cuando la vivienda en El Salvador no era el tema crítico que es hoy. Yo crecí en una casa con jardín que daba a cafetales. Aunque dormía con mi abuela (ella viajaba y vivía seis meses al año para vivir con su otro hijo soltero en Estados Unidos, así que otro cuarto era innecesario), había suficiente espacio. Estoy hablando de una casa común y corriente creada para familias jóvenes, no una mansión. Pero ahora, una casa así no es sólo un lujo, no existe.


“Habíamos comprado un apartamento en una de estas torres nuevas de la Escalón”, me contó otra mujer con quien hablé para este artículo. “Dijimos ‘los niños ya crecieron, los padres están bien, vendamos esta casa enorme, quedémonos con lo básico y viajemos’ ”. Dueños de un negocio propio, podían darse el lujo de comprar un apartamento en primer piso, el cual acondicionaron con todo lo que pueden imaginar. “ Era nuestro apartamento de viejos. Estaba perfecto”… Y entonces el papá se cayó, se rompió la cadera y le descubrieron osteoporosis. Todo dio vueltas. A los meses, le diagnosticaron cáncer a su madre. “Fue como la gota que derramó el vaso”, me dice mi amiga. “Sí, podemos pagar los enfermeros, sí, tengo a una persona de confianza, pero después de tres veces que tuvimos que salir corriendo a las tres de la madrugada de la Escalón a la Flor Blanca, no pude mas”. Alquilaron el apartamento amueblado y se mudaron con los papás, pues ellos se rehusaban a dejar su casa. “Yo sé que soy afortunada, no tengo que preocuparme de deudas, tienen un buen seguro, mi esposo y mis papás se llevan genial, pero, “ los ojos se le llenaron de lágrimas, “no puedo evitar desear hacer esos viajes que quería hacer. Decime que soy egoísta si querés, pero me he perdido como persona. Paso angustiada que mamá se muera y qué voy a hacer con papá. Esa soy yo ahora”.

Lidiar emocionalmente con la responsabilidad de cuidar a un adulto mayor puede ser extenuante y requerir de creatividad.


Conforme nuestra sociedad evoluciona y se rompen techos de todo tipo, cambiando muchas veces las dinámicas familiares, el cuidado de quienes nos cuidaron también se ve modificado. Por eso es importante siempre tomar en cuenta que, en algún momento, seremos responsables de quienes un día nos enseñaron a caminar.

Educadora.

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