Como las favelas

Me ha llamado la atención el descuido general y la mala organización de los espacios públicos y de muchos complejos residenciales de nuestro país. Observamos calles en mal estado, inmuebles en zonas de alto riesgo o árboles en aceras no aptos para su ornamentación y nos acostumbramos a ello, como un país en vías de desarrollo. Surge, pues, la inquietud por conocer la influencia de un área con mucha relevancia, pero menospreciada: el ordenamiento territorial.

La influencia del ordenamiento territorial puede abordarse en tres esferas: medioambiental, social y cultural. La primera muestra su efecto en el largo plazo y no debe subestimarse, en un panorama de primacía de las calles asfaltadas y el dominio vehicular por sobre la movilidad humana. En tanto, una mala organización del espacio puede repercutir en el colapso de tuberías y sumergir en la vulnerabilidad a cientos de comunidades, e incluso residenciales. Y mayor es su agravamiento en época de lluvia, donde ciertamente muchos hogares están expuestos a inundaciones o deslizamientos, atentando contra su vida.

La esfera social muestra su efecto en la movilidad de las personas, o bien su desplazamiento. El tráfico vehicular y la dificultad para trasladarse desde la casa hacia el lugar de trabajo representan algunos de sus ejemplos. ¿Quién prevería hace treinta años este fenómeno causaría de dolores de cabeza? Creemos que la solución se encuentra en la construcción de carreteras o ampliación de carriles, cuando en realidad requerimos una ciudad que centre sus esfuerzos en las necesidades del propio ser humano. La accesibilidad deberá ser indispensable si lo que se requiere es la unificación de comunidades; el acceso a áreas recreativas, a instituciones públicas y a centros de comercio.

Por último, la esfera cultural es, hasta cierto grado, reflejo de marginalidad y delincuencia. El espacio mal organizado promueve su decadencia a una alta velocidad, lejos del control de las autoridades y a merced del surgimiento de crímenes. A su vez, la disposición del desorden a través del tiempo se tipifica a nuevas generaciones. Necesitamos, pues, mejores espacios para todos, para el adulto mayor, para el minusválido y para nuestros quehaceres cotidianos.

Como las favelas se vislumbra la organización de nuestro territorio, puede que con mejores edificaciones y con más carreteras, pero desordenados, a fin de cuentas. Tomemos conciencia de nuestro futuro y definamos el significado de la palabra desarrollo. Las falencias del ordenamiento territorial no son notorias de inmediato, pero se adhieren en una capa mucho más profunda de lo que pensamos, influenciada tanto por la acción pública como privada. Por tanto, se exhorta a evaluar con criticidad nuestro entorno para evitar la normalización tragedias sociales.

Estudiante de Economía y Negocios

Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)