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El histórico adiós a la Reina

Con el adiós a la Reina se está clausurando una época mientras entramos en un contexto internacional de tensiones en materia de seguridad tanto como económica. Las relaciones internacionales hoy en día aparecen fluctuando de acuerdo con las crisis cuando la Reina Isabel aparecía a raíz de su longevidad, como un pilar, un hito uniendo épocas. Más que nunca, los adioses a la Reina aparecen históricos, simbólicos, fuentes de nostalgia.

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

Después de un periodo de duelo nacional de 12 días, los funerales de la Reina Isabel II tendrán lugar en Londres, mañana, lunes 19 de septiembre, en la abadía de Westminster. Será luego enterrada en la capilla del Rey Jorge VI, su padre, en el castillo de Windsor, donde descansará al lado de su esposo, el Príncipe Felipe. Desde el 8 de septiembre pasado, cuando se anunció el deceso de la monarca, el Reino unido entró en un “royal mourning” que ha sido acompañado de ceremonias oficiales y de momentos de contemplación que demostraron la unidad de un pueblo. Desde Balmoral hasta Edimburgo antes de Londres, de Buckingham hasta Westminster, los símbolos de unión entre la Reina difunta y su pueblo no faltaron. Mas allá, lleva sobre el enlace entre la institución real y un pueblo que lloró a una monarca que tuvo el reinado más largo de la historia británica y pudo desear la bienvenida a su nuevo Rey, Carlos III.
De la vigilia del ataúd de los príncipes e hijos de la reina, Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, cabezas inclinadas alrededor del ataúd cubierto del estandarte real y adornado de la corona imperial, colocado sobre el catafalco del Westminster Hall sin interrupción de la presentación de los restos al pueblo, hasta las imágenes de estas filas enormes que requerían mas de 12 horas de espera para poder meditar unos segundos frente al ataúd, el respeto en el despido estuvo al alcance de a dignidad de un reinado que entró en la historia.


El toque británico marcó las imágenes en este periodo tan especial. Hasta David Beckham, que esperó 12 horas tanto como cualquier anónimo , antes de rendir su homenaje a su monarca difunta. Por cierto, Isabel II encarnaba un periodo de la historia contemporánea del Reino Unido: asumiendo la sucesión de su padre, Jorge VI en 1952, acompañó su país y el Commonwealth en las evoluciones del mundo contemporáneo: el fin del Imperio Británico pocos años después la Segunda Guerra Mundial; la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín en 1989; la entrada del Reino Unido en la Unión Europea en 1973 hasta el Brexit y la salida formal el 31 de enero de 2020; la constitución del Commonwealth; los numerosos casos de espionaje que sacudieron el país, entre ellos el que obligó a John Profumo, ministro de Guerra, a dimitir en 196; los innumerables discursos del Trono que recuerdan que la reina entronizó a sus 15 primeros ministros desde Winston Churchill hasta Liz Truss, asumiendo sus funciones el 5 de septiembre después de haber encontrado la Reina en el Castillo de Balmoral sin saber que tendría que anunciar su deceso 3 días después, antes de ser recibido por el Rey Carlos III el 10 de septiembre.


Además de la encarnación de una forma perpetua de mantener una presencia internacional, había logrado acompañar la evolución emocional que hace la fuerza de un enlace con el pueblo: una comunicación televisiva y ahora digital, tanto como la superación de crisis en su familia, tantos eventos que dieron el sentimiento que la reina estaba presente para siempre. Los funerales grandiosos que tendrán lugar tienen como papel también demostrar la fuerza de la institución real que encarna en el monarca, símbolo de la unidad nacional.


Es la razón por la cual Carlos III y la Reina consorte han efectuado estos últimos días una gira de las cuatro naciones que constituyen el Reino Unido: Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y el País de Gales.


A los magnos funerales se espera que asistirán más de 500 altos responsables internacionales, entre ellos numerosos jefes de Estado como los gobernantes de los Estados Unidos, de Alemania, Francia, Italia tanto como de Israel, Turquía, Brasil o Corea del Sur, sin olvidar el vicepresidente chino, tanto como los miembros del Commonwealth como el primer ministro canadiense Justin Trudeau; de Australia, Anthony Albanese, o el presidente Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica. Sin olvidar a los monarcas europeos, entre ellos Felipe VI de España, Carl Gustaf de Suecia, Harald V de Noruega, Felipe de Bélgica o Margrethe de Dinamarca. El emperador Naruhito de Japón y la emperatriz Masako estarán presentes. Pero los presidentes de Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia, Siria, Afganistán y Birmania no fueron invitados.


Con el adiós a la Reina se está clausurando una época mientras entramos en un contexto internacional de tensiones en materia de seguridad tanto como económica. Las relaciones internacionales hoy en día aparecen fluctuando de acuerdo con las crisis cuando la Reina Isabel aparecía a raíz de su longevidad, como un pilar, un hito uniendo épocas. Más que nunca, los adioses a la Reina aparecen históricos, simbólicos, fuentes de nostalgia.


La llegada al trono de Carlos III lleva la exigencia de encarnar un nuevo impulso para su pueblo, en un medio ambiente global incierto que exige fuerza de movilización para contestar a los desafíos que lleva. Se esperan más de mil millones de personas en el planeta que verán los funerales en directo. Es decir, cuanto el sentimiento de una entrega de época será fuerte para el adiós del mundo a la Reina.

Especialista en relaciones internacionales/politólogo

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Opinión Reina Isabel II Del Reino Unido

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