Una cena en casa

Pertenezco a un chat de mujeres y en una de tantas, una de ellas solicitó una trabajadora del hogar. El resultado no se hizo esperar. Todas comenzaron a comentar de todo, desde que se fuera a buscarla a Ilobasco hasta otra que dijo que se hacían los moños para trabajar. Entonces metió su cuchara una (que yo sé que tiene sus comodidades) y confeso que a ella sólo le llegaban a hacer "el día", porque había entendido que ellas,como todo ser humano, también necesitaban estar con sus familias en la noche.

     Me impresionó su actitud,realmente. Más en una cultura dónde nos hemos acostumbrado a que nos hagan todo, todo el tiempo.

     En estos momentos sumamente dolorosos para nuestra patria, es importante hablar del terrible problema de desintegración familiar que adolece nuestro país. Y esto va mucho más allá de los treinta años y de la guerra, se remonta por siglos-a  las nodrizas que amamantaban a los hijos de los pudientes hasta principios del siglo pasado.

     Por años, era inconcebible que una "muchacha" se casara si ya estaba al servicio de una familia. Si lo hacía y continuaba trabajando, sus hijos eran criados por la abuela, o la tía o la prima. Comúnmente terminaba con hijos ilegítimos que sustentaban ese nombre en las partidas de nacimiento. La mayoría de los hombres trabajaba en el campo. El resultado: una familia fragmentada que repetía el ciclo una y otra vez. Y, al final, eso es parte de lo que nos ha llevado a la crisis que ahora vivimos.

     ¿Es esto algo que podamos resolver con legislación? Realmente no, porque debe ser una decisión de la sociedad entender que cualquier trabajador-sea del hogar, del campo o de una maquila- tiene el derecho de ir a cenar a su casa porque es humano. Hay situaciones que la sociedad misma esta llamada a resolver junto al gobierno, y una de ellas es la justicia social. Mientras no se promueva y se defienda la unión familiar a todo nivel en la (mal llamada) "escala social", los ciclos de violencia continuarán dándose en El Salvador.

      Creo que mi amiga en pocas palabras dió una cátedra magistral de algo que urge entendamos como país, no importando si la señora trabajadora del hogar es casada o tiene hijos ilegítimos: "La familia es la base fundamental de la sociedad". Es importante recordar una de las ideas del Beato Rutilio Grande: "Una mesa común dónde todos tienen pan", es decir, igualdad. Es decir, poder adquisitivo para vivir dignamente. ¿A través de subsidios de la canasta básica? ¿Con la construcción de una vivienda mínima digna? Los problemas son enormes y multidimensionales. Pero quizás podamos comenzar con asegurarnos que todas tengan una cena en casa.

Educadora, especialista en Mercadeo con Estudios de Políticas Públicas