Contaminación y amenazas a la salud

La cantidad de alimentos que se convierte en basura también es asombrosa. Por ejemplo, en su informe del año 2021, el Índice de Desperdicio de Alimentos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), señala que cada año se botan 931 toneladas de alimentos en el mundo, de estas, 570 millones de toneladas provienen de hogares. Estas cifras son insultantes desde todo punto de vista, pero en especial cuando se recuerda que, según el informe de las Naciones Unidas titulado El estado de la seguridad alimentaria y la malnutrición en el mundo 2021, hay 811 millones de personas malnutridas en este mundo.

Entre los nefastos efectos del calentamiento global está el agravamiento de la zoonosis, es decir, enfermedades transmitidas a los humanos por lo animales. De acuerdo con el documento del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Pérdida de Naturaleza y Pandemias en un Planeta Sano por la Salud de la Humanidad, más del 70% de las enfermedades humanas en los últimos cuarenta años han sido transmitidas por animales salvajes, por ejemplo, SIDA, SARS, gripe aviar, gripe porcina y Covid-19. Su impacto es impresionante, pues “las zoonosis causan alrededor de mil millones de casos de enfermedades y millones de muertes cada año” y por eso “podrían representar la amenaza más importante para la salud de la población mundial en el futuro”.

En ese mismo informe, la WWF indica cinco razones del aumento de riesgo de la zoonosis: (1) la desaparición de especies porque modifica las “cadenas ecológicas y tróficas”(nutrición), y disminuye el equilibrio que ha establecido la naturaleza; (2) la destrucción de bosques y hábitats naturales, pues, por ejemplo, por lo menos la mitad de las zoonosis que están apareciendo son a causa de cambios en el uso del suelo y la destrucción de los hábitats naturales, como los bosques tropicales; (3) el tráfico de especies silvestres y de carne de animales salvajes que por un lado expone a las personas a virus que pueden estar en esos animales, y que por otro es una de las principales causas de la pérdida de la biodiversidad; (4) la intensificación de la agricultura y la ganadería, ya que significa destruir bosques y secar pantanos; y (5) los aspectos sociales y culturales, a saber,hábitos y costumbres sociales y culturales como la alta densidad poblacional en muchas ciudades, el aumento de la población mundial y su desigual inserción en la globalización, los viajes, etc., que hacen que se facilite la propagación de enfermedades.

Algunos dirán, pero bueno, para eso están los antibióticos y las vacunas. La pandemia de covid-19 demostró que fue necesario crear nuevas vacunas para controlarla, y hay que decir que es admirable el nivel que ha alcanzado la ciencia, pues se desarrollaron en muy corto tiempo. Ahora bien, el problema es que se han desarrollado bacterias resistentes a los antibióticos, de resistencia antimicrobiana, dicen los expertos. Así las cosas, un estudio que publicó The Lancet concluye que en 2019, 4.95 millones de personas murieron por infecciones en que la resistencia antimicrobiana tuvo algo que ver y que 1.27 millones murieron directamente por esta razón.

Conviene que entendamos una sencillísima y urgente realidad: para salvarnos nosotros tenemos que salvar el planeta. Así que hagamos algo sabio durante nuestras vidas, ¡dejemos de hacer leña el planeta!

Ex Embajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.