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El valle de producción y el valle de la urbanización

 La problemática ambiental, como es el caso de esta zona (Quezaltepeque, Nejapa y Apopa)  que está sufriendo transformaciones y afectando el medio ambiente por el crecimiento poblacional, debe abordarse con la perspectiva de aplicar la sostenibilidad y ver también la secuencia de hechos y sucesos que atizan la crisis hídrica que vive nuestro país.

Por Carlos Francisco Imendia

Durante la época del conflicto armado, en la zona norponiente de San Salvador, San Ramón y donde se encuentra la residencial La Gloria, una de las zonas populosas de San Salvador buscar los atajos o viejos caminos hacia Quezaltepeque,  Apopa y Nejapa, era una proeza la cual solo los campesinos de esas zonas podrían abrir camino o recorrer polvorientas veredas empinadas del volcán hasta llegar a los valles de producción y cultivo de caña de azúcar mejor conocido como el Valle del Ángel.

Que posiblemente en el periodo colonial se hacía por medio de mulas cerca de peligrosos desfiladeros como lo comenta el reconocido clérigo español radicado en la diócesis de Guatemala, Monseñor Pedro Cortés y Larraz,  en sus viajes. Hasta unirse a los conocidos caminos reales que interconectaban el reino de Guatemala con las provincias en el S. XVIII.

Sin duda un camino más seguro, menos riesgoso que el callejón del Guarumal (actual carretera los Chorros) que llegaba al Llano tecleño. Nunca me imaginé, que hasta donde yo conocía en mi niñez, hasta donde la vista me alcanzaba, años después en la administración de Flores, lo que conocemos hoy como el redondel de la Integración nos haría ver paisajes de la campiña nunca antes vistos, la espectacular floración de los campos de caña de azúcar con ese singular rosaduzco que se funden con el amanecer,  en una de las carretera más modernas que tiene el país.

 Era de sentido común que con semejante obra de ingeniería e infraestructura vial, la zona se tendría que desarrollar y urbanizar, era parte del crecimiento de la ciudad tomando un rumbo más al norte. Como parte de la cadena volcánica y montañosa, el volcán de San Salvador absorbe agua en las estaciones lluviosas, por sus zonas de áreas protegida fomentando una excelente recarga hídrica y filtración para los mantos acuíferos.

 Como era de esperarse, al desarrollarse esa zona, muchos recursos serían explotados, pero también reconozcamos que los suelos en esa zona para el cultivo de caña tenían años de ser usados y explotados. Uso de la tierra, fertilizantes, quemas, herbicidas que quiérase o no se filtran en los mantos acuíferos y los contaminan.

 No está alejado de la realidad la amenaza a este sistema natural de recarga hídrica el avance urbanizador, pero es una verdad contundente que cualquier ambientalista debe analizar con la cabeza fría (sin abrumarse por los fantasmas ideológicos) la del crecimiento poblacional y la demanda de vivienda.

 Es el momento que los engranajes mentales de los hombres y mujeres que velan y se preocupan por el medio ambiente deberían idear, exponer, la balanza entre la demanda de vivienda el crecimiento poblacional y el tema de la compensación ambiental, como lo expuse en artículos pasados: Bonos de Carbono o Impuestos Verdes. No vamos a negar tampoco que puedan existir urbanistas que observen la situación con mirada carroñera, y que como de costumbre quieran pasar por encima de cualquiera con tal de acaparar todo el pastel y los beneficios, pero para eso  existen esos mecanismos que aplican los principios de la sostenibilidad y de la racionalidad (normalización)  y que son capaces de bloquear estas asechanzas sin pudor por medio del orden y el monitoreo.

Otro aspecto desagradable es la cuchara ideológica que quiere parte de la sustancia de todo esto y que va con ese veneno anti religioso y un ejemplo es la crítica a la iglesia o catedral que ahí se construye,  la cual quieren cargarle la máxima responsabilidad ambiental de lo que ocurre en  esa zona. Primero, hay que ser serios y honrar la preparación académica, incluso la que se ha tenido fuera del país por parte de la crítica técnica, otro aspecto: el sentido común.

 Hay otro tipo de factores que afectan la estabilidad ambiental en la zona,  no es la construcción de una iglesia. Segundo, respetemos la fe del pueblo, las creencias y la necesidad de las personas de congregarse, apliquemos bien los principios de la sostenibilidad, los ODS, etc.

 La problemática ambiental, como es el caso de esta zona (Quezaltepeque, Nejapa y Apopa)  que está sufriendo transformaciones y afectando el medio ambiente por el crecimiento poblacional, debe abordarse con la perspectiva de aplicar la sostenibilidad y ver también la secuencia de hechos y sucesos que atizan la crisis hídrica que vive nuestro país. La distribución a nivel nacional, si está sostenida por un modelo obsoleto o avanzado, y si las inversiones y renovaciones,  plantas de potabilización están garantizando una óptima distribución, así también la obtención del vital líquido por medio de la perforación de nuevos pozos, etc. También, esto obliga a exponer el tema de la contaminación del río Lempa por la contaminación de la mina Cerro Blanco en Jutiapa, Guatemala y cómo el estado salvadoreño avanza y monitorea el tema.

En X @Chmendia

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