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El ecologista inteligente

Dejemos de gastar irreflexivamente dinero en planes como el de Net Zero, o emisiones cero, que promueve Naciones Unidas para el año 2050; las instituciones mundiales, y los gobiernos podrán enfocarse en problemas que están fuera del horizonte mediático, pero que tienen repercusiones directas tanto en salvar vidas humanas, como en hacer el planeta más habitable.

Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Si el lector sabe quién es Bjorg Lomborg, lo más probable es que se muestre interesado al ver a este autor en las primeras líneas de esta nota o que, simplemente, decida no leer más ¿por qué? Porque el presidente del Centro de Consenso de Copenhague, y autor de libros como “El ecologista escéptico” y “Falsa alarma: o cómo el pánico frente al cambio climático nos cuesta trillones, perjudica a los pobres, y no logra arreglar el planeta” deja indiferentes a pocas personas.

Lomborg lidera un tanque de pensamiento que, sin negar el cambio climático, está en profundo desacuerdo con la forma en que las principales instituciones gubernamentales lidian con esta realidad.

Una de sus metáforas, que tuve oportunidad de escucharle en persona recientemente, dice que si una persona intenta ganar músculos, lo peor que puede hacer es comer en exceso pues, simplemente, las cosas no funcionan de esta manera: no se trata de comer más, sino de comer inteligentemente. Y con la lucha en contra de las causas del cambio climático pasa más o menos lo mismo: no se trata de gastar dinero “a lo loco”, sino de gastarlo con sensatez.

Está en profundo desacuerdo con la idea tan extendida de que el cambio climático acabará con nuestro planeta, que -por cierto- es muy diferente a afirmar que el fenómeno no exista. En esa ocasión en que asistí a una conferencia suya le escuché decir que, si bien el cambio climático es un problema, está muy lejos de llegar a ser la causa próxima del fin del mundo.

Para pasar a continuación a exponer -basándose en estadísticas recientes e investigaciones- que el cambio climático sí que puede afectar el progreso del mundo y de los seres humanos… pero reduciendo mínimamente la tasa de avance y desarrollo mundial, nunca deteniéndola, ni mucho menos acabando con todo y provocando el apocalipsis.

No niega que el esfuerzo de los gobiernos y las agencias internacionales para paliar los efectos del cambio climático tengan un costo. Todo lo tiene en esta vida. Pero afirma sin ambages que si el dinero, el tiempo o las acciones orientadas a combatir las causas no se invierten con sensatez, terminaremos no solo por no influir directamente en dichas causas, sino -incluso- por empeorar sus indeseables efectos.

Su propuesta pasa por hacer un estudio objetivo en la relación costo-beneficio de lo que los gobiernos del mundo invierten, o dejan de ganar debido a políticas restrictivas de uso de fuentes de energía, para controlar el cambio climático.

Pero, quizá lo más llamativo de su discurso es cuando dice que una vez dejemos de temer el cambio climático el causante de la hecatombe y, por lo mismo, de enfocarnos obsesivamente en sus causas y consecuencias más o menos reales y/o ficticias… de modo que dejemos de gastar irreflexivamente dinero en planes como el de Net Zero, o emisiones cero, que promueve Naciones Unidas para el año 2050; las instituciones mundiales y los gobiernos podrán enfocarse en problemas que están fuera del horizonte mediático, pero que tienen repercusiones directas tanto en salvar vidas humanas, como en hacer el planeta más habitable.

En resumen: en lugar de gastar trillones de dólares en restricciones y prohibiciones, habremos de encontrar el modo de invertir en energía verde y utilizar el dinero en la lucha, por ejemplo, de la mortalidad materno infantil por complicaciones obstétricas, en el combate de enfermedades como la tuberculosis, invertir en la educación de las futuras generaciones dedicando más recursos en la formación de maestros y menos en el uso de la tecnología en las aulas, potenciar la investigación en nutrición, etc.

Solo así su lema “menos temerosos, pero más inteligentes” cobra un profundo sentido, y nos guía en la tarea de hacer este mundo mejor, promoviendo el bienestar y el progreso de las personas y no solo agendas interesadas.

Ingeniero/@carlosmayorare

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