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Kala Rhunán lucha contra sí mismo

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Por Carlos Balaguer |

Kania entregó a los sumos sacerdotes el arca de los mapas sagrados del reino de Rhuna. El heraldo del desierto había entregado el mensaje de los dioses y sus cartografías místicas. Su misión había sido cumplida. Entonces emprendió un nuevo viaje hacia el corazón de la montaña de fuego. Invadida de fieras y serpientes el arquero tuvo que fascinar y vencer. Pero el mayor enemigo contra el cual tuvo que luchar y expulsar del dominio, fue un terrible impostor que en su demencia se hacía llamar “El Señor de las Fuentes del Tiempo”. Éste se había apoderado de los manantiales. Se creía dueño del tiempo y del torrente. Como los necios hombres de las ciudades lejanas creían ser dueños del mundo, del poder y la gloria. Los mapas indicaban con claridad los yacimientos de oro y el lugar preciso donde estaban las fuentes mágicas. Cuando Kania llegó hasta el grandioso manantial —perdido en un claro del bosque— encontró al impostor. Entonces llevó su mayor sorpresa: el usurpador de las fuentes tenía su mismo rostro. “¿Quién eres tú que se hace llamar Señor de este reino y tiene mi mismo rostro?” -preguntó desafiante. “Soy Kala Rhunán, que en mi lengua aborigen significa montaña del tiempo. Soy el único señor de estas fuentes” -respondió aquel. Entonces el arquero y el impostor tuvieron que luchar a muerte para dirimir el reino. Rhuna luchó contra sí mismo, porque Kala Rhunán era, en verdad, sólo un espejismo de las fuentes. El mismo espejismo del arquero. . (LXXII) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>

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Literatura Juvenil Opinión

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