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China-Rusia: perspectivas y desafíos de una “alianza ilimitada”

De "neutralidad benévola", China llega a una alianza "sin límite", abriendo espacios que podrían procurar un indulto a Rusia o un cambio de identidad, privilegiando Asia frente a Europa. Vladimir Putin ha sido invitado a Beijing, a pesar de la orden de arresto lanzada por la Corte Penal Internacional que le inhibe viajar en los países que reconocen dicho alto tribunal.

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

“Cooperación con perspectivas realmente ilimitadas", "nueva era", "relación crucial para el mundo y el porvenir de la humanidad": las fórmulas y los símbolos no faltaron durante la visita del presidente chino, Xi Jinping a Moscú el 20 y 21 de marzo pasado. Y, por cierto, estamos asistiendo al surgimiento de una nueva alianza, que podría constituir la base de un bloque que hasta hoy no se había concretado: Rusia y el presidente Vladimir Putin están mirando a Asia y el gigante chino, dando la impresión de dar la espalda a Occidente. Desde el 24 de febrero de 2022, a raíz de la invasión de una parte de Ucrania, Rusia se enfrenta a un reforzamiento del bloque occidental (Europa-Estados Unidos y parte del Pacífico), aliado a Kiev y a Volodimir Zelenski y obliga Rusia a buscar un nuevo centro de gravedad internacional, aproximándose de China.


Es decir, la nueva relación anunciada en Moscú por ambos líderes revela nuevas consecuencias en las relaciones internacionales, puestas bajo tensiones por el conflicto ucraniano.


¿Será una alianza equilibrada? ¿Sería el resultado de posiciones oportunistas o de restricción, por lo menos para Rusia? Por cierto, los desafíos para ambos son grandes : Rusia debe abrir nuevas posiciones internacionales buscando socios indispensables, ya sea para el suministro de productos económicos como para los equipos militares. Se inscribe bajo estos aspectos con Irán y obviamente con China. Ambos países tienen interés en esta relación: China parece reforzarse, volviéndose hoy en día indispensable a Rusia mientras las tensiones en el Pacífico a raíz de la cuestión de Taiwán, tanto como de la seguridad regional, que nutrió la constitución de la alianza occidental AUKUS, entre Australia, Gran Bretaña y los Estados Unidos.

De "neutralidad benévola", China llega a una alianza "sin límite", abriendo espacios que podrían procurar un indulto a Rusia o un cambio de identidad, privilegiando Asia frente a Europa. Vladimir Putin ha sido invitado a Beijing, a pesar de la orden de arresto lanzada por la Corte Penal Internacional que le inhibe viajar en los países que reconocen dicho alto tribunal.


En esta lógica, ambos jefes de Estado declararon "combatir las injerencias de fuerzas exteriores en sus asuntos interiores", mientras "la crisis entre Ucrania y el deterioro de los enlaces entre Rusia y Occidente no puede afectar el desarrollo de los lazos entre China y Rusia".

Para China, la situación actual puede ser excelente: Rusia se concentra sobre su flanco occidental, necesitando a una China que promueva la visión de una globalidad alternativa a la posición estadounidense y, con ella, de sus aliados. Se trata de construir un polo global, que no sea bajo los conceptos estratégicos occidentales y abra una nueva percepción del multilateralismo. Inscribiéndose en una lógica a largo plazo, China está volviéndose como un polo global, en una visión bilateral con los Estados Unidos. Rusia, confrontada a sanciones desde hace un año, sabe ahora poder contar con su aliado chino. Pero esta alianza tiene su carga de intereses. Beijing, quizás por primera vez en la historia contemporánea, se abre a una Rusia obligada a volverse pro-China, debilitada por la situación internacional que surgió de la agresión contra Ucrania y que debe adaptar su redes de suministros.


Rusia, que antes del conflicto vendía 145 mil millones de dólares en gas a Europa, debe hoy en día buscar nuevos mercados. China aparece como lo más propicio, aunque el nivel comercial todavía, por ejemplo, energético y el gas, está evaluado a intercambios por un valor de 15 mil millones de dólares. Falta mucho todavía por hacer, pero la oportunidad geopolítica para ambos actores puede ser histórica. ¿Anunciará un mundo más equilibrado? Lo podemos dudar pues desaparece esta globalidad y se dirige en contra, por lo menos, de los Estados Unidos. Cuenta por ejemplo, con Irán, lanzado en una carrera contra el reloj, en favor de una nuclearización de su potencial militar, abriendo espacios de tensiones al nivel regional e incluso con Israel. Pero el desequilibrio medio oriental, desde casi 20 años, permite este juego inédito.


En este marco, el presidente chino, reelegido por un tercer periodo, mostró su nueva potencia en la calma. Es el resultado de la conciencia de este nuevo estatus. Por ejemplo, las exportaciones rusas hacia China aumentaron, en 2022, hasta el 42%. Hay ejercicios militares conjuntos incluso cerca de las costa de Zhejiang, frente a Taiwán.
Pero a la vez, China muestra prudencia: a cada resolución de la Organización de las Naciones Unidas mantiene una postura de abstención. Avanzar en una relación con Rusia, mientras ésta necesita más que nunca a Beijing, no significa poner en peligro su propia economía que también sufre de las tensiones mundiales. China tiene una economía 10 veces más grande que la de Rusia, según el Banco Mundial, haciendo entrever realidades bilaterales más concretas: Rusia tiene en cuenta el peso económico de China, que le procure una presencia global fuerte, siendo la segunda potencia mundial, mientras Beijing está preocupada, por su parte, por una forma de "imprevisibilidad" rusa hacia Europa extendido ahora a Occidente.


La lucha de influencia en Asia central se vuelve parte de los temas bilaterales, "sensibles": región vecindaria y de hermandad desde siglos de Rusia, las "rutas de la seda" empiezan en abrir espacios inéditos para China, y disruptivo potencialmente para Moscú. Reforzando esta posición prominente, China presentó hace poco un documento intitulado "Posiciones sobre un reglamento político de la crisis ucraniana". Contiene posiciones y principios sobre varios pilares : desactivar la lógica de guerra, con el respeto de la soberanía de todos los países ; parar las hostilidades usando una posición de mediación, salvar la economía mundial abordando el tema de la reconstrucción y de las sanciones y reducir los riesgos bilaterales. Tantos aspectos que permitieron a China posicionarse como un país potencialmente mediador en un conflicto que tiene consecuencias globales. Una posición que corresponde al objetivo que busca China: convertirse en una potencia clave al nivel internacional, protegiendo sus intereses y ampliando sus posiciones para formalizar un mano a mano con los Estados Unidos.


Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.

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