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El lenguaje lo hace el pueblo

El castellano o español es hablado por más de 500 millones de hablantes  en el mundo. En la actualidad es el idioma oficial en España, en 18 países americanos y uno africano (Guinea Ecuatorial) , también en las islas Filipinas, además de la lengua oficial: el tagalo ; y en Puerto Rico tiene un estatuto especial.

Por Carlos Alberto Saz

Sí, el lenguaje lo hace el pueblo. Y debe respetarse su uso, fuera de las reglas gramaticales, que le dan claridad,  sencillez y precisión.

Es, pues, el pueblo el que manda en cuestiones del idioma.

Por ejemplo, sobre la calle de la casa de quien esto escribe, pasa una vendedora de pupusas que dice “¡Vaya las pupusas a core, a core, a core!”.

Y esa palabrita ‘core’ ya va quedando en la conciencia popular, que probablemente el pueblo, en vez de decir ‘cora’ (que también es un salvadoreñismo, por ‘cuarto de dólar’, o sean 25 centavos), diga ya ‘core’: “Deme cuatro cores de pupusas”.

En el mundo, con más de seis millones de habitantes, se hablan más de 6000 lenguas; pero de ellas sólo alrededor de un 13% tiene escritura.

Aun así, la escritura es utilizada por la mayoría de los hablantes del planeta, bien por ser su lengua materna una lengua con escritura (el 60 % de la población mundial habla una de las grandes lenguas de cultura), bien si son hablantes  nativos de lenguas ágrafas (sin escritura), por estar en contacto, como segunda lengua,  con una de las que sí cuentan con escritura  (“Nueva Gramática de la lengua española”).

El castellano o español es hablado por más de 500 millones de hablantes  en el mundo. En la actualidad es el idioma oficial en España, en 18 países americanos y uno africano (Guinea Ecuatorial) , también en las islas Filipinas, además de la lengua oficial: el tagalo ; y en Puerto Rico tiene un estatuto especial.

Cada país, en cuestiones de lenguaje tiene sus propias  palabras: en Guatemala, ‘patojo’ es  ‘muchacho, ‘niño’,  ‘joven’; en Honduras,  ‘rosquilla’ es a lo que aquí llamamos  ‘dona’; y ‘pulpería’ es una tienda pequeña; en Nicaragua, ‘chavalo’ es un muchacho, un joven; en Costa Rica, ‘-tico’ es un sufijo que significa originario de ese país;  en  Panamá, ‘canalero’ es  el originario de los alrededores del Canal de Panamá; y en el Ecuador, ‘pandorga’ es lo que aquí llamamos barrilete o piscucha.

Salvadoreñismos son, por ejemplo,  éstos: ‘cipote’ (niño, muchacho),

‘pupusa’ (tortilla rellena con frijoles u otros aditamentos), ‘cachimbón’ (valiente, arriesgado), ‘chunches’ (artículos de la casa, como muebles y otros enseres domésticos). Y muchísimos otros salvadoreñismos más que los podemos encontrar en el “Diccionario de salvadoreñismos”, del lexicólogo Matías Romero Coto (QDDG).

En el libro “Hispanoamérica en la ruta de la identidad. Encuentro de dos mundos, su autor, el doctor Manuel Luis Escamilla (QDDG) escribe que  “Con  ocasión de la llegada del V Centenario del Descubrimiento de América,  este libro trata de contribuir al encuentro de los pueblos hispanoamericanos y quiere contribuir también  con la visión general de las culturas aborígenes, que, como la cultura maya, la cultura azteca y la cultura inca presenta en los primeros capítulos de esta obra”.

Estimados lectores: respetemos, pues, el lenguaje del pueblo, y con ello estaremos contribuyendo a la cultura del lenguaje. ¡Sí, señores!  

Maestro, sicólogo, gramático

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