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Filantropía, espiritualidad y medioambiente

Filantropía es amor, es solidaridad, es bondad, caridad, nobleza, empatía, desprendimiento y demás cualidades que dignifican a la personalidad humana.

Por Carlos Alberto Saz

          Filantropía es una palabra femenina que indica “cualidad de filántropo”. Y filántropo es “el que se distingue por el amor al prójimo y por sus obras en favor de la humanidad”. Tal como aquí en el país fuera el bien recordado don Walter Deiniger, que vino al país hace más de medio siglo y se estableció aquí para hace obras filantrópicas. Fue propietario de la empresa Molinos de El Salvador.

         Y también lo fueran don Miguel Menéndez Castro, que siendo diputado donaba todo su sueldo a escuelas de Atiquizaya; y la familia Guirola, de Zacatecoluca que, hizo obras de beneficio social.

          Y actualmente son filántropos los señores Simán, asociaciones como las del Padre Vito Guarato, que cumple 36 años ayudando a los salvadoreños y muchas otras corporaciones dignas de encomio por su filantropía.

          Porque filantropía es amor, es solidaridad, es bondad, caridad, nobleza, empatía, desprendimiento y demás cualidades que dignifican a la personalidad humana.

          Por otra parte, espiritualidad es la “cualidad de las cosas espirituales o reducidas a la condición de eclesiásticas”.  Los sacerdotes practican la espiritualidad. Aunque hay personas nobles, muy sensibles y poco interesadas por lo material, que manifiestan su espiritualidad haciendo el bien.

          Y en cuanto a medioambiente, este es “el medio, conjunto de circunstancias culturales, económicas y sociales en que vive una persona, o  el conjunto de circunstancias exteriores a un ser vivo”.

          Ilustres personalidades de nuestro medio fueron amantes del medioambiente, de la Naturaleza, de la flora, de los cultivos, de los ríos, de los riachuelos y de todo lo demás que conforma la madre Tierra (“La Pachamama”). Y una de estas personalidades fue don Napoleón Viera Altamirano, cofundador de este periódico, con su esposa doña Mercedes Madriz de Altamirano. Con otros ambientalistas fundó la bien recordada Asociación de Amigos de la Tierra, que siempre veló por la protección de nuestros recursos naturales.

          Vienen al caso estas apreciaciones con la nominación de Carlos III, como Rey de Inglaterra, a la muerte de su madre, la Reina Isabel II, a la edad de 92 años, acaecida en el Castillo de Belmoral, el viernes 9 de setiembre de 2002.

          Y es que el nuevo Rey, de 73 años, precisamente practicará las tres cualidades mencionadas en el título de este artículo: filantropía, espiritualidad y medioambiente, según lo informa El Diario de Hoy, de ese viernes.

          ¡Qué bellas cualidades, que también las ejerció Isabel II!

        “¡Viva la Reina Isabel II y larga vida para el nuevo Rey Carlos III de Inglaterra!”. Así coreaba la gente de Londres. Y así también coreamos nosotros los salvadoreños. ¡Sí, señor!

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