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El papel esencial de los receptores de remesas

Por Cesar Rios

En la vasta red de la economía global, las remesas familiares se han convertido en un componente vital, tejiendo lazos económicos entre naciones y comunidades.

En El Salvador, donde las remesas representan una porción significativa del ingreso nacional, (20% del PIB) es esencial comprender el papel fundamental que desempeñan los receptores de remesas.

Más allá del simple acto de recibir dinero del extranjero, estos individuos son contribuyentes activos a la economía local, aunque frecuentemente se pasa por alto su papel en el sistema fiscal.

Imaginemos a una persona en El Salvador, que recibe mensualmente $300 en remesas familiares. Aunque este ingreso no se clasifica formalmente como salario, podemos considerarlo como tal para fines de este análisis. Sin embargo, a
diferencia de los trabajadores locales, estos receptores de remesas no gozan de los beneficios sociales, la seguridad social, formación profesional ni acceso al sistema financiero formal, todo esto se asocian con un salario convencional.
La ausencia de beneficios sociales y de seguridad laboral pone en relieve una realidad poco discutida: los receptores de remesas también pagan impuestos, y su contribución al país va más allá del simple flujo de dinero. Es imperativo entender que este grupo no solo aporta al circulante económico del país, sino que también contribuye directamente al erario público mediante diversos impuestos indirectos.

La primera falacia que debemos abordar es la noción de que los receptores de remesas están exentos de obligaciones fiscales. Si bien es cierto que las remesas en sí mismas no están sujetas a impuestos sobre la renta, los receptores de
estos fondos sí pagan impuestos indirectos sobre el consumo. Por ejemplo, si la mayor parte del monto de la remesa se destina para el consumo, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que grava la mayoría de los bienes y servicios, afecta directamente a los receptores de remesas cuando gastan su dinero en la economía local.

Siguiendo nuestro ejemplo, si la persona gasta $200 en bienes gravados con el 13% de IVA, estaría pagando $26 en impuestos indirectos.

Además, si destinara parte de su ingreso a la compra de gasolina, estaría sujeto a impuestos especiales como el impuesto Fovial. Por ejemplo, si gasta $50 en gasolina, una porción de ese gasto se destinaría a impuestos Fovial, contribuyendo así al mantenimiento de la infraestructura vial del país.

Además de estos impuestos indirectos, los receptores de remesas también contribuyen al fomento de sectores específicos mediante impuestos selectivos al consumo. Por ejemplo, los productos alcohólicos, cervezas, cigarrillos
y otras bebidas están sujetos a impuestos especiales. Si la persona destina parte de su ingreso a estos productos, estaría contribuyendo a través de impuestos adicionales.

Es crucial comprender que los receptores de remesas no son solo consumidores pasivos, sino también agentes activos en la economía local. Su participación en el mercado interno impulsa la demanda de bienes y servicios, estimulando así la actividad económica y generando empleo en diversos sectores. Además, al contribuir con impuestos indirectos, estos individuos sustentan las finanzas públicas, financiando servicios e infraestructuras que benefician a toda la sociedad salvadoreña.

Han existido diferentes propuestas en Suramérica principalmente de gravar directamente las remesas, todas fracasadas y ha provocado preguntas que si esta medida sería realmente viable y justa. Imponer un impuesto directo a las remesas podría tener consecuencias adversas tanto para los receptores como para la economía en su conjunto.
Por un lado, podría desincentivar el envío de remesas, afectando negativamente a millones de familias que dependen de estos ingresos para su sustento básico. Por otro lado, podría socavar el flujo de divisas hacia el país, debilitando la balanza de pagos y afectando la estabilidad económica.

En lugar de ese imaginario de impuestos directos a las remesas, es crucial reconocer y valorar la contribución de los receptores de remesas a través de medidas que promuevan su inclusión social y financiera. Esto implica garantizar el acceso a servicios básicos, como salud, educación, así como oportunidades de acceso a productos bancarios, empleo y desarrollo profesional. Al fortalecer la capacidad de los receptores de remesas para integrarse plenamente en la economía local, se promueve un crecimiento económico más inclusivo y sostenible para El Salvador.

Entonces, los receptores de remesas desempeñan un papel fundamental en la economía de El Salvador, contribuyendo tanto al circulante económico como al erario público a través de impuestos indirectos. Más allá de ser meros receptores de fondos, estos individuos son agentes activos en la economía local, cuya contribución merece ser reconocida y valorada. En lugar de penalizarlos con impuestos directos, es necesario promover políticas que fomenten su inclusión y desarrollo, garantizando así un futuro próspero y equitativo para todos los salvadoreños.

Director AAMES
Asociación Agenda Migrante El Salvador

KEYWORDS

Opinión Pib Remesas Familiares

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