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El Día del Médico, la vocación y el bornout

en este Día del Médico empecemos a ser más empáticos con todos esos hombres y mujeres que están allí en clínicas y hospitales, para atendernos en los momentos más vulnerables, cuando estamos enfermos. Cuando hay catástrofes, mientras todos nos vamos para la casa con nuestras familias, ellos van a los hospitales para atender a quienes lo necesiten y dejan sola a la familia. Mientras usted duerme, esas personas están desvelándose por los pacientes, así que no seamos mezquinos, no esperemos verlos tirados en el piso, vencidos por el cansancio, son tan humanos como usted y como yo.

Por Edward Wollants
Médico y abogado

En nuestra sociedad, se nos enseña desde temprana edad que debemos encontrar nuestra “vocación”. La vocación se presenta como un concepto clave que determinará nuestra trayectoria profesional y, en última instancia, nuestra felicidad. Sin embargo, ¿qué es realmente la vocación? ¿Es simplemente una elección de carrera o hay más detrás de este término aparentemente sencillo?


La vocación, en su esencia, no es simplemente un trabajo o una profesión que elegimos ejercer. Va más allá de las expectativas sociales o las presiones externas. La vocación es una pasión interior que nos impulsa a realizar un trabajo que se alinea con nuestros valores, habilidades y propósito de vida. Es una conexión profunda entre lo que hacemos y quiénes somos. No se trata de ninguna iluminación divina.

A menudo, el descubrimiento de la vocación implica un proceso de autoexploración y reflexión. Requiere que nos adentremos en nuestras emociones, intereses y aspiraciones. No es algo que se pueda encontrar de la noche a la mañana, sino que se desarrolla a lo largo de nuestras experiencias, conocimientos y crecimiento personal.


En lugar de verse como una presión o una carga, el descubrimiento de la vocación puede ser un viaje emocionante y enriquecedor de autoconocimiento, exploración de los propios intereses (¡si! intereses), experimentación de nuevos roles, trabajos y desafíos, aprendizaje continuo y ¡ojo!, es importante tener en cuenta que la vocación no tiene por qué ser algo estático. Puede cambiar y evolucionar a lo largo de nuestra vida a medida que descubrimos nuevas facetas de nosotros mismos y adquirimos nuevas experiencias.

En relación con el ejercicio de la profesión médica, la vocación adquiere una dimensión particular. Si bien los principios generales sobre el descubrimiento y seguimiento de la vocación se aplican a todas las profesiones, el campo de la medicina presenta características únicas que influyen en la forma en que se vive la vocación.


Para los médicos, la vocación implica un constante aprendizaje y desarrollo de habilidades médicas, pero también implica cultivar habilidades de empatía, compasión y comunicación. La vocación médica exige un compromiso con el bienestar de los pacientes y la dedicación a su atención integral.


La vocación médica también implica un compromiso con la actualización constante de conocimientos y la adopción de avances científicos y tecnológicos. Los médicos deben mantenerse al día con los nuevos tratamientos, investigaciones y protocolos, ya que esto garantiza la mejor atención posible para sus pacientes.


Es importante destacar que, si bien la vocación médica puede ser apasionante y gratificante, también es fundamental cuidar del propio bienestar. Los médicos deben encontrar un equilibrio entre su vocación y su calidad de vida, practicando el autocuidado y buscando apoyo cuando sea necesario.


La vocación en la medicina no significa que los médicos deban aceptar condiciones laborales injustas o poner en riesgo su propia salud y bienestar; no importa si la “vox populi” promueve que el médico, para demostrar su vocación, debe soportar el abuso, la miseria, las ofensas, etc. Son solo creencias producto de la más profunda ignorancia.
Es importante reconocer que los médicos también son seres humanos y tienen necesidades físicas, emocionales y sociales. El cuidado de los pacientes no debe hacerse a expensas de la propia salud y calidad de vida del médico. Es fundamental establecer límites saludables, buscar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y practicar el autocuidado.

Cuando un médico trabaja en hospitales, enfrenta altos niveles de estrés y tiene poco descanso, existe un mayor riesgo de experimentar el síndrome de burnout. Los signos y síntomas que pueden manifestarse en un médico en estas circunstancias pueden incluir sentirse extremadamente cansado físicamente y emocionalmente, incluso después de períodos de descanso. Puede experimentar una falta de energía y agotamiento constante, lo que dificulta su capacidad para realizar su trabajo de manera efectiva; puede desarrollar actitudes negativas o distanciamiento emocional hacia los pacientes y su trabajo; sentirse desconectado y mostrar falta de empatía hacia las personas a las que atiende. Esta despersonalización puede reflejarse en una comunicación deficiente, una atención impersonal y una menor preocupación por el bienestar de los pacientes.


El médico puede presentar cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad, frustración, ansiedad o tristeza. El estrés y la carga de trabajo excesiva pueden afectar negativamente el equilibrio emocional, lo que dificulta la capacidad de manejar situaciones desafiantes o estresantes de manera efectiva.

El médico puede experimentar una disminución en su rendimiento y eficiencia laboral. Puede cometer errores más frecuentes, tener dificultades para concentrarse, tomar decisiones difíciles o mantenerse al día con las demandas del trabajo. La fatiga y el agotamiento pueden afectar negativamente la calidad de atención brindada a los pacientes.
Pueden aparecer síntomas como dolores de cabeza, problemas digestivos, trastornos del sueño, ansiedad o depresión. Planteado lo anterior cabe preguntarse, ¿me gustaría que me atendiera un médico en esas condiciones?. Yo creo que no. Pero no es culpa del médico, sino del entorno y de quienes administran ese entorno.


Así que la próxima vez que sepa que un médico o estudiante de medicina, se queja porque no tiene donde poder descansar al terminar la jornada laboral, no sea usted de esos “que se multiplican” opinando que “no se va a dormir a los turnos del hospital”. A menos que usted quiera exponerse a ser atendido por alguien que está disminuido en sus capacidades físicas, mentales y emocionales producto del cansancio. ¡Claro que no! ¿Verdad?


Entonces, en este Día del Médico empecemos a ser más empáticos con todos esos hombres y mujeres que están allí en clínicas y hospitales, para atendernos en los momentos más vulnerables, cuando estamos enfermos. Cuando hay catástrofes, mientras todos nos vamos para la casa con nuestras familias, ellos van a los hospitales para atender a quienes lo necesiten y dejan sola a la familia. Mientras usted duerme, esas personas están desvelándose por los pacientes, así que no seamos mezquinos, no esperemos verlos tirados en el piso, vencidos por el cansancio, son tan humanos como usted y como yo.

No nos unamos a los patéticos que repiten que mucho le pagan al personal médico en los hospitales. En los hospitales de nuestro país la paga es muy baja, comparada a décadas de estudio y una inmensa responsabilidad sobre los hombros. ¿Cuánto vale para usted su vida o la de un ser querido?


Médico Nutriólogo y Abogado de la República

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