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Desaparecidos ¿y sus familias? S.O.S.

¿Qué decir de los desaparecidos en esos desiertos que reúnen nuestro bien con el mal y personas que, en la búsqueda de una vida mejor, de realizar sus sueños deben quedar en el olvido total? Nunca se fueron, nunca llegaron, nunca existieron.

Por Ricardo Lara
Médico

Duele el título de este artículo, duele; de a poco aparece una pandemia de nuevos desaparecidos, unos son los que desaparecen físicamente y es la angustia de una familia entera, de una comunidad, de un país de que los buscan, en este matutino el día 07 de mayo fue el encabezado en torno del dolor más profundo que se le llame a la esposa para decirle que el cuerpo de su esposo fue encontrado en una fosa común, ese es el desaparecido al que tristemente nos hemos acostumbrado, tristemente.

Sin embargo estamos ante el desaparecido que se suicida, jamás en la historia del país había sucedido tal ola de suicidios sin embargo, estamos ante un táctil que, lentamente nos desbordó como familia, nos alejó como hermanos, nos hizo enemigos por torpezas y en menos de cuatro meses podemos ver cómo el número de suicidios aumenta en una forma alarmante, si siguiera esta conducta tendremos un epicentro en San Salvador que deja al cantón Las Pilas en segundo lugar; ¿Qué decir de los desaparecidos en esos desiertos que reúnen nuestro bien con el mal y personas que, en la búsqueda de una vida mejor, de realizar sus sueños deben quedar en el olvido total? Nunca se fueron, nunca llegaron, nunca existieron.

Tenemos a los “talentos desaparecidos” que, después de ganar un buen lugar en una olimpiada mundial de matemáticas, desaparecen de su tierra porque no somos capaces de retenerlos, no sé si por envidia o por dejadez, talentos que nunca debieron marcharse y es nuestra responsabilidad ser tratados con el mayor respeto y ofrecerles lo mejor que el país tiene que somos nosotros sus habitantes desde el mas importante ejecutivo hasta el mas sencillo labrador de tierra o auxiliar de servicios; lo mejor que El Salvador tiene es su gente, personas arrechas que se han roto el pecho por dar otra vida a sus hijos, corriendo el riesgo de fallecer en ese fatal trayecto con tal de que su hijo, tenga un futuro diferente.

Sin embargo, debemos remitirnos a los desaparecidos que la tierra se traga, esas jóvenes con sueños, esos muchachos briosos por salir adelante, nuevamente ya es común ver en las redes sociales las fotos de jóvenes de ambos sexos que “salieron a comprar” y nunca regresaron, quizá debemos preguntarnos ¿Dónde están esos jóvenes? Padres que mueren a pausas creyendo que las desapariciones eran cosas del pasado y se dan cuenta, que tristemente, la foto de su amado hijo, es la nada; una sociedad enferma que prefiere discutir por el resultado de un partido de futbol que sentir el dolor por la pérdida de un hijo solo dice lo enferma que está esa sociedad, es increíble la indolencia que vivimos donde los mayores poco reparo tenemos ante esta nueva modalidad de desaparecidos, parecemos estatuas de marfil que no movemos un dedo ante el dolor ajeno, debemos entender que son nuestros hermanos, son salvadoreños que duele lo que vivieron, tristemente me remonto al pasado pues parece que para ellos no hay futuro, todo acabó.

Debemos de ser hermandades para cuidar a los nuestros, sea que alguien anunció un intento de suicidio, estar pendientes a servirle; si alguien toma decisiones arrebatadas, hacérselas ver a los padres porque no hay nadie que viva aislado; todos nos damos cuenta de lo que pasa en nuestra cuadra, en nuestra colonia, en nuestro barrio, en nuestras narices, pero preferimos no involucrarnos cuando es un deber divino, ayudar al abatido.

Cada religión tiene sus valores y principios, sin embargo, cuando se habla de “desaparecidos” parece que esa palabra es impronunciable, es algo de que es mejor dar la espalda y en seguir en ritos externos, en payasadas mientras nuestros hijos en la sombra de la indiferencia, son cortados de tajo más por nuestra indiferencia, que por nuestro amor al prójimo.

El reto es grande y la responsabilidad de todos de ayudarnos, de cuidarnos y de crear las condiciones necesarias para que este flagelo se controle y disminuya, pero humanamente mas importante tener certeza del registro de desaparecidos y seguro que será parte de la agenda nacional del próximo quinquenio.

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Desaparecidos Opinión Violencia

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