EPAPER Desalojos Costa del Sol | Caso Cosavi | Palacio Nacional | Torneo Clausura 2024 | Espectáculos

Contagiar nuestra riqueza espiritual

Hay mil modos de transformar la vida de los demás, gracias al poder divino recibido. Lo importante es que esa fuerza extraordinaria no se quede improductiva en nuestro corazón. Nuestra vida ordinaria por sí sola puede expandirse a nuestro alrededor, si ese don recibido se trasluce en un estilo de vida acorde al Evangelio. El calor calienta.

Por Heriberto Herrera
sacerdote salesiano

Jesús no es nada mezquino a la hora de hacer milagros. En la pesca milagrosa, las dos barcas se llenan hasta casi hundirse. Multiplica el pan para que miles de seguidores sacien su hambre. Son doce cántaros de agua transformada en vino. Sanaba a cojos, ciegos, paralíticos. Calma una tremenda tempestad quedando el lago tranquilo. Expulsa demonios derrotando su poder maléfico. Transforma a un grupo de gene sencilla en atrevidos portadores de su mensaje de salvación. Nada menos que setenta y dos enviados sin recursos humanos.

Impresiona esta multiplicidad de signos poderosos que expresan abundancia. “He venido par que ustedes tengan vida, y vida abundante”. Sus Doce, que fueron testigos de primera mano de tan extraordinario poder, al ser dotados del Espíritu Santo, fueron capaces de continuar esas maravillas, transformando en poco tiempo a millares de personas en discípulos del Señor.

La gente, a veces muchedumbre, que eran testigos de algún milagro de Jesús, quedaban asombrados, Ese signo poderoso realizado ante su vista, les permitía intuir el poder divino de Jesús. En la Biblia se dan muchas escenas de la presencia de la divinidad, a veces fulgurante, que el asombro los envolvía. Con frecuencia ese asombro se traduce con la palabra “temor”. Que no es miedo, sino asombro ante una realidad inesperada e inexplicable. Como si la presencia cercana y casi tangible de la divinidad los embargara.

Quien es bautizado recibe el Espíritu Santo que se expresa en signos poderosos: viento impetuoso, fuego, milagros, energía divina. Nosotros los miembros de la Iglesia tenemos un enorme poder a nuestra disposición. Podemos influir en quienes nos rodean para que ellos se contagien de la fuerza poderosa de la salvación que habita en nuestros corazones.

Hay mil modos de transformar la vida de los demás, gracias al poder divino recibido. Lo importante es que esa fuerza extraordinaria no se quede improductiva en nuestro corazón. Nuestra vida ordinaria por sí sola puede expandirse a nuestro alrededor, si ese don recibido se trasluce en un estilo de vida acorde al Evangelio. El calor calienta.

Otros se encargarán de contaminar de maldad a personas y ambientes. Que también la maldad es contagiosa Lamentablemente hay personas que destruyen vidas ajenas con su pobreza moral o espiritual. El mal también es difusivo.

Nuestro tesoro podrá tener muchos nombres. Paz, alegría, solidaridad, compasión, piedad… Qué se está en medio de “buenas compañías”. Cuántas vidas tocadas positivamente por nuestra riqueza espiritual sin que talvez nos demos cuenta Algo grande se mueve en el corazón de un discípulo de Cristo.

El asombro ante las maravillas de Dios, en la naturaleza y en las vidas humanas, se traduce en oración. Oración de alabanza y acción de gracias. Hay salmos que expresan bellamente esta vivencia espiritual de quien tiene la sensibilidad del corazón para percibir la grandeza de Dios que actúa en personas y pueblos. “Le has concedido bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia” (Salmo 21).

Sacerdote salesiano y periodista.

KEYWORDS

Cristianismo Opinión

Patrocinado por Taboola

Inicio de sesión

Inicia sesión con tus redes sociales o ingresa tu correo electrónico.

Iniciar sesión

Hola,

Bienvenido a elsalvador.com, nos alegra que estés de nuevo vistándonos

Utilizamos cookies para asegurarte la mejor experiencia
Cookies y política de privacidad