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Bitcoin City

“Dios mío, qué alucinante el sueño ese que tuve” *, y me volví a dormir, tal vez se me hacía soñar de nuevo con ese maravillo e inexistente lugar.

Por Maximiliano Mojica
Abogado, máster en leyes

No puedo mentirles. Me sentía emocionado cuando en los parlantes del tren del Pacífico se anunció la próxima parada: Bitcoin City. Un papaloteo en mi estómago derivado de la pregunta que no había abandonado mi mente en todo el trayecto -que duró escasos minutos, dado que el tren es de alta velocidad, con tecnología japonesa, que te llevaba al lugar- ¿qué encontraré? ¿Es tan impactante como la cuentan?


Bajé del tren y quedé maravillado. La estación del tren, si bien es cierto que no tenía la majestuosidad de la de San Petersburgo, sí traslucía modernidad, eficiencia y buen gusto. Saliendo de ella me topé con una considerable oferta para transportarme a mi apartamento airbnb que había rentado con mucha anticipación -ya que pasaban alquilados prácticamente todo el año, lo que hacía la delicia de los inversionistas- para poder pasar el fin de semana largo conociendo la ciudad y su famosa oferta gastronómica que competía, según decían, a nivel de calidad-precio con los mejores restaurantes de Miami y Nueva York.

Para mi sorpresa, el transporte consistía -en su gran mayoría- de carros eléctricos. Tomé uno al azar, ya que la todos se veían como nuevos, manejados por personajes vestidos con una pulcra guayabera blanca y sonrisa ancha y franca. Cualquiera diría que solo faltaba saludar a Mr. Roarke y Tatto -ese simpático personaje de “el avión jefe, el avión”-para dar la bienvenida a los turistas con muchachonas de buen ver, quienes pondrían un tocado de guirnaldas alrededor de mi cuello.


Ya subido en el transporte que contraté haciendo una transferencia rápida, segura y eficiente utilizando mi Chivo Wallet (eso sí, sin utilizar los treinta dólares depositados supuestamente a mi nombre para estimular su uso, ya que algún vivo me los había bombeado ¡ingratos!), procedí a preguntar: “Mira y ¿aquí como es la onda? ¿Por qué todo es eléctrico?”.

“Ah”, me contestó, “es que toda la energía la sacamos del magma del volcán. Solo es cuestión de enchufarse a uno de los múltiples generadores que la extraen directamente y ya. Es limpia, barata y eficiente; y, sobre todo, nos cuesta una fracción de lo que implica invertir en esas construcciones faraónicas de las empresas hidroeléctricas como lo hacían los gobiernos pasados. La energía eléctrica volcánica es el futuro. Ya están los renders listos para conectarse al volcán de Izalco para extraer aún más”. ¡Tantas sorpresas! ¡Tanta tecnología! ¡Y aún no había pasado un día en Bitcoin City!


Me llamó la atención que la ciudad era tan silenciosa que competía con Salt Lake City. Nadie pitaba la “señora anciana” en los semáforos. Nada de buses destartalados conduciendo como locos, haciendo paradas en segunda fila. Nada de baches, todo era nuevo y reluciente. Por un momento pensé que estaba en Valhala.


¿La policía? Amable, pulcra, educada y bilingüe. Los veías caminando por ahí, sin gorros navarone ni armas -cortas o largas-, armados solamente con una discreta porra y un imperceptible botecito de gas pimienta, saludando amablemente a los transeúntes e indicándoles en el mapa los puntos de interés. Nada de miradas torvas, actitudes prepotentes o rostros encapuchados. Más que “guardianes del orden” parecían agentes turísticos.


Finalmente llegué al apartamento alquilado. Para mi sorpresa, estaba cabalito a la par del primer mega centro de distribución de AMAZON, el cual era un hormiguero de gente entrando y saliendo, prueba viviente de la dinamización económica de este nuevo El Salvador construido en base a transparencia, libertad de expresión, respeto a las instituciones y democracia que, desde las más altas esferas, se estaba impulsando para beneficio de todos.


Llegué a la puerta de mi departamento y ¡la llave estaba en un sobre directamente sobre la puerta de la entrada! En Bitcoin City no había delincuencia. La confianza ciudadana rezumaba en cada uno de sus rincones. El sobre tenía una nota escrita en español, inglés francés y cantonés: “bienvenido a Bitcoin City, espero que disfrutes tu estadía. Cuando desalojes el apartamento, deja las llaves de nuevo en el sobre a donde lo encontraste. Gracias” ¡Una maravilla!


Me sentía cansado así que me dispuse a dormir… solo para despertarme a las tres de la mañana con un gran retorcijón. Al principio me sentí confundido ¿A dónde estoy?… descubrí que estaba en mi casa con un gran dolor de estómago… de seguro fue el exceso de chile que le puse a las chimichangas que había cenado la noche anterior… y dije para mis adentros… “Dios mío, qué alucinante el sueño ese que tuve” *, y me volví a dormir, tal vez se me hacía soñar de nuevo con ese maravillo e inexistente lugar.


*Está inspirando en la canción sesentera “Ayer tuve un sueño y fue sensacional” del grupo musical español “Los Pasos”. Parece que el mundo, pero en especial Latinoamérica, continúa alimentándose y viviendo de sueños que nunca se cumplen…

Abogado, Master en leyes/@MaxMojica

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Bitcoin Opinión Tren Y Aeropuerto Del Pacífico

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