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Carta a Gustavo Petro y al profesor: Discutir con decencia

¿Cuántas mentiras no han difundido Nayib Bukele, sus lugartenientes, sus propagandistas, sus ejércitos de seguidores fanatizados y sus granjas de troles? Incontables. Pero nunca hemos escuchado una sola rectificación o disculpa. Ni del presidente ni de ninguno de sus funcionarios.

Por Paolo Luers
Periodista

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Ciudadanos colombianos:

Un profesor universitario y concejal de un partido opositor publicó en Twitter un video, que supuestamente mostraba al presidente colombiano Gustavo Petro en estado de ebriedad y hablando tonterías en el Foro Económico Mundial en Davos.

Luego el profesor opositor se dio cuenta de que el video que había reproducido era editado y manipulado y publicó en Twitter una disculpa: “Ayer puse un video donde el presidente parecía borracho diciendo tonterías. Algunos amigos me dijeron que era un video editado y lo retiré. Ofrezco disculpas a Gustavo Francisco y publico el video original".

En el video original se muestra un panel de discusión en Davos, en el cual Gustavo Petro dio una explicación muy bien estructurada sobre el peligro para el mundo que significa la destrucción de la selva amazónica, y propuso un mecanismo de canje entre deuda internacional e inversiones en el rescate ecológico. Obviamente no estaba ebrio y lo que dijo era perfectamente coherente.

Gustavo Petro inmediatamente contestó al profesor y opositor: “Acepto sus disculpas y espero que otros miembros de la oposición abandonen la práctica de la manipulación y la falsedad".

Este intercambio entre el primer presidente de izquierda de  Colombia y un seguidor del expresidente Álvaro Uribe, máximo líder de la oposición, demuestra que incluso en un país como Colombia, que pasa por un período de aguda polarización política, sigue existiendo espacio para una cultura democrática. La polarización política no tiene por qué derivar en confrontaciones estériles, en las cuales el uso de la mentira y de los fake news se vuelve normal.

Esto es posible cuando existe una polarización entre ideas. Estas ideas pueden ser, como ciertamente es el caso de Colombia, extremadamente opuestas en el espectro ideológico -pero son conceptos políticos y filosóficos construidos de argumentos y conclusiones. Y esto permite que se mantenga un debate.

Esto cambia cuando uno de los polos asume ideas que ya no se basan en ideologías, filosofías ni conceptos políticos, sino simplemente en estrategias demagógicas desarrolladas para llegar al poder y luego perpetuarlo. Es el caso de movimientos o gobiernos populistas, que destruyen las instituciones democráticas con discursos de antipolítica y las buscan sustituir con un sistema de poder concentrado en una persona o una familia, una mafia o un partido. Entonces, se cierra el espacio para el intercambio de ideas, para el debate  - y también para la ética política.

Así es el clima político en El Salvador. No solo en tiempos de campaña electoral, sino ahora permanente. La polarización se vuelve estéril, ya no puede haber un intercambio de argumentos, porque cualquier argumento crítico está siendo contestado con insultos, amenazas, burlas –o persecución.

¿Cuántas mentiras no han difundido Nayib Bukele, sus lugartenientes, sus propagandistas, sus ejércitos de seguidores fanatizados y sus granjas de troles? Incontables. Pero nunca hemos escuchado una sola rectificación o disculpa. Ni del presidente ni de ninguno de sus funcionarios.

Yo una vez cometí el error de publicar una afirmación sobre uno de los hermanos del presidente, Karim Bukele, sin tener la capacidad de comprobarla. Había dicho que él, siendo hermano pero no funcionario del presidente, había ido a Washington a negociar con el Fondo Monetario Internacional. El señor Karim me reclamó, yo traté de confirmar el hecho, no pude, y por tanto publiqué una disculpa: “Le pido disculpas a usted, como directamente afectado, y a los lectores por esta falta de debida comprobación.”

En vez de aceptarla, como lo hizo el presidente Petro en el caso arriba mencionado, el señor Karim Bukele me dijo en Twitter: “Típico de ustedes: no tengo la información y por lo tanto puedo publicar lo que sea: ‘Más vale pedir perdón que pedir permiso’. A cuántas personas han destruido con sus mentiras, durante todas estas décadas…”

En consecuencia, luego de mi disculpa pública, me cayeron aún más insultos, burlas y amenazas en Twitter que después de mi publicación original. No importa, sigue siendo correcto reconocer errores y pedir públicamente disculpa. Aunque del otro lado solo se escuchen amenazas.

Felicito al presidente Gustavo Petro y al profesor opositor por mostrar que aun en medio de una fuerte polarización política se puede discutir en base de ideas y argumentos. Bien por Colombia.

Saludos,

Paolo Lüers

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